La enseñanza del inglés desde unos cánones quizá demasiado estándares nos está dejando una curiosa pérdida lingüística. A la palabra ‘juice’ solo se le adjudica un significado: jugo. Y nos deja al zumo en la estantería. Por estos lares, en las zonas valenciano hablantes de la Comunitat Valenciana, también hemos reducido, por lo normal, el zumo y el jugo en el ‘suc’.
Eso sin contar con que en Hispanoamérica es más común el recurso a la palabra jugo (pese a que esta también viene asociada a contextos biológicos, como el jugo gástrico o hablar de jugos vegetales si nos referimos a los líquidos internos de plantas o tejidos). Sin embargo, en las áreas castellano hablantes el asunto tiene sus matices: zumo a las frutas, jugo a las verduras.
Cítricos en cabeza
¿Ya puestos, cómo andamos de zumos y jugos por la Comunitat Valenciana? Bueno, aparquemos, pero no demasiado, por lo que representa, otra de las diferenciaciones entre zumos (fruta natural exprimida, sin aditivos) y jugos (‘bautizados’ con agua, conteniendo azúcar, o con aditivos varios, incluido a veces el temido, aunque ya muy veterano, colorante E-120 o ácido carmínico, extraído de la cochinilla) y lancémonos.
Por supuesto, de entrada cítricos. Ya vimos en ‘Un cierto sabor ácido, quizá hasta agridulce’ (enero de 2024) que la campaña 2022-2023 estaba liderada por la Comunitat Valenciana, con el 50,6% de la producción nacional, con 2.907.509 toneladas (de las 5.747.169 totales en España), seguida de Andalucía, Murcia, Cataluña y Baleares. Con semejantes bagajes, se comprende que destaque también en este apartado.
En España la Comunitat Valenciana lidera la producción, por delante de Andalucía y Murcia
Escasez de fuentes
Hay que tener en cuenta, de todas formas, que desde las fuentes oficiales no existe un desglose por comunidades con datos específicos (que actualmente son manejados por entidades privadas, en muchos casos mediante informes de pago), y que, por ejemplo, el mismo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en su ‘Informe anual de la industria alimentaria española periodo 2022-2023’, habla de la industria de bebidas en general.
No obstante, existe dónde agarrarse. Y descubrir así que en este asunto, abierto a zumos y néctares (literalmente, jugos azucarados), se repita la clasificación: Comunitat Valenciana (especialmente con las naranjas), Andalucía (cítricos en general), Murcia y Cataluña (muy importante en el tema de la distribución). Interesante para un país que, en zumos y néctares, se encuentra en primeras filas en cuanto a exportación.
Superan a nuestro país, en Europa, Alemania, Francia y Gran Bretaña
Graneros foráneos
Sin embargo, no se encuentra al frente en cuanto a producción, superado en Europa por Alemania, Francia y Gran Bretaña (las tres con notable empuje estatal), pero por delante de Italia, Turquía (técnicamente, un país euroasiático) y Polonia. En el ámbito mundial, comienza Brasil, seguido por Estados Unidos, China e India (que se apuntan a todo) o México, más los países europeos. Quizá el origen de la comercialización de los zumos pueda dar una pista.
Decir que América Latina (Hispanoamérica más otras áreas de América Central o la del Sur) fue un granero dominado económicamente por corporaciones estadounidenses (tras las respectivas colonizaciones), aunque afirmación reduccionista, no deja de tener su parte cierta. Y fue en Estados Unidos a finales del siglo XIX cuando arranca esta industria gracias al método de pasteurización del zumo de uva, en 1869, de Thomas Welch (1825–1903).
Experimenta una caída pronunciada el consumo en los hogares españoles
Riqueza de opciones
Europa, y con ella el Levante español, lo adaptó pronto, de manera más o menos mecanizada. La industria de zumos y néctares (los jugos, los de la verdura, se quedan para la licuadora, invento estadounidense de 1922 obra de Stephen J. Poplawski, 1885-1956; aunque ofertas hay por los supermercados) iba a cobrar fuerza con el acicate de gozar generalmente de abundante materia prima en sus centros productores.
Naranjas, melocotones, mangos, plátanos, uvas. En nuestros estantes, es fácil encontrarse, en los etiquetados, incluso en marcas blancas (referencias vendidas con el cuño correspondiente del distribuidor), con direcciones de empresas de nuestra Comunitat o de Murcia, principalmente (además de alemanas). Incluso cuando hablamos de embotelladoras o procesadoras de productos estadounidenses. Y una creciente preocupación por aquello que estamos deglutiendo más o menos alegremente.
Preferencias comerciales
Abarca lo saludable (estigmatizando productos cuyo uso moderado no resultaría dañino, aunque pudieran ser cuestionables según el etiquetado), lo natural (producto más de la quimiofobia: no siempre es buena consejera), sin azúcares añadidos (aunque nos cuelen dextrosa, fructosa, glucosa, sacarosa u otras ‘osas’), reciclables (pero no siempre resulta posible), lo funcional (panaceas que pueden relajar, vitaminar o energizar).
Triunfan los mezclotes, entre frutas, con verduras (el tomate, técnicamente también fruta), con leche, cereales. Fáciles siempre de transportar. Lo que no impide que la revista ‘Financial Food’, en su número de mayo de 2024, nos asegurara con respecto al sector “el consumo en los hogares españoles experimenta una caída pronunciada, con una disminución del 9,1% en volumen y del 1,8% en valor al cierre del año 2022”. A beber.