La pandemia fue un golpe de realidad para todos. Entre los más afectados, como sabemos, las personas mayores, especialmente aquellas vulnerables, que salen poco o nada de casa y obviamente precisan de una serie de cuidados. De hecho, se calcula que se ha triplicado la cifra de personas ancianas que viven solas.
Como respuesta a este problema real, alumnos del módulo de Farmacia y Parafarmacia del IES La Melva crearon el proyecto ‘Farmahogar’, con el que ganaron la octava edición del concurso nacional ‘Emprendemos. Fomento del emprendimiento cooperativo en la escuela’, concedido por UECoE y el Grupo Cooperativo Cajamar.
El premio, dotado con 2.000 euros, se centra en la ‘Mejor iniciativa emprendedora desde centro no cooperativo. “Se trata de un proyecto que cumple una necesidad”, opina Ofelia Mas, profesora y máxima responsable del módulo.
Crear una solución
La iniciativa, matiza Mas, fue creada por varios alumnos de Farmacia y Parafarmacia, en concreto tres de Segundo, Verónica García Beltrán, Clara Carreño y Eric García. “Fueron ellos los que detectaron una necesidad y buscaron crear una solución”, apunta.
El objetivo es ayudar a las personas mayores, “aquellas que no salen de casa -muchos porque no pueden- para proporcionales atención farmacéutica y acompañamiento domiciliario a personas dependientes, con movilidad reducida o en situación de soledad”.
Recuerda la propia Verónica que fue Ofelia la que les dio expectativas de futuro, “sobre aspectos de la vida que quisiéramos mejor”. Pusieron sobre la mesa vivencias en cuanto a las necesidades del ciudadano y el resultado fue ‘Farmahogar’.
Durante la pandemia se evidenció la vulnerabilidad de aquellas personas que no salen de sus casas
‘Programa Empren’
La profesora les animó a participar en el certamen, “me pareció interesante”. Todo se puso en marcha en marzo, mientras realizaban las prácticas, siendo un día clave para presentar el 28 de abril, el día del apagón en todo el país. Pudieron enviarlo la jornada siguiente.
Por su parte, Edu Hernández, jefe de estudios del centro, nos indica que están desarrollando el ‘Programa Empren’, que busca impulsar una cultura de emprendimiento en los estudiantes de ESO, Bachillerato y FP, fomentando competencias técnicas, sociales y personales esenciales para enfrentar los retos del mundo profesional y personal.
“Cuando te llega una propuesta así te das cuenta que es una necesidad real”, argumenta, antes de agregar que “además, ganamos el premio, felicidad máxima”. Se trata de una recompensa al trabajo realizado, un reconocimiento.
Esta iniciativa fue creada por tres alumnos de segundo curso del grado medio de Farmacia y Parafarmacia
Necesidad de primera mano
Mas rememora que el pasado año el IES La Melva ya ganó la misma competición, con el proyecto ‘MontiEstudio’, en ese caso con alumnos de la ESO. “Pese a los ánimos, había dudas y las prisas nunca son buenas consejeras”, confiesa.
Verónica insiste que es un proyecto para personas que lo requieren, “aunque no te das cuenta que es preciso hasta que te haces mayor: es una necesidad de primera mano”. Determinante fue cuando Ofelia les alentó, tras hablar con Edu, “lo tuvimos entonces clarísimo”.
También que iban a ganar, “porque genera muchas salidas”. Lucharon desde su artesanía casera frente a iniciativas mucho más tecnológicas, “y eso igualmente impactó a la hora de valorarnos, por nuestra motivación”.
Gracias a ‘Farmahogar’ los técnicos acuden a las casas y suministran medicamentos a personas mayores
Agradecida y tranquila
La estudiante lo apreció durante sus prácticas, “veía a la gente que necesitaba la ayuda de un vecino o familiar para comprar su medicación”. Acudían, asimismo, sin saber cómo se lo tenían que suministrar y “éramos nosotros los que les teníamos que asesorar”.
“Cuando un técnico ya sabe ciertas cosas puede ir a la casa y ponérselo igual que si el señor estuviera en la farmacia”, manifiesta Verónica, quien ha vivido el caso de su hermana Auxi, enferma de cáncer once años. La persona que recibe el medicamento, agradecida, queda mucho más tranquila, sabe que no va a tener que preocuparse.
Hoy en día, añade, por desgracia, apenas conocemos a nuestros vecinos, al menos en la mayoría de los casos. “Hay que tener uno que se ponga en tu lugar, que empatice contigo”. Lo mismo sucede cuando una persona mayor debe ir a renovar un carnet, por ejemplo.
Un futuro más bonito
Respecto a si con este tipo de alumnado el futuro es más bonito, Hernández remarca que “por supuesto, te das cuenta que no solo es memorizar las materias y expulsar esos conocimientos en el examen”.
Hay ganas y voluntad, con un alumnado que tiene la predisposición de cambiar las cosas. “Si aparte de un sustento económico, detrás hay algo que pueda ayudar a una sociedad que, por desgracia, se mueve por dinero, te llena mucho”.
Para Ofelia, ver el alumnado motivado “es un motor para mí, le abre un camino a Verónica y al resto de sus compañeros”. La estudiante llevaba más de veinte años sin ir a clase, “me lo propuse ahora, para renovarme, reactivarme y me siento super agradecida, pues he podido ayudar en proyectos nuevos, me he sentido muy integrada en clase”.