Entrevista > Daniel García Andújar/ Artista visual, teórico y activista (Almoradí, 1966)
El almoradidense reside en Barcelona, aunque participa en proyectos artísticos por todo el mundo. Imparte talleres vinculados con el arte, la política y la tecnología, campos que le apasionan, que valora y tiene en cuenta a la hora de desarrollar un proyecto.
Su trabajo teórico y artístico ha sido galardonado tanto nacional como internacionalmente y, en su apretada agenda, ha encontrado un hueco para hablar con nosotros.
«Reivindicar el acceso a la cultura universal es fundamental»
¿De qué forma recuerdas tu infancia en Almoradí?
Con una mezcla de nostalgia y conciencia crítica. Fui un niño muy feliz, de pueblo, desentendido de todo, viviendo en absoluta libertad, con una vida muy sencilla. Es cuando uno crece, se despierta la curiosidad y todo se complica.
Almoradí era entonces un entorno en transición, marcado por una fuerte tradición agrícola, pero también por cambios sociales importantes. Creo que el crecer allí ha influido profundamente en mi forma de leer el presente y de trabajar con los contextos.
¿Cómo llegaste a formarte como artista?
En general, creo que uno nunca acaba de formarse. No vengo de la academia tradicional del arte, mi formación ha sido más bien transversal, autodidacta y situada en contextos de activismo político, cultura digital y reflexión crítica.
Aprendí tanto de la calle como de los libros, de los colectivos y de las redes, de los encuentros en márgenes y periferias, de otros artistas en talleres e intercambios. La práctica artística fue, desde el principio, una herramienta de conocimiento y transformación.
¿Recuerdas tu primer proyecto?
Tendría dieciséis años y comencé de forma muy convencional, desde abajo, aprendiendo de libros, equivocándome, pintando, haciendo pequeñas esculturas y dibujos.
Mi primera exposición fue en el Casino de Almoradí, con una obra más o menos seleccionada, y con una invitación que diseñamos e imprimimos en la imprenta nueva del pueblo. Hizo la presentación Dionisio Gázquez, entonces profesor del instituto. La hice con todos los detalles de lo que entendía entonces que era una exposición.
«Siempre he trabajado desde el compromiso con los contextos y las personas»
Eres un artista activista, partidario del desarrollo de un proyecto/idea en varios soportes y medios, algo no convencional como es ver el arte en un objeto tangible. ¿Cómo sueles trabajar una idea?
Las ideas no me interesan si no están atravesadas por la complejidad de la realidad. Trabajo a partir de la fricción entre contextos, memorias, tecnologías, conflictos sociales y estructuras de poder.
Cada idea pide su forma, su dispositivo, su temporalidad… Puede ser un archivo, una instalación, una publicación, una web, una imagen… Lo importante no es el formato, sino el proceso crítico que activa y cómo interpela al público.
Desarrollas proyectos artísticos en varios países. ¿Qué crees que te diferencia del resto?
Ahora mismo, por ejemplo, estoy en Shanghái, trabajando con estudiantes internacionales procedentes de gran parte del hemisferio oriental. Aquí el contexto sociopolítico es radicalmente diferente al occidental, y eso afecta directamente a cómo se comunican, producen y comparten contenidos.
No existen redes sociales como Instagram o Facebook. En su lugar utilizan plataformas como WeChat, Weibo o Douyin, con otras lógicas de uso y control. Este tipo de experiencias me enriquece enormemente porque me obligan a repensar cada proyecto desde cero, a cuestionar mis metodologías y adaptarme a realidades muy distintas de las que estamos acostumbrados en Europa.
En Almoradí, hace poco, realizaste la performance el ‘Museo del pueblo’. ¿Cómo fue?
Ha sido una intervención profundamente simbólica y compleja, pero emotiva también. Consistió en una procesión que trasladó reproducciones de obras maestras de artistas como Velázquez, Goya, Picasso y Matisse desde el casco urbano hasta la huerta de Almoradí, acercar el arte a la comunidad local y crear un diálogo entre el patrimonio cultural y el entorno natural.
Reivindicar el acceso a la cultura universal es fundamental, y también fue importante la participación de los músicos que nos acompañaron, como homenaje a la música que está tan presente en nuestra zona.
«Ahora estoy inmerso en algunos proyectos que involucran Inteligencia Artificial»
¿Qué pretendías transmitir?
Mostrar que la cultura no es propiedad de las élites ni de las instituciones, sino algo que construimos colectivamente, también señalando las heridas del pasado que siguen abiertas.
Pero también es una reivindicación de la huerta, de sus paisajes y de sus saberes como patrimonio vivo. Un patrimonio que ha sido sistemáticamente relegado o invisibilizado, pero que sostiene formas de vida, conocimiento y resistencia profundamente arraigadas.
¿Se puede visitar aún?
Sí, hasta el 31 de mayo en el Ayuntamiento de Almoradí, y podéis buscar y ver el video en YouTube.
¿En qué trabajas ahora mismo?
Ahora mismo estoy en China, desarrollando un proyecto de intervención artística y talleres con estudiantes en la Duke Kunshan University, cerca de Shanghái. El proyecto gira en torno a la Inteligencia Artificial (IA), las lenguas invisibles y los mecanismos de control. También desarrollaremos una versión de ‘El Museo del Pueblo’ allí.
La semana pasada inauguré un nuevo proyecto dentro de una muestra colectiva en Stuttgart (Alemania). Ahora estoy involucrado, en general, en algunos proyectos que involucran temas de IA, y en temas de políticas culturales que afectan a los artistas.