Entrevista > Ignasi Domènech / Músico (Alcoy, 6-julio-1989)
Una amplia fascinación por su instrumento -la percusión-, además de muchísima capacidad de estudio, han permitido a Ignasi Domènech lograr grandes hitos en la música, destacando conciertos en grandes escenarios del planeta (Tokio, Viena, Salzburgo…).
Entró en la Unió Musical siguiendo los pasos de su hermana Rosa, seis años mayor. “La música en Alcoy más que escucharse, se ve, ¡entra por los ojos!, especialmente la que se realiza durante Moros y Cristianos”, expresa.
Fueron muchos años en Zaragoza y Múnich (Alemania) antes de poder regresar a casa por la puerta grande, como miembro de la Orquesta del Palau de les Arts de València Reina Sofia, de las más prestigiosas del país.
¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Componentes de la Unió Musical vinieron a mi colegio a dar unas clases, extraescolares. Mi hermana se incorporó junto a otros a la banda y quise copiarla, a pesar de mi corta edad, cinco años. Al principio la música era como un juego.
Poco después empezó a interesarme más y tras un par de cursos pude escoger instrumento. Tenía clarísima mi elección.
La percusión.
Me encantaba ver los timbales sonando por las calles, quedaba alucinado con su protagonismo. Pero solo había un maestro de percusión para las tres bandas alcoyanas, me quedé sin plaza y decidí abandonar.
«Tengo mucho cariño a Zaragoza, donde estudié en el conservatorio y me formé como persona»
¿Qué te atrapaba de ese instrumento?
Su poder rítmico, la capacidad para dirigir un grupo sin estar delante. También su parte primitiva, al ser muy visceral en ocasiones: se trata, de hecho, del instrumento más antiguo, tribal, sin ser por ello sencillo, en absoluto lo es.
¿De qué modo prosiguió tu evolución?
Con once años entré definitivamente a la banda, aunque en el primer curso estuve a punto de dejarlo, de nuevo, sencillamente me aburría con gente más mayor. Por fortuna seguí el consejo de mi madre de darle una nueva oportunidad.
Estudié entonces con más ganas, alentado por Alfonso Yépez -entonces mi profesor, hoy también cuñado- y superé con nota el examen del Grado Profesional, puerta de entrada al Conservatorio de Alicante.
¿Cuándo finalizaste en el conservatorio?
En 2009, trasladándome seguidamente a Zaragoza para estudiar el Grado Superior. El de la capital aragonesa poseía, junto a Barcelona y San Sebastián, los mejores profesores de percusión.
Guardo mucho cariño a lo acontecido en Zaragoza, allí me formé como persona y alguno de mis mayores aprendizajes -buenos y malos- los viví en la Ciudad del Ebro.
«Pude haberme quedado en Múnich, allí toqué el cielo profesional, pero deseaba regresar»
¿Por qué decidiste después marchar a Múnich?
Durante los años en Zaragoza comenzó a gustarme mucho más la orquesta clásica, significa estar al pie del cañón, necesario para ser después un mejor docente. Supe entonces que hacían pruebas para entrar en una orquesta joven, con la suerte que me seleccionaron.
Pasaba los veranos (julio y agosto) tocando en Alemania. Poco a poco fui conociendo a gente de un nivel estratosférico, directores majestuosos, y anhelaba estar allí.
Y se cruzó en tu camino Raymond Curfs.
De la mano de otra alumna, Rosa. Insistí muchísimo para que me diera clases, más de dos años, hasta que finalmente accedió. Curfs, neerlandés, está considerado uno de los más grandes percusionistas del momento.
Me concedió una clase privada, en Maastricht (Países Bajos), con la mala suerte que un virus incubado la noche anterior me dejó muy débil. Toqué como pude: Curfs debió ver algo en mí y me convocó para dos semanas después.
¿La oportunidad de tu vida?
Sin duda. Salió todo muy bien y me indujo a realizar las pruebas para el conservatorio de Maastricht. Allí estuve solo dos meses, porque había salido una plaza para academicista de una orquesta grande en Múnich, y no lo dudé. Fueron un total de cuatro años en la capital bávara, maravillosos, tocando el cielo, musicalmente hablando.
«Vivo uno de mis mejores momentos, también a nivel personal tras la llegada de mi primer hijo»
¿Podrías haberte quedado en Alemania?
Si hubiera logrado la plaza… Pero la vida era muy complicada, los ensayos se impartían en alemán -idioma que casi desconocía-, se acababa el contrato con la academia, echaba mucho de menos España, la familia y en 2017 decidí regresar.
¿A Alcoy o València?
Primero pasé unos meses en una orquesta pequeña de Constanza (Suiza), mientras ejercía de profesor en Zaragoza y tocaba en Rotterdam, una auténtica locura, de aeropuerto en aeropuerto.
Me hablaron de una prueba para el Palau de les Arts de València, estudié como nunca, y de nuevo logré el puesto, definitivo cinco años después, en 2022.
¿Estás en tu mejor momento musical?
Diría que sí, también a nivel personal. Estoy donde deseo, en una de las mejores orquestas nacionales, he regresado a casa y he formado familia, un niño de poco más de un año.
Asimismo, desde hace dos años ejerzo como profesor de Repertorio de Orquesta del Conservatorio de Zaragoza, el mismo donde estudié.