‘Esto no estaba en mi libro de historia de Roma’, ‘La España sagrada’ o ‘Historia maldita del rock’ son solo algunos de los títulos firmados por Javier Ramos de los Santos, quien, ante la crisis en la profesión a principios de este siglo, canalizó su oficio hacia la elaboración de estas obras divulgativas.
Ahora acaba de presentar, en noviembre, ‘Los códigos secretos de la pintura’, escrita esta vez en colaboración, enfocado a “los enigmas que guardan las obras de arte, donde la vida de muchos de sus autores son en sí misterios”. En esta entrevista habla también de ello, y reflexiona sobre su obra y su profesión.
«El periodismo me enseñó a dirigirme a un público más amplio»
Estamos en 2016 y en las librerías aparece el libro ‘Guía de viajes por la Hispania Romana’, tu primera aventura como escritor. ¿Cómo llegó?
Pues llegó tras la época del 2009-2010, con la crisis en el sector, los cierres de las redacciones, y aquello lógicamente me afectó mucho. Entonces decidí abrir un blog, de viajes e historia, que eran mis pasiones, aunque más la historia, pero si quería monetizarlo, tenía que enfocarlo más así. Y entonces, creo que fue un día antes de Nochebuena, se pusieron en contacto conmigo.
La idea era hacer lo del blog, ‘Lugares con historia’, pero en papel, en libro. Al final no fue eso lo que salió, sino la guía, que era un proyecto bonito, y se trataba de hacerlo también de una manera artística, con mapas.
Venías de trabajar en las redacciones de los diarios, de la noticia día a día. ¿Qué crees que te aportó como autor de libros?
Hombre, el periodismo está claro que te da una base humana y académica. Es un trabajo donde no eres experto en nada pero tienes que hablar de todo. Me gustaba la política local, la nacional, las páginas de cultura. Y también me enseñó a dirigirme a un público más amplio.
Cuando comencé con los libros, a esto se sumaba que he leído mucho, y que me encanta y me apasiona la historia. Así que se trataba de escribir con un lenguaje ágil, que llegase al máximo público. Y luego estaba también mi pasión por la intrahistoria, lo que hay detrás de la historia, en la cara B.
«Intento escribir con un estilo desenfadado, ágil»
¿Sigues con el blog de ‘Lugares con historia’?
Sí, siglo con él, aunque ya no puedo llevarlo como antes. Hay que cuidar qué publicidad coges, porque Google puede penalizarte; pero sí, quiero seguir publicando. Ver cómo puedo enriquecer el blog utilizando la Inteligencia Artificial, por ejemplo.
¿Y de dónde llegó ese amor por la historia?
Pues la verdad es que llegó tarde, allá los diecinueve o veinte años, cuando estaba en cuarto o quinto de carrera. Aunque al comienzo me encontré con que se trataba de clases muy tediosas, al final me enganché, primero con la historia de España, y la universal, y las grandes civilizaciones. Viajé, visité Roma, Pompeya, Génova.
Y así se fue ampliando mi amor por la historia. Y por los mitos, como la Atlántida, Lemuria, Tarsis. Aquellas civilizaciones antiguas que no sabemos si existieron o no. Pero igual puede suceder como con Heinrich Schliemann y el descubrimiento de Troya, que nadie le creía hasta que desenterró los restos de la ciudad descrita por Homero en ‘La Ilíada’.
«Esto es un ‘hobby’ al que le pones mucho esfuerzo; es una afición»
Cuando leo tus libros, o tus artículos en revistas como ‘Clío’ o ‘Muy Historia’, noto un gran cariño por los temas que tratas.
Es que siempre me pongo en el papel del lector, en qué me gustaría leer a mí. Intento un estilo desenfadado, ágil. Es cierto que algunas obras son encargos, como ‘Esto no estaba en mi libro de historia de Roma’, o con ‘Esto no estaba en mi libro de historia del circo’. Cuando me lo encargaron, la verdad es que no sabía nada sobre ello. En el fondo era un tema que ni siquiera me llamaba.
Pero empiezas a trabajar, y no te digo nada si encima se trata de un proyecto tuyo desde el principio. Siempre trabajas con la pregunta de “me gustaría saber esto, por qué”. Como te decía antes, la cara B del tema. Ahora por ejemplo trabajo en un libro sobre los ejércitos, desde la antigüedad, pero buscando saber esa intrahistoria, lo que no suele salir.
Pero para ese interés por las bambalinas de los temas, ¿cuáles son tus referentes?
Pues mira, para mí un gran referente fue Carlos Fisas, cuando escribía obras como las ‘Historias de la Historia’ o las ‘Historias secretas de la Historia’. Fui reuniéndolas en librerías y mercadillos. Estaban escritas en un estilo ameno y te confieso que siempre he intentado imitarle, sobre todo con mis libros para la serie de Almuzara ‘Esto no estaba’.
Por ejemplo, con ‘Esto no estaba en mi libro de historia de Roma’. O con mi último libro publicado, ‘Los códigos secretos de la pintura’, donde jugar con el misterio es un plus. Encontrarse con esos casos, que muchas veces están explicados de forma racional, pero en otros queda en suspenso. Como lector me hubiera gustado encontrarme con un libro de esas características.
La gran afición
Eres un autor prolífico, pero, ¿se puede vivir de ello?
Qué va. Piensa que el autor se lleva el seis o el ocho por ciento de la venta por libro. El resto va para edición, impresión, distribución. Si no eres un Arturo Pérez-Reverte, o un Javier Sierra, o un Juan Eslava Galán, te complementa el sueldo, pero poco más. En el fondo, esto es un ‘hobby’ al que le hechas mucho esfuerzo, una afición: mientras podamos, vamos adelante.