Reconocida por muchos como la mejor guitarrista flamenca de la actualidad, Mercedes Sanguiao (Lorca, Murcia, 2-octubre-1987), conocida artísticamente como Mercedes Luján, nunca ha dejado de trabajar para abrir caminos y romper moldes.
Hija y nieta de artistas flamencos, es una de las pocas mujeres tocaoras de nuestro país que han llegado a la élite y eso la ha convertido en una inspiración constante para todas las niñas que persiguen el sueño de dedicarse a la música.
El próximo 26 de julio se subirá al Teatro Cervantes de Petrer dentro del marco del Festival Internacional de Guitarra para presentar su último trabajo, ‘Origen’, un espectáculo con el que nos trasladará a la época dorada del flamenco vista con los ojos actuales.
«Me encanta el flamenco fusión»
¿Qué es ‘Origen’?
Un viaje hacia los orígenes de lo que formó el flamenco que hoy en día conocemos. Dónde se formó, con qué sonido, o con qué instrumentos. Es una reivindicación del flamenco, pero con composiciones de hoy.
¿Es posible girar la cabeza al pasado del flamenco con la mirada actual?
En mi caso sí porque vengo de una familia de artistas. Cuando en casa escuchas cosas que no vas a encontrar en una enciclopedia o cantes que no vas a ver en un escenario, es de ahí de donde te nutres. Y esos nutrientes son los que utilizo para ‘Origen’.
En el espectáculo actúas con la bailaora Sara Sánchez, ¿qué te aporta?
Es un aporte bastante rico, porque tiene una manera de bailar muy particular y muy única. Con este espectáculo se pone de manifiesto esa melancolía del flamenco pasado a través de los ojos de hoy, y en ese sentido, Sara me ayuda mucho con este formato.
¿Piensas que el flamenco que se tocaba antiguamente era más auténtico que el que se toca hoy en día?
Creo que la autenticidad está en los ojos de quien lo vea. Desde que tenemos uso de razón, en el flamenco siempre ha habido una controversia entre lo que es puro y tradicional y lo que no. Mi abuelo me explicaba que el flamenco quedó muy condicionado desde el mismo momento en el que dejó de ser un arte que se hacía en ‘petit comite’ para ser un arte que se hacía encima de un escenario.
Antes, no podías ganarte la vida con el flamenco, era algo cultural que había en las casas y que se transmitía de generación en generación. Pero en el momento en el que usas eso de manera lucrativa para ganarte la vida, tienes que adaptarlo a las necesidades de un público y meter cantes que son folclore de algunas ciudades españolas.
«Vengo de una familia en la que el flamenco es un idioma más»
¿Por qué hay tanta polémica con respecto a la pureza?
Viene desde siempre y la controversia forma parte de su ADN. Pero esa mezcla tienes que hacerla siempre con respeto y con mucho conocimiento. La pureza está en los corazones de la gente que hace el flamenco.
Entonces, ¿qué opinas del flamenco fusión?
Me encanta. Creo que el flamenco es una música que ya en sí tiene intrínseca la fusión. Si te pones a echar una vista atrás, hay cosas de otras culturas con las que está muy emparentado.
Esa mezcla, para mí, trae el doble de responsabilidad, porque debes tener un conocimiento de la música que estás fusionando para poder hacerlo bien. Me gusta la fusión y me encanta lo vivo que está el flamenco.
Háblame de tus comienzos en el mundo artístico, ¿cuándo llega la guitarra y el flamenco a tu vida?
Vengo de una familia en la que el flamenco era un idioma más. Mi abuelo paterno, Palmita, era guitarrista; mi abuela paterna era sobrina nieta del cantaor José Cepero, y somos parientes del guitarrista Paco Cepero.
También, mi padre era flamenco y mi madre cantaba canción española, así que la música me viene por todos los lados. Mis contactos con esta música son, por tanto, desde antes incluso de tener uso de razón.
¿Cómo te diste cuenta de que la guitarra llegaría a ser tu principal forma de expresión artística?
La primera vez que tuve una guitarra en las manos supe que no era una relación pasajera, sino que eso iba a ser para toda la vida. Recuerdo ese primer momento y procuro tenerlo siempre a flor de piel. Es una pasión que se lleva dentro que no se puede explicar.
«Cuando empecé a tocar la guitarra no tuve ningún referente que fuera mujer»
No es nada habitual ver a una mujer tocaora, ¿has tenido que batallar mucho para abrirte camino?
Donde quiera que voy, me abren las puertas y me siento muy bien acogida. Siempre he tenido que luchar y afortunadamente cada vez somos más guitarristas mujeres. Antiguamente había bastantes mujeres que tocaban la guitarra, pero cuando yo empecé, no tenía ningún referente femenino.
En realidad, la presión no la he tenido por ser mujer, sino por venir de una familia en la que hay una dinastía de flamenco y una saga de guitarristas.
Esa supuesta diferencia en el sonido de cuando toca un hombre o una mujer, ¿no crees que tiene más que ver con la sensibilidad de cada persona?
Eso es. Suelo hacer una comparativa entre dos grandes maestros de la guitarra como son Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar. Si te pones de espaldas, no podrías saber si quien está tocando es un hombre o una mujer. Simplemente, suenan completamente distintos. O, por ejemplo, guitarristas de la escena de hoy como Vicente Amigo y Tomatito. Son completamente diferentes porque expresan distinto y su lenguaje es diferente.
Con la guitarra pasa igual. Para mí, hay guitarristas buenos y guitarristas menos buenos. Lo que cuenta son las horas que imprimas a tu profesión, el cariño que le metas, y hacia dónde quieres ir. No creo que haya un género en el sonido, pero sí corazón.
Sin embargo, hay muchas niñas que comienzan tocando la guitarra, pero pocas las que llegan a la profesionalidad. ¿En qué momento crees que se produce esa ruptura que hace saltar todo por aires?
Eso es algo curioso. Se ven muchas niñas en los conservatorios, pero luego hay menos en los escenarios. Supongo que tiene que ver con que hay menos mujeres que hombres que tocan la guitarra.
¿Te costó mucho hacerte un hueco como guitarrista flamenca?
Todavía sigo luchando por estar arriba y lucharé todos los días de mi vida. De las pocas palabras que pude hablar con el maestro Paco de Lucía, haciendo alusión a la guitarra me decía: “esto no se llama guitarra, esto se llama todos los días”. Y es verdad.
También, mi abuelo me decía: “un día sin tocar lo notas tú, dos días sin tocar lo nota tu entorno, tres días sin tocar lo nota todo el mundo”. La guitarra es maravillosa, pero es muy esclava y tienes que estar con ella todos los días.
«Siento pasión cuando me subo a un escenario»
¿Qué sientes cuando te subes a las tablas y qué te gusta transmitir?
Sobre todo, pasión. Me he llegado a emocionar tocando porque rebusco dentro de mí para intentar darle al público ese legado tan importante que me dejó mi abuelo. Intento centrarme en que estoy transmitiendo una emoción.
¿Tienes tiempo de disfrutar cuando estás encima de un escenario?
Al principio me costaba mucho y sufría. Tenía la sensación de haber cargado peso y me tenía que ir a que me descontracturaran la espalda y los brazos, porque me agarrotaba de la tensión. Pero como todo, me costó un proceso, y hoy en día mi única meta es disfrutar. Cuando va a empezar la función tengo dos caminos: o sales a divertirte o sales a sufrir, y procuro siempre salir a divertirme.
Estás muy presente en redes sociales, ¿te gusta darte a conocer a través de ellas?
No estoy tan activa como me gustaría. Hay una línea muy fina que no quiero traspasar entre crear contenido y comunicar. Me imagino las redes sociales como si fueran una red de pesca: con ellas puedes pescar, pero también te puedes enredar.
Mi prioridad siempre es subirme al escenario, porque es mi verdadera vocación, pero utilizo las redes para comunicar dónde voy a actuar.
Después de la publicación hace unos años del tema ‘Ahora o nunca’, con el que fuiste nominada a los Grammy, ¿tienes algún proyecto de nuevo disco en el mercado?
Tengo un disco maravilloso, ya grabado, que va a ver la luz muy pronto. Es mi primer disco y mi proyecto más ambicioso. De momento no tiene fecha concreta de lanzamiento, pero saldrá a lo largo de este año.