Entrevista > Javier Eguillor / Músico (Xixona, Alicante, 5-marzo-1975)
Javier Eguillor respira música por todos y cada uno sus poros, “es lo más grande de mi vida, sin contar a mi mujer e hijo”, asegura. Era tal su pasión que con solo ocho años se incorporó a la banda musical de su Xixona natal: “me llamaba mucho la atención el carro de los timbales en las fiestas de Moros y Cristianos”, rememora.
Fue el paso previo al Conservatorio Superior Óscar Esplá de Alicante, donde volvió a coincidir con el profesor Juan García Iborra, persona clave en su formación como percusionista. “Gracias a él, que me impulsó, fui invitado por la Joven Orquesta Nacional de España al centenario del Carnegie Hall de Nueva York”, dice orgulloso. Tenía quince años.
“Son oportunidades que la vida te brinda, pues los timbales no te permiten brillar como el piano o el violín”, opina. El resto le ha ido llegando por su inagotable talento, “con algo de suerte”, tocando con grandes de la música clásica, como Zubin Mehta, Gustavo Dudamel, Colin Davis, Daniel Harding y un largo etcétera. Igualmente, con Joan Manuel Serrat, Miguel Bosé, Vicente Amigo…
¿Qué tiene de singular la percusión?
De por sí es un instrumento especial, que se adapta a todo tipo de conciertos (modernos o clásicos). Tiene su importancia en algunos tipos de música, pues por ejemplo domina el ritmo, conduce el producto musical. Muchos lo consideran un segundo director.
¿Cuál fue tu evolución tras el influjo de Iborra?
Durante tres cursos quise ampliar mis estudios con el timbalero-solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín (Rainer Seegers), antes de hacer lo propio, un año, con el de la Orquesta de Montecarlo (Julien Bourgeois).
«Por fortuna, y tras muchísimos tropiezos, proyecto que hacemos ahora, proyecto que triunfa»
¿Llegar a la Orquesta de València era un reto?
Estuve cerca de quedarme en Alemania, pero muchas cosas del país germano no me agradaban: la comida y el frío, sin ir más lejos. ¡Soy muy español!
Ni siquiera soñaba con entrar en la Orquesta de València, por entonces una zona muy acotada. Pero hice oposiciones, las superé y llevo aquí desde el 2000, la mitad de mi vida.
¿Un paso importante fue participar en ‘Allegro ma non tropo’?
Sin duda, película musical dirigida por Fernando Colomo y protagonizada por una jovencísima Penélope Cruz. Era principios de los noventa y recuerdo que venía a rodar al Palacio de la Magdalena junto a Nacho Cano, por entonces su pareja, y su hermana menor Mónica.
«Ni siquiera soñaba con entrar en la Orquesta de València, y llevo en ella ya la mitad de mi vida»
Has tocado en lugares muy icónicos. ¿Destacarías…?
El Albert Hall de Londres, la Filarmónica de Berlín, el Musikverein de Viena o la Sala Tshaikowsky de Moscú, sin olvidarme de actuaciones en París, Tokio y Ámsterdam. He logrado en la música mucho más de lo que soñé.
Jamás pensé que de tocar los timbales en Xixona pasaría a vivir esos momentos y los que sigo disfrutando. Por fortuna, y tras muchísimos tropiezos, proyecto que hacemos ahora, proyecto que triunfa. Nos estamos llevando muchas alegrías.
¿Otros éxitos fueron Dissonances y Bandart?
Orquestas magníficas, que no llevan director y es el concertino el que ejerce como tal. Se componen de los mejores músicos europeos, lideradas por los directores-concertinos David Grimal (Dissonances) y Goran Nikolic (Bandart).
¿Cuáles han sido tus últimos trabajos?
Acabo de finalizar unos conciertos en el Liceo de Barcelona, como batería, a las órdenes de Dudamel. Asimismo, formo parte de varios cuartetos -‘Liber-Quartet’ y ‘Bolling-Quartet’ son dos de ellos-, con los que he actuado en un nuevo festival, llevado a cabo en unas bodegas de Ribera del Duero, en Tordesillas (Valladolid). ¡Ha sido impresionante!
«La música es lo que me hace respirar cada día, solo por la ilusión y compensaciones que me proporciona»
¿En qué estás focalizado ahora?
Principalmente en ‘Camilo Sinfónico’, con Dani Diges y David Pastor, y en mis conciertos de batería-solista de Henry Mancini, realizado junto a bandas no profesionales como la Polinyà del Xúquer.
Además, ya estoy preparando el borrador del concierto de timbales, de la mano de Óscar Navarro. Se trata del primer concierto de este estilo que hace el compositor de Novelda (Alicante) y se celebrará el próximo 16 de enero.
¿Ya tiene nombre ese concierto de 2026?
Todavía no, vamos a tener que pensarlo. Es un encargo del Palau de la Música, con el titular (Alexander Liebraich), aunque la idea es llevarlo también a Alicante u otros puntos, como La Coruña.
¿Te imaginas una existencia sin música?
Realmente no, pese a que no todo ha sido sencillo. La vida es un ‘viaje’, pues como se dice estamos de paso, y deseo que siempre sea con música.
La música es mi vida, lo que me hace respirar cada día que me levanto, solo por la ilusión y compensaciones que me proporciona.