Entrevista > Fernando Gómez Colomer / Exjugador y entrenador de fútbol (València, 11-septiembre-1965)
Auténtica leyenda viva del Valencia CF, Fernando Gómez Colomer es el jugador con más partidos en el equipo ché (552) y el cuarto máximo goleador, destacando que su posición era la de centrocampista, con mucha llegada al área, eso sí. “Mi única pena fue no ganar un título con el club”, confiesa.
Estuvo cerca en diversas ocasiones, con sendos subcampeonatos ligueros, o cayendo en la final de la Copa del Rey de 1995 frente al Deportivo de La Coruña (2-1). También participó en el Mundial’90, disputado en Italia, con pocos minutos de juego, “en una selección muy poblada por la Quinta del Buitre y jugadores del FC Barcelona”.
Abandonó el club valencianista en 1998 para iniciar una breve pero apasionante aventura en Inglaterra, en el Wolverthampton Wanderers, “donde todavía me siento muy estimado”, finalizando su carrera una temporada más tarde en el CD Castellón.
‘La zona del 10’
En los siguientes años realizó infinidad de funciones, la mayoría vinculadas al deporte: entrenador (Torre Levante, Alzira y Benigànim), director deportivo (Valencia y Castellón), comentarista, profesor del curso de entrenadores, concejal del Ayuntamiento de Chiva, asesor del Ministro de Deportes de Georgia…
Actualmente prepara a un equipo de jugadores en su mayoría extranjeros, en SIA, una academia internacional situada en la localidad de Enguera, y trabaja en el sector automoción.
De reciente publicación es ‘La zona del 10’, libro coescrito junto a Jesús Manzano en el que Fernando realiza un sincero balance de su trayectoria en el club valencianista, y desvela alguno de los sorprendentes sucesos que vivió en su etapa como director deportivo. “Está teniendo muy buena acogida”, nos avanza.
«Mi mejor recuerdo en el club fueron las dos semanas previas a jugar la final de Copa de 1995»
Jugador legendario del club, ¿cómo te recuerdan los valencianistas?
Pienso que bien. Sigo viviendo en València, veo a muchos aficionados que me recuerdan y me valoran, diciéndome incluso lo bueno que era. Este tipo de cosas alegran, porque es un recuerdo muy bonito.
Como jugador sabes el seguimiento que tienes y siempre atendí a todos los que me lo pidieron. Ahora agrada que te hagan un comentario o pidan hacerte una foto, después de tantos años. Es cierto también que he estado en muchos medios (radio, prensa o televisión) y eso hace que no te olviden.
También por cómo jugabas.
Sí, los pases que daba quedan mucho en la retina de los aficionados. Me quedé quince años en el Valencia para intentar ganar un título y jamás lo logré, mi mayor pena; algunos me lo han achacado. Asimismo estoy en las redes sociales, siempre me ha gustado dar mi opinión sincera, que a veces no gusta.
¿Cómo fueron tus primeros años?
Complicados. Entré en el equipo un mes después que Miguel Tendillo, con su gol, nos salvara del descenso en la 1982-1983. La situación económica del club -endeudado por el Mundial’82- no era la mejor y el nivel del equipo fue descendiendo.
Eso provocó bajar a Segunda, seguido de una recuperación deportiva. A finales de los ochenta regresamos a Europa, con muchos jugadores jóvenes y de la zona.
«Fuimos dos veces subcampeones de liga, quedando muy cerca del Atlético de Madrid en la 1995-1996»
¿Cuál es tu mejor recuerdo como jugador?
Al desear ganar un título con mi club, esas dos semanas previas a disputar la final de Copa de 1995 fueron las mejores, tan cerca que estábamos. El peor recuerdo, precisamente, fue perderla contra el SuperDépor, nos dolió mucho.
Asimismo, con Víctor Espárrago quedamos una vez subcampeones de liga -lejos de aquel Real Madrid de los récords, el de John B. Toshack- aunque ya con Luis Aragonés estuvimos cerca del Atlético de Madrid. Ahora se valora mucho más quedar cuartos de liga, vas a Champions.
Pudiste fichar por el Barcelona o Madrid.
Cierto. Pero además de mi deseo de levantar un título con el Valencia -me consideraba un hombre del club, que nunca quiso venderse-, estaban las ganas de completar una carrera en un mismo equipo, lo que en Inglaterra llaman ‘one club man’. Al final no pude lograr ninguna de las dos cosas.
El primero que contactó conmigo fue el Barça de Cruyff, en 1989. A modo de anécdota, Ramón Martínez, entonces director deportivo del equipo catalán, estuvo en mi casa para ficharme, y él mismo me llamó en nombre del Madrid cuando ocupó allí el mismo cargo (ríe).
¿Y qué te pasó con Jesús Gil?
Coincidimos en un avión hacia Santander, donde se celebraba una gala. En el autobús camino de la terminal estaba a mi lado, y le dijo a mi mujer: ¿sabes que he estado a punto de fichar a tu marido para mi Atleti?
«En los medios o redes sociales siempre he querido dar mi sincera opinión, que a veces no gusta»
Hablemos del Mundial’90. ¿Apenas jugaste por la presencia de Martín Vázquez?
No lo sé. Era la Selección de la Quinta del Buitre, un combinado al que iba mucho jugador del Barcelona y Real Madrid, además de quizás uno del Athletic, otro del Zaragoza… Del València fuimos tres (Ochotorena, Quique Sánchez Flores y yo), pero casi no jugamos.
Luis Suárez, el seleccionador, tenía mucha confianza en ese grupo, y no era dado a grandes revoluciones. Caímos ante Yugoslavia en octavos (2-1).
¿No tuviste opción de acudir a la cita de Estados Unidos?
Ya estaba Javi Clemente como entrenador, que, aunque curiosamente me llamó para la primera convocatoria -frente a Inglaterra-, optó más por jugadores nuevos, caso de Julen Guerrero. Curiosamente, el año del Mundial había hecho quince goles en la liga, sin tirar penaltis ni faltas.
¿Dejar el fútbol fue sencillo?
Me retiré con treinta y cinco; ahora posiblemente hubiera aguantado algo más. Pero llevaba jugando como profesional desde los diecisiete, disputando por fortuna casi todos los partidos, incluso los amistosos. Además, nosotros somos los que viajábamos en autobús o tren coche-cama, muy pesado.
Ya estaba preparado para dejarlo cuando salí del Valencia, pero Inglaterra me llamaba mucho la atención. Logré jugar allí, algo muy poco habitual en esos años, en un equipo histórico como los Wolves, en ese momento en Segunda y ahora con muy buenos resultados en la Premier.
Me lo pasé tan bien en esos campos, en ese ambiente, con esas aficiones, que lamenté no haber ido antes. Es un fútbol muy atractivo de jugar, todos van al 120%, aunque gusta también el que la para y la juega bien.
«Tuve el placer de jugar un año en Inglaterra, en esos campos, con esas aficiones, muy bonito»
¿Jugaste en Old Trafford o Anfield?
No, al estar en Segunda División, pero sí la FA Cup, la competición más antigua del fútbol. Jugué en campos como el del Sheffield United, Sheffield Wednesday, Middlesbrough, Crystal Palace… Fue una experiencia muy bonita.
Hablemos del momento actual del club.
Es uno complicado, porque, aunque antes estábamos descontentos con la gestión, no había peligro de descenso, como sí ahora. Hace dos temporadas estuvimos ya cerca de bajar, nos salvamos de milagro, sacando al final puntos importantísimos en Valladolid y Vigo.
El pasado curso no se sufrió, quedamos novenos, pero acabamos mal la competición, y el presente está siendo un desastre.
¿El discurso de Rubén Baraja ya se había agotado?
Estuve encantado que viniese, que le fuese bien, pero sí, era necesario un cambio de entrenador. El equipo había entrado en una dinámica muy pobre, con apenas victorias y una muy mala imagen.
La forma de juego de Baraja, además, era invariable: es muy difícil hacer cambiar a un entrenador defensivo. No consiguió dar con la tecla para que el equipo jugase mejor.
«La pérdida de categoría supondría primeramente un ambiente muy tenso y beligerante contra Lim»
¿Confías en Carlos Corberán?
En su idea sí. Ahora falta ver si convence a los jugadores para que su pensamiento se implante bien. Los entrenadores podemos tener una idea de juego, pero es determinante cómo lo transmitimos y hacemos que lo realicen.
Cuando las cosas van bien es muy fácil convencerles, pero no al complicarse. Una gran ventaja es que otros equipos están tan mal como nosotros, como Espanyol, Valladolid o Leganés, no estamos tan lejos de la salvación.
¿Cuáles serían las consecuencias si se descendiera?
Habría una tensión y un ambiente muy beligerante con el máximo accionista, Peter Lim. A nivel deportivo sería una ruina, pero el Valencia no va a desaparecer. Económicamente se acaba de pedir una línea de crédito de 325 millones de euros, tenemos un campo por vender, otro por acabar de construir…
¿Fichar algún jugador veterano podría ser la solución?
Quizás, pero ahora tenemos todas las fichas ocupadas, y también vamos un poco a salto de mata. Contacté con Corona, director deportivo del equipo, porque había un agente que quería ofrecer un delantero experimentado y me dijo que no fichan a jugadores de más de treinta años.
Pese a todo, quiero ser optimista y pensar que hay calidad suficiente en la plantilla para salvarse. Pronto recibimos en casa a los rivales directos, ¡partidos que serán finales!
«Confío en la idea de juego de Corberán y las ‘finales’ que jugaremos en Mestalla contra rivales directos»
¿Qué es ‘La zona del 10’?
Nunca me animó excesivamente que se escribiera un libro sobre mí, quizás porque no he dejado de estar en los medios; pero un amigo -Santi Raga-, muy valencianista, insistía que se debía contar mi historia, que ahora era un buen momento.
Me presentó a Jesús Manzano y fue un placer hacerlo. A él, humorista de profesión, le gusta el fútbol, aunque no está metido del todo y podía tener otra visión.
Desvelas aspectos relevantes de tu época post-jugador.
Sí, explicadas con cierta delicadeza, aunque contando lo que pasó. Por ejemplo, tuve mucha relación con José Luis Olivas, presidente de Bancaja, así como Vicente Soriano, Manuel Llorente -ambos presidentes del Valencia- o Braulio Vázquez, actual director deportivo de Osasuna.
Indico algunas de las situaciones que viví con ellos, como el hecho que Olivas quiso destituir a Soriano y ponerme a mí al frente de la presidencia, mi relación con Llorente, que siempre supe que me despediría o esos últimos meses con Braulio, quien tras traerle a Valencia como amigo personal no fue sincero conmigo los últimos meses… Entresijos que se producen en el mundo del fútbol.
¿Quieres decir que los males del Valencia vienen de lejos?
Antes de la llegada de Lim, rememoremos, el club tenía más de trescientos millones de deuda, un campo que se debía vender, otro que construir, como decía, era propiedad de la fundación por un préstamo de Bancaja, siendo la Generalitat el avalista.
Puede que estuviéramos incluso peor, no a nivel deportivo, pero sí como entidad. ¡Y a esa situación nos llevaron los valencianos que gestionaron el club desde la marcha de Arturo Tuzón!