Bajo su seriedad, su visión algo desencantada de la vida, no estaba desprovisto de ironía Angelino Fons (1936-2011), quien desde su casa en San Lorenzo de El Escorial veía el mundo con la experiencia de haber luchado contra vientos y mareas para ofrecer, entre encargo y encargo, alguna que otra película personal. Al final, solo anotó en su filmografía una obra maestra de esas que te enciclopedizan.
Cuando aceptaba el alimenticio, eso sí, procuraba por lo menos rodar el asunto lo mejor posible, hacerlo “bonito”, como decía él, aunque en realidad se refería a conseguir algo técnicamente digno. Pero le frustraba. Había crecido apegado al cine, carne de cineclubs en su Orihuela de crianza, también en tierras murcianas capitalinas, adonde fue a estudiar Filosofía y Letras. Y quiso él también probar lo del séptimo arte.
Estudiante en Murcia
La realidad es que había nacido en Madrid este oriolano de adopción, aunque en 1997 fue nombrado hijo predilecto de la pía ciudad, el mismo año en el que se le homenajeaba desde el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial, donde pasó buena parte del otoño de su vida. La Guerra Civil trajo a la familia hasta estas tierras, y varios de sus parientes acabaron por anotar natalicio alicantino.
¿Y lo de Murcia? Bueno, para la juventud criada en Orihuela con aspiraciones universitarias, o de estudios especiales, quedaban dos opciones: o marchar a Madrid o desplazarse a la casi contigua universidad murciana, que arrancaba en 1272, aunque en su actual formulación quedaba refundada en 1915. Para entonces, la universidad oriolana, de 1552, se había finiquitado en 1836. Desde 1871 hasta 1956 los jesuitas la dedicaron al bachillerato.
Debido a la Guerra Civil vino la familia hasta estas tierras
Asignaturas pendientes
Como es lógico, Angelino Fons cursó tales estudios allí, en lo que ahora era el jesuítico colegio de Santo Domingo, como en su tiempo el capitalino, de Alicante, Gabriel Miró (1879-1931). Por allí ya le picó el bicho cinéfilo, pero sería en Murcia donde iba a desarrollarse. Incluso llegó a dirigir el Cine-Club Universitario del lugar. Nunca tuvo empacho en confirmar lo que, sin embargo, solo aparece en algunas referencias: no terminó la carrera.
Le quedaron tres asignaturas, aunque, eso sí, se aplicó con las comunes. El caso es que ya tenía claro que lo que quería era estudiar cine, y no podía compaginarlo con Filosofía y Letras. Además, se trataba de marchar a Madrid, a la Escuela Oficial de Cine (cuando se llamaba, hasta 1961, Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas o IIEC), rama de Dirección.
Llegó a dirigir el Cine-Club Universitario de la institución murciana
‘Pestañeadores’ fílmicos
No fue buen estudiante: recordaba que ingresó a la par que el cineasta, luego colega y amigo, Francisco Regueiro y Román Gubern, escritor y crítico (que dejó estos estudios), nacidos ambos en 1934. Bien, pues Regueiro finalizó antes, ya que Angelino Fons repitió dos veces segundo y tercero. En el ínterin, no obstante, rodó alabados cortos, como ‘Desertores’, ‘Dos soldados’ o ‘Viaje de novios’.
Dos de ellos iban a interesar a los productores del momento: el titulado ‘Los pestañeadores’ (en Orihuela, Torrevieja o buena parte de la Vega Baja, un ‘pestañeador’ era alguien dedicado a espiar, generalmente con nocturnidad, a las mujeres desnudas o en ropa interior) y una adaptación de Luis Goytisolo (1935), ‘Al otro lado del muro’, con el que Fons se diplomaba, en 1963.
Ejerció de guionista para Carlos Saura en ‘La caza’ o ‘Peppermint Frappé’
Guionista y realizador
Arribaron los primeros y grandes éxitos, como guionista en largos de Carlos Saura, así ‘La caza’ (1966, ‘The Hunt’ a efectos internacionales) o ‘Peppermint Frappé’ (1967), o de Francisco Regueiro, tal que el multipremiado ‘Amador’ (1965). Y su estreno como realizador de largometraje, adaptando a Pío Baroja (1872-1956) en su film más galardonado, reconocido e internacional, ‘La busca’ (1966, ‘The Search’ en su distribución estadounidense).
La crítica solo le puso un pero: la interpretación blandengue de su protagonista, el actor Jacques Perrin (1941-2022), lo que revelaba que quizá muchos no se habían leído esta dramática incursión en los bajos fondos madrileños. El caso es que el éxito de la cinta hipotecó la carrera de Fons. Por un lado, para poder vivir de su profesión, aceptó cuanto alimenticio le llegaba; por otro, encima la censura masacró proyectos propios o encargos.
Salvadora televisión
Integrado por la crítica en eso que vino a llamarse “nuevo cine español”, su carrera fue apagándose como realizador creativo, aunque se estabilizó como sólido artesano. Desde el vodevil llamado “tercera vía” (que pretendía unir la comedia celtibérica, una puesta al día coyuntural de las historias picarescas, pero salpicada de sal gruesa, más un fondo crítico) hasta melodramas desaforados. En ocasiones, alguna bastante digna aunque academicista adaptación literaria.
Fue el caso de la muy galardonada ‘Fortunata y Jacinta’ (1970), según Benito Pérez Galdós (1843-1920). Pero hubo broche dorado: casi recluido en la televisión, rodó allí telefilms de gran altura, como ‘El crimen de la calle Fuencarral’ (1985), para la serie ‘La huella del crimen’, o el docudrama ‘Las rejas las veis vosotros’ (1987), para ‘Vivir cada día’. Desde su casa en San Lorenzo del Escorial, podía permitirse el plantarle un brillo a la ironía.