ENTREVISTA > Isabel Fernández / Judoka medallista olímpica (Alicante, 1-febrero-1972)
Este mes se cumplen veinticinco años de la medalla de oro olímpico que Isabel Fernández ganó en Sidney 2000. Ha pasado ya un cuarto de siglo desde aquel 18 de septiembre en que esta judoka criada en Torrellano derrotara a la cubana Driulis González en la final. Por si le faltaba todavía algo de epicidad a esta bella historia, años más tarde se acabaría casando con su entrenador Javier Alonso.
Hoy en día el matrimonio regenta un club de judo en Alicante, donde entrenan a jóvenes que sueñan con alcanzar la gloria en este deporte que Isabel alguna vez logró. Recordamos con ella aquella hazaña australiana y su gran carrera profesional en el judo de más alto nivel.
Comenzando por el principio. ¿Cómo recuerdas tu infancia en Torrellano? ¿Por qué te dio por empezar a practicar judo?
A mí me gustaba mucho el deporte. Ya había hecho ballet, aunque lo dejé al mes de empezar (risas). Luego me apunté a judo porque mi profesor de educación física del colegio empezó a dar clases extraescolares en Torrellano. Yo era de las que mejor corría y hacía los ejercicios en clase, así que me animó a apuntarme. Evidentemente ni yo ni mis padres sabíamos lo que era el judo. Por aquel entonces no era un deporte muy conocido.
¿Cuándo te empezaste a dar cuenta de que este deporte se te daba bien de verdad?
Empecé a competir a nivel nacional, en la categoría sub-19, a los quince años. Ya por entonces me quedé campeona de España en mi primer torneo. Aunque en aquel momento tampoco es que pensara en alcanzar cotas mayores. Simplemente me gustaba mucho el judo y la competición.
Quizás fue hacia los dieciocho años cuando ya me di un poco de cuenta, porque me estaba clasificando para el Campeonato de Europa y quedé segunda en el Campeonato de España absoluto.
«Empecé en el judo porque me animó un profesor de mi colegio en Torrellano»
Llegan las primeras -y a día de hoy únicas- olimpiadas celebradas en España y te quedas fuera por decisión federativa. Lo cual coincide también con el repentino fallecimiento de tu entrenador Sergio Cardell. Debió ser un momento muy duro, ¿no?
Ese año ya había sido campeona de España y efectivamente tenía posibilidades de haber ido a Barcelona. Además, el fallecimiento de Sergio por accidente nos pilló a todos totalmente de improviso. Evidentemente que me afectó, pero una debe seguir para adelante… y así lo hicimos.
De hecho continuaste ganando torneos en los siguientes cuatro años, y fuiste bronce en Atlanta 96. ¿Qué recuerdos tienes de esas olimpiadas?
Tenía veinticuatro años y fueron mis primeros Juegos Olímpicos (JJOO) así que los recuerdo con muchísima ilusión. Sabía que tenía que darlo todo, y que allí posibilidades tenemos todos. A fin de cuentas quienes se clasifican a las olimpiadas siempre es gente buenísima, e incluso algunos que también son muy buenos se quedan fuera por mala suerte o lesión.
Al final son unos cuatro o cinco combates, y todo puede depender de no tener un constipado o más nervios de lo normal. En Atlanta tuve la suerte de poder subirme al cajón, así que imagínate la ilusión que me hizo ganar mi primera medalla olímpica.
Imagino que este éxito te impulsó a creer que podías conseguir lo máximo en los siguientes JJOO. ¿Cómo transcurrieron los siguientes cuatro años?
Claro, porque además el judo es un deporte en el que puedes estar compitiendo bastantes años. Así que me propuse desde entonces que en los siguientes Juegos quería estar en lo más alto. Querer no significa necesariamente conseguirlo, pero desde luego tenía toda la motivación y ya sabía un poco cómo era el camino.
Una vez que llegas ya a Sidney, ¿por qué crees que te salió todo tan bien?
Venía de obtener resultados muy buenos en competiciones internacional. De hecho llegué a sacar medallas en los europeos durante trece años, pero resulta que justo en el año 2000 perdí el primer combate contra la belga Marisabel Lomba. Esto me sirvió para darme cuenta de que tenía que estudiar mejor a mis rivales y entrenarme duro hasta Sidney. Así lo hicimos Javi y yo.
En las olimpiadas me tocaron gente muy buena como la japonesa Kie Kusakabe, pero la gané. Recuerdo el combate de semifinales contra la autraliana María Pekli como el peor, porque todo el público se me echó encima y los árbitros aguantan un poco más para sancionarla. De hecho pensaba que la decisión se la daría a ella, pero al final los tres árbitros fallaron a mi favor.
«Siempre hemos tenido grandes judokas en España, incluso aunque no se consiguieran medallas olímpicas»
¿Y qué recuerdas de la final, contra Driulis González?
Ese combate lo tenía más que estudiado. Driulis es quizás la competidora más fuerte que he tenido, una mujer muy constante que ya tenía medallas olímpicas y en juegos paramericanos. Ya me había enfrentado a ella varias veces en competiciones internacionales, así que nos conocíamos muy bien. Fue un combate muy táctico, y aguanté hasta el final.
Sinceramente era un combate que había visualizado tantas veces de una determinada forma en los entrenamientos y en mi cabeza que cuando terminó… pensaba que no había ganado. Luego ya cuando me colgaron la medalla me convencí de que era verdad (risas).
¿Recuerdas cómo lo celebraste allá en Sídney?
Pues obviamente Javi y yo queríamos ir a tomar algo. Lo que pasa es que me hicieron tantas entrevistas que cuando por fin estábamos libres ya era la una de la madrugada. Además él estaba durmiendo en una furgoneta con otro compañero, pero resulta que no localizaba al conductor y no encontrábamos un hotel que tuviera habitaciones en plenas olimpiadas.
Al final nos tomamos algo rápido y acabamos yendo a la Villa Olímpica. Recuerdo que dejé a Javi en una carpa que tenían los voluntarios… con la medalla puesta encima durmiendo en una silla (risas).
Yo tampoco dormí en una cama porque tenía de compañera de habitación a Sara Álvarez, que competía al día siguiente y no quería molestarla siendo tan tarde. Así que encontré un salón que no tenía ni sofá y me tumbé en el suelo usando una mochila de almohada (risas). Luego al día siguiente me pegué una ducha grande y volvimos al pabellón para ver luchar a Sara.
«Para triunfar en el deporte primero hay que divertirse, y segundo tener constancia»
¿De qué manera fue tu regreso a España y Alicante?
Fue muy emocionante porque en el Aeropuerto fueron a recibirme mis padres, mis compañeros con los que había entrenado, el alcalde Elche y mucha gente más.
Los JJOO es la competición más importante que tenemos, y además era la única que me faltaba pues ya había sido campeona de Europa y del mundo. Ceo que unos meses después todavía me pinchaban, y no sangraba (risas).
Cuando estás en el momento te parece hasta fácil, pero ahora viéndolo con más perspectiva te das cuenta de lo difícil que fue ganar todo aquello. He conocido a muchos judokas que también entrenaban muy fuerte y lo daban todo, pero que no han conseguido ni un cuarto de mi palmarés. Así que me considero muy afortunada.
Tras Sidney 2000 todavía competiste unos años más. Como bien dices habías ganado ya todo lo posible pero ¿quizás las últimas olimpiadas te dejaron un gusto amargo?
Bueno. En Atenas rocé la medalla de bronce, pero la cubana Yurisleidy Lupetey me sacó una sanción y me quedé a las puertas. Así es la competición, por muy bien que estés… a veces no se gana. Por eso hay que disfrutar tanto de las victorias, que son fruto de un trabajo durísimo. En aquella ocasión me tocó levantarme y seguir.
Luego en Pekín llegué encontrándome muy bien, de hecho en el año anterior había sido subcampeona del mundo y campeona de Europa. Sin embargo ese día no estuve bien, y no llegué a disputar medallas.
En Atenas 2004 fuiste la abanderada del equipo español. ¿Qué supuso aquello para ti?
Fue un orgullo muy grande que contasen conmigo, porque había muchos otros deportistas que habían obtenido buenos resultados y además antes solo se podía llevar a un solo abanderado por delegación. Así que para mí fue un gran honor representar a todos esos grandes competidores españoles que habían estado cuatro años preparándose tanto para estar allí.
¿Cómo fue tomar la decisión de colgar el kimono?
Ya me estaba acercando a los cuarenta años, y siempre había querido tener familia. Así llegó el momento en el que decidí que debía retirarme. Me alegro de haberlo hecho, porque evidentemente elegiría siempre a mi hija antes que cualquier medalla. Es el mejor resultado que he tenido nunca (risas).
«Me retiré porque quería ser madre, y no cambiaría a mi hija por ninguna medalla»
Lo cierto es que tu hija también es fruto del judo, porque su padre y tu actual marido era precisamente tu entrenador.
Sí, al final cuando tienes una persona que está en tu mundo es más fácil que sientas que te comprende. Javi me aseguró que nunca me diría cuando tenía que retirarme, mientras que yo pudiera seguir compitiendo. Siempre fue un gran apoyo.
Desde luego en aquellos años el judo español dio un salto enorme contigo, Miriam Blasco, Almudena Muñoz, Ernesto Pérez Lobo… ¿Por qué crees que salió una generación tan gloriosa?
Hay generaciones que de repente se juntan, y por unas cosas u otras, van saliendo en los entrenamientos y las concentraciones. En realidad, hemos tenido grandes judokas españoles a primer nivel en todas las épocas que han obtenido grandes resultados en mundiales y europeos, pero que sin embargo en los JJOO no han terminado de sacar medallas.
De hecho, en los últimos años hemos tenido gente buenísima como Sugoi Uriarte, María Bernabéu, Leire Iglesias, Esther San Miguel o Nicoloz Shera. Sin embargo, desde mi oro de Sídney estuvimos veinticuatro años sin una medalla olímpica, hasta que ganó Fran Garrigós en París.
Una vez que ya estabas regentando tu propio club de judo, fuiste concejala de Deportes en el Ayuntamiento de Alicante. ¿Por qué quisiste meterte en política?
Esto me lo propusieron y me pareció interesante la idea de poder hacer algo por el deporte. Lo que pasa es que justo en esa legislatura tuve a mi hija. Incluso volví a entrenar y hasta me vi todavía con posibilidades de ir a Londres 2012, de hecho al final me quedé a un solo puesto de clasificarme.
Aún con todo recuerdo mi paso por la política como una experiencia positiva. Es cierto que desde fuera quieres hacer muchas cosas, y luego al final no se puede tanto. No obstante conseguimos algunos logros como recuperar la media maratón, organizar jornadas para discapacitados y mayores, etc. Todo y a pesar de que nos pilló lo peor de la crisis económica. Creo que, con lo poquito que había, sacamos muchas cosas.
Eres propietaria de un club de judo desde hace ya bastantes años, ¿qué tal ves a las próximas generaciones del judo alicantino?
Tenemos un buen grupillo, como por ejemplo un conjunto de cadete junior que están sacando buenos resultados nacionales e incluso alguno internacional. Trabajando seguro que saldrá algún deportista de élite.
¿Algún consejo para un chiquillo alicantino que quiera ser la futura Isabel Fernández?
Siempre les digo lo mismo, en el deporte lo primero es divertirse. Luego lo demás es el trabajo constante. Siempre lo más difícil es seguir en el día a día, incluso cuando estás cansado y no puedes más. Habrá momentos en que no se gana, pero si se sigue adelante y se tiene buena cabeza… al final todo llega.
De todas formas, se llegue a la élite o no, siempre hay que hacer deporte para disfrutar, estar sanos y tener una buena calidad de vida.