Entrevista > Ana López Boluda / Árbitro de taekwondo (San Vicente, 17-abril-1977)
La joven Ana López Boluda disfrutaba como taekwondista, sin grandes expectativas, nos apunta, hasta que descubrió el arbitraje de la mano de su maestro, David Ponce, quien ya entonces ejercía de árbitro. “¡Quiero ser esto!”, le indicó a los catorce años, eufórica.
Había acompañado a Ponce a una competición y solicitaron su ayuda para el cronómetro, una experiencia que le maravilló. Desde entonces no ha dejado de evolucionar como árbitro, alcanzando casi la gloria en los Juegos Olímpicos de Tokio (2020) y París (2024).
Pero no se resigna, consciente que solo cuatro mujeres europeas arbitran en unas Olimpiadas. “Sí he participado en diversos Mundiales, donde es más sencillo acceder”, expone, antes de anunciarnos el sueño de estar en los Paraolímpicos de Los Ángeles’28.
¿Cómo el arbitraje pasó de afición a profesión?
Del mismo modo que crecía como persona, iniciándome con apenas catorce o quince años. Me fueron dando cada vez combates más importantes, en torneos para relevantes, hasta que llegó mi momento de inflexión.
¿Cuál fue?
En un Campeonato de España -sobre 2001 o 2002- se fijó en mí el Jefe de Árbitros, José Molero, ya tristemente fallecido. Casi todo lo que soy como árbitro se lo debo a él: se sorprendió de mi nivel y de inmediato me dio una oportunidad.
Después de dos años como Árbitro Nacional me llevó a los cursillos de Árbitro Internacional, en 2005.
Algo debió ver en ti.
Consideró que lo hacía bien, que mis gestos técnicos y actitud eran correctos, así como mi conocimiento del Reglamento y las decisiones a la hora o no de sancionar. También apreció mi pasión, visceral en todo lo que hago. Me pedía, de hecho, que desconectara del arbitraje, aspecto que siempre me ha costado.
«Además de la honestidad, lo que diferencia a un árbitro bueno de otro mejor es la lectura del combate»
¿Hay más árbitros hombres?
El taekwondo, a pesar de ser un deporte muy tradicional, procedente de Corea, es un deporte muy igualitario. A los Juegos Olímpicos, por ejemplo, acuden la mitad de cada sexo.
Un árbitro de taekwondo debe ser…
Primero debemos tener una comprensión total del Reglamento. Además, ser honesto, transparente y todo lo que se presupone, aunque lo que diferencia a un árbitro bueno de otro mucho mejor es la lectura del combate.
Tienes que intuirlo, ver cómo se mueven, qué están haciendo cuando entran en contacto, el clinch del boxeo (cuerpo contra cuerpo). A partir de ahí el árbitro se debe adaptar.
¿Es un deporte tan técnico?
Mucho más de lo que pensamos, en el que el árbitro no está para sancionar, sino para proteger a los competidores, ése es nuestro primer objetivo. Para nada somos los malos de la película: únicamente queremos que gane el mejor y pasar desapercibidos.
¿Te han intentado sobornar?
Nunca, pero sí sucedió una anécdota graciosa. Uno de los entrenadores me quiso enseñar la tarjeta para solicitar una revisión y al cogerla del bolsillo -entre los nervios- salieron volando varios billetes. Al momento aclaramos que se trataba de un error (ríe).
«En unas Olimpiadas debe haber árbitros de todos los continentes y de Europa solo van cuatro»
¿Y has sido juzgada o criticada?
Ciertamente no. Intento ser honesta, amable, dirigiéndome a los entrenadores incluso en su propio idioma. Por mi faceta de profesora siempre tengo una sonrisa para todos y estoy abierta al diálogo, pero somos humanos, no una Inteligencia Artificial (IA), y claro que nos equivocamos.
¿Por qué el taekwondo tiene tan poca visibilidad?
En España el fútbol se lo come casi todo y si nuestro deporte no se ve, tampoco se publicita. Nosotros asimismo tenemos parte de la culpa, pues hemos hecho modificaciones del Reglamento y el público va perdido en ocasiones.
Ahora, por ejemplo, debido a las continuas revisiones hay muchísimos parones. Yo misma no cojo el ritmo, imagínate los luchadores.
¿Hasta dónde has llegado como árbitro?
He estado a un paso de ser olímpica, el llamado top-50, tanto en Tokio como en París. No siento que me falte nada para ese objetivo, pues la distancia con las que sí han ido es mínima.
No me gustaría estar en los zapatos de quienes hacen la selección de árbitros. El problema es que de Europa solo van cuatro -pues todos los continentes deben estar representados- y hay muchísimo nivel entre mis compañeras.
«Culpa de la escasa visibilidad también es nuestra, se han hecho cambios que confunden al espectador»
¿Aspiras a llegar a Los Ángeles’28?
Todavía no lo sé, son muchos años intentándolo. Quizás salto a los Paraolímpicos, una opción más factible. Por otro lado, este octubre arbitro en China mi cuarto Mundial.
Háblanos de tu labor en el IES San Vicente.
Imparto Educación Física en el centro desde hace doce años, es mi casa. Me apasiona ser docente: soy hija, nieta, hermana y sobrina de profesores.
¿Cómo compaginas ambas facetas?
Cada vez es más complicado, por eso quisiera agradecer el apoyo que siempre he tenido desde la dirección y compañeros del IES San Vicente.