Carles Sanjaime / Actor y profesor
Le hemos visto realizar un sinfín de papeles y la mayoría los borda, ya sean de comedia o dramáticos, aunque Carles Sanjaime (Gandía, 25-julio-1963) reconoce que le mueven más los primeros, donde se siente más a gusto. “Me agrada ir cambiando, pero en la comedia me lo paso mejor, igual que al equipo”, considera.
Actor inicialmente teatral, con numerosos protagonistas brillantes, en audiovisual ha gozado de personajes principales en los últimos años, en series como ‘Després de tu’ (À Punt) y sobre todo ‘La Moderna’, de La 1, apareciendo en más de 350 capítulos.
Su vis cómica la supo explotar en ‘Diumenge Paella’, sitcom en la que hacía de Tino, estrambótico ex marido de Elvira (Carme Juan). “La relación con los compañeros, con los que pasas tantas horas juntos, es básica en esta profesión, en todos los sentidos: debe haber química”, sostiene.
¿Cuándo te haces actor?
No sé cuántos años hace, estaba en el instituto -en Alzira- y me asomé al teatro, sentándome en las últimas butacas. Los compañeros de cursos superiores estaban ensayando para la obra ‘El Gran Drac’ y me dije “ostras, ¡cómo se lo están pasando!”.
Poco después me apunté al grupo de teatro. El siguiente paso fue irme a vivir a València y no parar de estudiar, Filología por las mañanas y Arte Dramático por las tardes. He tenido suerte, porque ya no me he bajado de los escenarios.
¿Tu intención era ser actor de teatro o actor en general?
De las tablas, por supuesto, porque aparecer en la televisión era algo tan lejano… No era como ahora, lo considerábamos casi utópico y solo unos pocos lo lograban. El resto nos centrábamos en el teatro.
¿Piensas que es más sencillo hacer llorar que reír?
¿Tocar esa fibra? Es igual de complicado. Me gusta la comedia principalmente porque me agrada pasármelo bien, soy una persona que necesita disfrutar sobre el escenario.
Asimismo, es muy bonito saber cómo está el compañero, porque no todos llegamos al teatro o al set de rodaje de la misma forma cada día. El público reconoce nuestro estado de ánimo al instante.
¿Los personajes cómo te los preparas?
Depende. En muchos casos normalmente el texto resulta esencial, al menos lo es para nuestra generación. Seguidamente tiras por un lado más introspectivo, buscando construirlo desde afuera o desde dentro.
También clave es el estilo del director y tipo de guion, porque si debes trabajar mucho con los compañeros esperas a desarrollarlo junto a ellos.
«Es bonito saber cómo está el compañero, porque no todos llegamos igual al teatro o set de rodaje»
¿Cuáles han sido tus obras teatrales más representativas?
Algunas las recuerdo con sumo cariño, otras las hubiera querido ver como espectador. Hablo de ‘Candid’, que hicimos hace muchos años en Moma Teatre, dirigida por Carles Alfaro; ‘Infinities’, con Lucca Romponi como director, en el Piccolo Teatro de Milán, o en ‘Comedias bárbaras’, con Bigas Luna.
En varias he coincidido con Diego Braguinsky, Carme Juan y otros. No éramos tantos, ahora sí lo somos, afortunadamente.
En televisión sobresale tu papel en ‘La Moderna’.
Principalmente porque jamás había estado un año y medio trabajando ¡todos los días! Fue un trabajo muy intenso que exigía muchísima memorización y preparación, apenas tenía tiempo para nada más.
Si en mes y medio en teatro creas una familia con el resto de actores, en dieciocho meses… Son trabajos que acaban formando parte no únicamente de tu currículo, sino de tu biografía, se te queda clavados.
¿Alguno más que quieras destacar?
El trabajo en ‘Smiley’ también fue muy gratificante. Hacía de Ramiro, amigo del padre de uno de los protagonistas (Carlos Cuevas), que regresa y confiesa que tuvieron una relación juntos.
Tampoco puedo olvidarme de ‘Diumenge Paella’, papel (Tino Costa) al que accedí tras una prueba. Fue una serie muy divertida, con buenísimos actores y excelente guion. Lástima que finalizó en la primera temporada.
«Hay trabajos que acaban formando parte no únicamente de tu currículo, sino de tu biografía»
Eres asimismo profesor y jefe de estudios de la ESAC.
Hace casi treinta años una serie de compañeros fundamos la Escuela del Actor de València. Tras varios cambios de sede seguimos siendo uno de los centros privados más relevantes.
Muchos actores a los que he impartido clase me los he encontrado después trabajando, o me han dirigido. Es fantástico, es como cerrar un círculo.
El futuro actoral valenciano ¿es bueno?
Ahora la gente se prepara infinitamente más que en mi época. Lo que sucede es que el trabajo es muy precario, cada vez más y con escasa continuidad.
Una gran mayoría deben marchar a Madrid o Barcelona, realizar diferentes trabajos o malvivir. Para bien, la capital ahora está mucho más cerca, y puedes vivir en València y trabajar en Madrid.