Entrevista > Carlos Ramón Pérez / Músico (Crevillent, 14-junio-1989)
Como muchos otros niños de su generación, Carlos Ramón Pérez quiso ser músico porque su padre -Policarpo Ramón- también lo es. “Este año, de hecho, conmemora sus cincuenta años en la Unión Musical”, nos apunta, orgulloso.
Se inició con la trompeta, con ocho años, imitando a su progenitor, y tras estudiar en el Conservatorio de Almoradí, cursó el Grado Superior en el de Murcia. Sin embargo, ya entonces había descubierto su verdadera vocación, la dirección, “me llamaba mucho más la atención”.
“Me parecía fascinante, soñaba con hacerlo con doce años”, reconoce. Quiso entonces trasladarse a Países Bajos, en 2010, para aprender del mejor, Jan Cober, toda una referencia. En la actualidad Ramón es también el director de la Escuela de la Unión Musical.
¿Qué te ha ‘regalado’ la trompeta?
Uf, han sido tantas cosas, lo primero mucha compañía, pues me pasaba horas al día tocándola. También me ha proporcionado -junto a la banda- una serie de amistades y me ha hecho comprender eso de pertenecer a un grupo.
La trompeta me ha permitido, seguramente, entender de un modo diferente la música. Dentro de dos años llevaré un cuarto de siglo con ella.
¿Tu padre fue tu primer maestro?
Nunca pretendió darme clases, quizás algún consejo inicial, porque no es músico profesional. Mi profesor fue Moisés Gil, tristemente fallecido hace unos años, a una temprana edad.
«La trompeta, mi instrumento, seguramente me ha permitido entender de un modo diferente la música»
¿Cómo prosiguió tu formación?
Estudié el Grado Profesional, precisamente con Moisés, en Almoradí, mientras aprendía igualmente de otros dos trompetistas, ambos importantes en mi trayectoria, Carlos Beneto y Juanjo Serna (componentes del ‘Spanish Brass’).
Seguidamente pasé al Conservatorio Superior de Murcia, donde me gradué con buenas notas. Además, terminé con la vista puesta en la dirección, cuyas primeras clases fueron de Manuel Mondéjar, antiguo director de la Unión Musical.
Y poco después marchaste a los Países Bajos.
Exacto, concretamente a Maastricht, siguiendo la estela de Jan Cober, maestro de mis maestros. Está considerado el director de banda más prestigioso de los últimos años y ha inspirado a varias generaciones.
Estuve un total de cuatro años en la ciudad neerlandesa, estudiando tanto la carrera como el máster. Para mí fue muy gratificante, me marcó notablemente, porque, aunque ya sabía dirigir, Cober me enseñó algo más.
¿Desde cuándo consideras que eres director de banda?
A partir de que empecé a dirigir nuestra Banda de Educandos, en 2012. Tenía solo veintitrés años y en parte la situación me imponía, bastante; por eso intentaba que las clases estuvieran muy bien preparadas.
Me situaba en el lugar de los alumnos, en ese momento niños, hoy muchos músicos profesionales. Procuraba impartir los conocimientos de un modo ameno, pero con mucho contenido… El haber empezado ahí me dio un enfoque distinto: sigo teniendo un grandísimo respeto a la profesión.
«En Maastricht (Países Bajos) aprendí de Jan Cober, uno de los más prestigiosos directores de banda»
¿Qué sientes cuando tomas la batuta?
Mucha responsabilidad, con un punto de nerviosismo (bueno), el que después genera adrenalina y provoca que me ‘enchufe’.
¿También orgullo y satisfacción?
Esas sensaciones no llegan al comienzo de un ensayo, pues estás focalizado en aspectos más prácticos. Por ejemplo, debemos mejorar un pasaje, que no salía especialmente bien.
Al final, tras momentos brillantes del ensayo, sí siento muchísima satisfacción. Me ilusiono igual que los músicos, compartiendo esos instantes de superación.
¿Cuáles son los conciertos que esperas con mayor deseo?
Antes de Santa Cecilia (22 de noviembre) tenemos un proyecto ambicioso, el Centenario de la Cooperativa Eléctrica de Crevillent, en el que vamos a participar junto al Orfeón Crevillentino como los dos estandartes de la cultura musical local. Tendrá lugar el 15 de noviembre.
Este acto ha provocado que el Concierto de Santa Cecilia, en el que entre otros se homenajeará a mi padre, se celebre el 14 de diciembre.
«Nuestra banda está muy bien trabajada, ampliamente comprometida y disciplinada, con futuro»
Háblanos del nivel de los músicos.
Tengo la suerte que recojo una formación comandada por un director intachable como ha sido Manuel Mondéjar. Es un referente o un espejo para mí.
La banda está muy bien trabajada -cuenta con unos 85-90 componentes-, ampliamente comprometida y disciplinada, muy joven, con futuro, siempre dispuesta a todo. Posee un bagaje y un modo de entender la música que procede precisamente de Manolo, dejó un poso muy grande.
Fíjate que ahora eres tú el referente.
Lo sé, me lo he planteado en alguna ocasión. Para mí es un aliciente, porque como decía algunos de los alumnos que tuve en mi primer ensayo, en 2012, son profesionales, otros están en la directiva y uno incluso ha sido nuestro presidente.
Me remiten que recuerdan aquella época con mucha nostalgia. Se creó un grupo muy bonito que ha llegado hasta ahora.
¿Tienes sueños musicales?
He procurado no ponerme más expectativas que las que podía cumplir. Sigo con la misma ilusión; el día que no la tenga, malo.