Así se titulaba un artículo firmado por el doctor en Medicina y Cirugía, Amancio Meseguer López, en el periódico ´La Voz de Orihuela` el 12 de enero de 1884.
Este médico, que ejercía como homeópata, tenía entre sus cualidades el ser un gran políglota, ya que además del castellano hablaba francés, inglés, portugués, alemán e italiano, y era uno de los componentes del cuerpo médico de Orihuela, del que además formaban parte Escolástico García Lidón, Ramón Bofil, José María Sarget, Higinio Ródenas, Juan de Dios García Balaguer y José Antonio Galiano.
Expedición Balmis
Hacía setenta años que se daba por concluida la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna o ´Expedición Balmis`, que se había iniciado en 1803 teniendo como protagonista al médico militar Francisco Javier Balmis Berenguer, nacido en Alicante y que falleció en Madrid hace ahora doscientos años (12 de febrero de 1819).
Su expedición por América y Filipinas tuvo gran repercusión en el mundo científico, sobre todo por su genialidad de mantener el fluido vacuno en los brazos de 22 niños, pasándolo de unos a otros a través de las heridas, consiguiendo así difundir la vacuna en poblaciones que se veían mermadas por la viruela.
«El incremento de defunciones de niños hacía prever la presencia de una causa permanente»
Muertes en la población infantil
Regresando a Orihuela, el doctor Meseguer López, preocupado por el número de muertes infantiles motivadas por esta causa, ponía en sobre aviso a sus conciudadanos, a pesar de que por el número de fallecidos no consideraba que tuviera carácter epidémico.
Sin embargo, el incremento de defunciones de niños, en el mes de diciembre de 1883, hacía prever la presencia de una causa permanente. De hecho, en el último trimestre de ese año, entre los 282 fallecidos en Orihuela 200 correspondían a párvulos, de los que 61 fueron a causa de la viruela y otros 66 por crup o difteria, que también asolaba en esos momentos a la población infantil, por lo que el 63,50 % era por estos motivos y el resto por “las demás comunes y propias de la estación”.
Reacción tardía
Estas alarmantes cifras fueron en aumento, hasta el punto de que en diciembre llegó a contabilizarse un total de 31 niños fallecidos por la viruela, que ratificaba lo que en principio indicaba el doctor Meseguer López sobre la posible existencia de otras causas.
A pesar de que ´La Voz de Orihuela` insistía desde octubre de 1883 para que la Junta de Sanidad tomase medidas al respecto, no fue hasta los primeros días del mes de diciembre cuando se reunió y dispuso el cierre de las escuelas y el solicitar “cristales de vacunación”, lo que, tal vez, fue demasiado tarde.
Dicha Junta estaba formada por un médico, un farmacéutico, un veterinario y tres vecinos, presididos por el alcalde Francisco Ballesteros Villanueva, de tendencia liberal y seguidor de Trinitario Ruiz Capdepón.
«El doctor Meseguer concluyó que la gravedad de la enfermedad era debida a la falta de vacunación y revacunación»
Vacunación
A partir del mes de enero comenzó a remitir esta situación, habiéndose producido algún caso entre adultos, entre ellos “algunas señoritas de nuestra buena sociedad”. Se detectó que aquellos niños a los que se les había inoculado, la viruela se había manifestado discretamente, y en los adultos generalmente había tenido carácter leve.
Por ello, el doctor Meseguer llegaba a la conclusión de que tanto los afectados como la gravedad de la afección era inversa a la edad. Para lo cual, apuntaba que una de las circunstancias que motivaban la gravedad de la enfermedad era debida a la falta de vacunación y revacunación.
Revacunarse
Como siempre, la ignorancia y el cotilleo ocasionaba que en muchas familias se rechazase la vacunación por estimar que se habían producido casos a pesar de estar vacunados, sin considerar que existe un lapso temporal desde que “el veneno variólico” se introduce en el organismo hasta la manifestación de los primeros síntomas, que es entre once y catorce días, mientras que para la vacuna su efecto es de tres a cuatro, con lo que una persona que en esos plazos sufría la enfermedad ésta era menos intensa.
Por último, el médico dejaba bien claro que, a pesar de haber sido vacunado al nacer, debido a que la efectividad de la vacuna era de diez años, “todo el mundo, grandes y pequeños, altos, bajos y medianos, ricos y pobres, jóvenes y viejos” debían de revacunarse cada dos lustros.
«Al no acudir nadie a vacunarse se aconsejó llevarla casa a casa»
De casa en casa
Comprobándose que al seguir esta pauta entre los alumnos del colegio Santo Domingo no se había producido ningún caso, y a pesar de que el Ayuntamiento de Orihuela estableció una campaña de vacunación, ésta tuvo poca acogida y no acudió nadie a vacunarse. Por ello aconsejaba el llevarla a cabo de casa en casa, contra la voluntad de los vecinos.
Así, en aquel mes de enero de 1884, se veía la forma de contrarrestar la terrorífica viruela que se llevó consigo meses antes a muchos niños de Orihuela.