Las librerías fueron ríos. Las editoriales empaparon sus fondos. El paisaje inundado por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos a lo técnico, el horror para sus víctimas) del 29 de octubre del pasado año resultó devastador por doquier. Incluida la industria, pequeña pero laboriosa, productiva, la de la zona metropolitana de València capital. Aún hoy se lame unas heridas, como en el caso de la relacionada con los libros.
Una ola destructiva que acabó por afectar a tres centros logísticos (imprescindibles para la distribución, almacenes desde los que se visa recepción, depósito y envío, además de mantener controles de inventario), once librerías, con lo que nos quedamos sin buena parte del acceso a los volúmenes en papel, y cuarenta editoriales, al cabo las que nos proporcionan la materia que alimentará nuestros sueños.
Abundantes daños
‘Con la lectura construimos lo que somos. Contigo reconstruimos lo perdido’. Este eslogan se presentaba a fines del pasado año enarbolando la campaña promovida por la Associació d’Editorials del País Valencià (AEPV), a la que se sumaba el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO), reconocido en 1988 por el Ministerio de Cultura como “entidad de gestión colectiva de derechos de autor”, para ayudar a las firmas afectadas. ‘Libros de la DANA’, se llama.
Desde la AEPV son parcos en declaraciones. A cambio, abundan las notas de prensa. Por ellas sabemos que las pérdidas se cifran en 4,5 millones de euros, en cuanto a libros destruidos, y casi, o sin casi, 800.000 euros en infraestructuras y bienes arrasados (incluidos automóviles de reparto). Sin embargo, otros recuentos se colocan ya en torno a los 15.750.000 euros. ¿Tan importante es nuestra industria editorial?
En España, la Comunitat Valenciana ocupa el puesto decimotercero en librerías
Cantidad de establecimientos
Para hacernos una idea del daño en proporción, lo interesante sería cotejar datos globales. Por desgracia, en España existen bastantes vacíos al respecto. Así, en cuanto a librerías, como ejemplo, el último ‘Sistema de indicadores de librerías’ (completo dossier al respecto) publicado en su web por la Generalitat Valenciana es de 2011. Si bien la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), de 1978, posee algunos más cercanos, de 2023.
Sabemos por ello que nuestra Comunitat se encuentra en décimo tercera posición en el panorama nacional (que encabeza Castilla y León), en cuanto a librerías por cada 100.000 habitantes (una media de 4,89 establecimientos). ¿Pero cuántas? La última cifra más aproximada, de 2016, nos habla de 210 en la provincia valenciana, 120 en la alicantina y 40 en la castellonense.
A nivel nacional en 2024 se vendieron 77 millones de libros con unos 1.200 millones de facturación
Fructífero sector
Si tenemos un poco de paciencia y acudimos a las Páginas Amarillas, veremos que la realidad no queda muy lejos. De esta forma, esos once comercios, y más en estos tiempos digitales, no dejan de antojársenos bastante importantes. Papel mojado, estropeado, implica menor acceso a la cultura, y más si no se proporcionan muchas más ayudas que esta iniciativa de carácter gremial, asociativo.
¿Y en cuanto a las editoriales? Al fin y al cabo, las librerías se nutren de ello. Hay que señalar que, en España, donde según datos de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, creada en 1981 por el editor salmantino del mismo nombre (1926-2012, el responsable de Anaya, Alianza Editorial o Grupo Anaya), el pasado 2024 se vendían 77 millones de ejemplares, facturando unos 1.200 millones de euros.
Ya no somos la tercera potencia nacional en publicaciones, sino la cuarta
En cuarta posición
Obviamente, hablamos, con estas cifras, de las grandes empresas de comunicación del territorio español, muchas con filiales operativas en Europa y en el continente americano. ¿Cuál es el puesto de la Comunitat Valenciana en ello? La realidad es que ya no es la tercera potencia editorial española, como en tiempos de sellos como Editorial Valenciana-Ediprint-Edival (1932-1984). Ahora estamos en batalla comercial aquí con Andalucía, aunque este mercado lo siguen capitaneando Madrid y Barcelona.
Los datos del Ministerio de Cultura, referidos a 2022, hablan en el último cuenteo registrado sobre publicaciones (incluidos libros y folletos), de un 31,5% para la Comunidad de Madrid y un 28% en Cataluña, seguidas de un 13,8% andaluz y un 5,5% para nuestra Comunitat. Bajo ellas, disminuyen mucho los porcentajes. Las últimas, La Rioja, con un 0,5%, y Ceuta y Melilla, que aunque también cuentan con ediciones, su porcentaje es cero.
Zona bien importante
¿Pero, entonces, tan importante son como para requerir de ideas como préstamos a fondo perdido, ayudas varias y hasta ediciones especiales de libros? Pues sí: aparte del componente humano, que parece perderse a veces entre titulares y declaraciones rimbombantes, lo cierto es que los centros editoriales de la Comunitat, aunque extendida esta actividad por los cuatro puntos cardinales, se concentran en al menos en cinco puntos.
Así, las capitalinas València y Alicante, l’Alcoià, el Vinalopó y la zona metropolitana del ‘cap i casal’, en todos los casos con editoriales pequeñas pero muy activas, copan prácticamente la producción. Si nos falta uno de los puntales referidos, se nos desploma el puesto en un podio del que, como vemos, ya nos empujan. Más industria, más trabajo, mejor economía; si se nos inunda, el asunto se nos pone, cuanto menos, dramático, papel mojado.