Ya está la chavalería con sus cubitos y sus palitas de plástico, jugando a ser futuros constructores. Algunos te presentan castillitos, o castillotes, lo más hábilmente decorados: tienen hasta foso que se llena cubo va, cubo viene, o, más sofisticado, gracias a alguna que otra ola pasajera que se acerca a inundar trincheras y desterronar muros.
¿Pero de dónde sacan todas esas herramientas?, ¿quién fabrica esa utilería? Aunque parezca extraño, no existe un registro específico sobre la industria dedicada a proveer de adminículos al turismo, sea por fabricación o por importación y distribución (fijándote, te percatas de que muchos de los productos propios y foráneos están etiquetados desde idénticas localidades).
Destinos privilegiados
Esto ocurre en un país donde el turismo, todavía esencialmente veraniego, en general vacacional y a ratos también para fiestas de guardar, resulta muy importante. Si la contribución del turismo al Producto Interior Bruto (PIB) europeo alcanzaba en 2023 los 2,25 billones de euros, de los que España registraba 172.200 millones de euros, aquí debía de quedarse una nada despreciable cifra.
El caso es que, al margen de turismo endogámico, el de la gente que se recorre el propio país, en 2023 recibimos nada menos que 10,2 millones de turistas extranjeros, que por cierto dejaron por estos pagos, según datos de Turisme Comunitat Valenciana, 12.575 millones de euros, un 24,5 por ciento más con respecto a 2022, cuando aún salíamos de una pandemia. ¿Sumados turismo foráneo y nacional, interespañol? 28,5 millones de visitantes.
En 2023 recibimos nada menos que 10,2 millones de turistas extranjeros
China en cabecera
No lo tenemos fácil cuando hablamos de un censo de la industria turística. Repitamos: no nos referimos a la habitual, restauración y hostelería, sino a quiénes fabrican o nos venden esos productos concretos que compramos, además de en grandes almacenes, en tiendecillas de esas que abren puerta a la multitud viandante en los paseos playeros, o en los “chinos”, tiendas de más o menos barato donde literalmente hay de todo.
Pero, siempre leyendo las etiquetas, es factible entresacar este tipo de industria. Por ejemplo, ya que estamos, vamos primero a lo de los cubos y palas de plástico. ¿Y ahí tenemos algo que decir? Mucho. Los principales fabricantes de juguetes son China, Estados Unidos y la industria del plástico europea (aunque India, con material de baja calidad, va escalando puestos). Y dentro de Europa, Alemania, España o Italia (estos dos últimos países, por cierto, con intereses cruzados).
Del Valle del Juguete irradia principalmente la producción en plástico
Zonas autóctonas
Añadamos a esta lista mega éxitos aislados, como el grupo danés Lego, y reparemos que en España, pese a haber perdido una importante cuota de mercado, la Comunitat Valenciana y Cataluña copan más del 70 por ciento del asunto en sí. En el caso autóctono, la producción irradia principalmente del llamado Valle del Juguete, o sea, la Foia u hoya de Castalla, subcomarca de l’Alcoià, aparte de València y su área metropolitana.
Bueno, pues de allí nos vienen cubos, palas, rastrillos. O allí se fabrican, o reside alguna firma (comercializadoras de las anteriores) que luego, desde las zonas francas de los puertos, nos importarán el artículo correspondiente. Vale, ¿y las sombrillas para que no se nos descascarille la chavalería mientras juega en la arena? Pues por Ibi y las vecinas Onil, Castalla, Biar y Tibi algo hay, pero aquí la lista es más generosa.
Buena parte del calzado español procede de la Comunitat Valenciana
Sector textil
Prácticamente las tres provincias, con sus correspondientes municipios industriales, pueden ofrecer este producto. No hay listado, pero sí diversificación: de las sombrillas tradicionales a las de brezo (plantas ericáceas que crecen en suelos pobres o ácidos), que también pueden ser de cañizo, esparto o junco, y que se usan en restaurantes, piscinas y demás. Bien, la Comunitat es rica en saladares y secarrales.
Se comprende así la abundancia de este producto. ¿Y qué tal una gorrita, y no vamos con la sombrilla detrás y delante? Aparte de las propias València y Alicante capitalinas, zonas como El Comtat, l’Alcoià y la Vall d’Albaida se dedican con más energía al sector textil. Y a este respecto, la Comunitat Valenciana copa en torno al 11 por ciento, según los datos oficiales. Vale, plástico y tela. ¿Qué más nos quedaría?
Unas sandalias
Por supuesto, para tener a la chavalería fetén para llevarlos a la playa (también a la orilla de un río, pero con lo de palas y cubitos nos hemos puesto playeros), hay que calzarlos, que a veces toca piedras, grava o conchas de molusco. ¿Y dónde se concentra el calzado, incluso el fabricado con gomas? En el Bajo (Elche, también la alfombrera Crevillent) y el Medio (Elda y Petrer) Vinalopó y la Plana Baixa (Vall d’Uixó).
Más del 40 por ciento del calzado español procede de la industria ilicitana, y buena parte del conjunto de la Comunitat Valenciana, que incluye también a las capitales provinciales y al área metropolitana del ‘cap i casal’. Que también controlan parte de la importación, como en el caso juguetero. En fin, que ya tenemos a la criatura equipada. De los helados ya nos ocupamos, pero, espera, ¿y los refrescos?