Entrevista > Natalia Navarro Zaplana / Docente (Crevillent, 8-noviembre-1975)
En ocasiones nos alarmamos por las informaciones que leemos o vemos en televisión respecto a la inmigración. Por supuesto que la problemática existe, pero no en nuestro municipio y mucho menos en nuestras aulas, nos aclara la docente Natalia Navarro Zaplana.
Durante veinte cursos fue la directora del CEIP Julio Quesada-Pilar Ruiz y al final del pasado decidió abandonar el cargo, “necesitaba volver a ser profesora”, asegura. Ahora, en el Miguel Hernández es tutora de Quinto de Primaria y ejerce de profesora de Inglés.
Licenciada en Magisterio por la Universidad de Alicante, pronto se especializó en Lenguas Extranjeras. “Las oposiciones ya las hice en inglés”, apunta, antes de recordarnos que su primer centro en Crevillent fue el Doctor Francisco Mas Magro.
Veinte años de directora son muchos.
Fui, asimismo, la primera directora del Julio Quesada, un colegio nuevo que mucho después se unificó al Pilar Ruiz, de infantil. Cuando me hice cargo del centro la planta baja todavía estaba en obras.
«Después de tanto tiempo dirigiendo el centro, necesitaba cambiar y, además, mi vocación es la de maestra»
¿Podrías hacer una valoración?
Sin duda han sido los mejores años de mi vida. Ahora hago balance y ¡todavía me emociono!
Entonces, ¿por qué lo has dejado?
Porque son muchos años, mucha responsabilidad, estrés, ansiedad… Cualquier cosa que sucede te repercute, eres la primera a la que acuden. Precisaba un cambio, volver a ser profesora, y dejar paso a las nuevas generaciones.
Soy de la opinión que todos deberíamos ejercer un cargo directivo, para comprobar cómo se sufre. Era el momento adecuado para dar un paso atrás, ahora con el colegio unificado, desde 2021. Me siento muy satisfecha del trabajo realizado.
Has sido valiente, no es habitual dar ese paso.
Lo necesitaba, insisto. Mi cabeza anhelaba otras motivaciones, nuevos proyectos, pues la dirección de un centro te absorbe mucho, hay miles de tareas administrativas. Además, mi vocación es la de ser maestra, deseaba volver a serlo.
¿Una parte de Natalia lo echa de menos?
Por supuesto, un pedazo de mí se quedó para siempre en el Julio Quesada. Tenía 29 años cuando asumí la dirección, me ayudó mucho Begoña Hurtado -mi homóloga en el Pilar Ruiz- y me fui con 49, con el objetivo cumplido.
«Una parte de mí se quedó en el Julio Quesada, allí he pasado los mejores años de mi vida, sin duda»
¿Cuáles son tus funciones ahora?
Llevo la tutoría de Quinto de Primaria y les doy clases de Inglés. Vivo mucho más tranquila, ya que en esta profesión el salario es lo de menos. Casi nunca compensa, porque se es directora veinticuatro horas los siete días de la semana, pendiente siempre del teléfono.
Les digo a las familias “nos dejáis lo que más amáis, es muchísima responsabilidad”. Tenía a mi cargo 475 niños, lo más importante para cada uno de sus padres.
¿De qué forma ha sido la evolución sociodemográfica de Crevillent?
El mundo ha cambiado por completo, también lo que hay dentro de las aulas. Se ha notado un notable aumento de la inmigración -sobre el 30-35% del total- y representa un reto global para la educación.
¿Hablamos de una inmigración magrebí?
Fundamentalmente sí. También están llegando muchos críos de Sudamérica, aunque el grueso de la población es magrebí. En mi clase, por ejemplo, el 70%, aunque no es lo habitual.
Como experta, ¿cuál debería ser la integración correcta?
Es un tema delicado, pues son personas que albergan otra cultura, religión, forma de ser, de comportarse, alimentación… Pero al final se logra, es el reto al que me refería anteriormente.
Se trata de la realidad que tenemos, pese a que parece que vamos siempre con un poco de retardo. Debemos ponernos las pilas y atenderlos como si fueran nativos.
«Todos los niños tienen algo especial que los maestros debemos saber identificar, siempre son buenos en algo»
¿Reconociendo sus diferencias?
Por supuesto, intentando que sean felices en el sitio donde les ha tocado vivir. Muchos han abandonado su país y han llegado aquí sin conocer el idioma, con una cultura distinta. Su mochila es muy pesada.
¿Los padres ayudan en ese sentido?
Mi experiencia me dice que sí. Tenemos que ponernos en su lugar, si nos desplazáramos, por ejemplo, a China sin saber nada: sería lógico buscar una comunidad que te arrope, donde sentirte protegido.
Al principio las mamás marroquís apenas acudían a las reuniones tutoriales y ahora lo hacen constantemente, preocupadas. Han dado un paso adelante, conocen el idioma o emplean el traductor del móvil.
¿De qué modo actúan los niños entre sí?
Los niños son niños, se adaptan a todo, sin problemas. Se relacionan entre sí, conviven todos con todos y surgen conflictos, claro está, como ha pasado desde años ya. También cada clase es un mini mundo, que se puede extrapolar después a toda la sociedad.
¿Alguna reflexión más que quieras hacernos?
Todos tienen algo especial que los maestros debemos saber identificar, siempre son buenos en algo.