Han pasado ya alrededor de 200 años de historia (es imposible determinar la fecha exacta) desde que aquellos primeros artesanos eldenses de los zapatos dieran el paso a vender en otros pueblos de la comarca.
Mejores fabricantes que empresarios
En 1932 sabemos que un tal Yago solicitó un salvoconducto para participar en un mercadillo de Jumilla. Éstos son los inicios de un sector que, durante estos dos siglos, ha saboreado varias veces la gloria y el fracaso, pero que no ha dejado nunca de producir.
“En Elda hemos sido siempre mejores fabricantes que empresarios. Nuestra mentalidad siempre ha sido presumir de un trabajo muy bien hecho, ganando muchos premios en ferias. Tenemos algunos capitales muy meritorios, como son nuestras aparadoras. Sin embargo, quizás nos ha faltado la visión empresarial que han tenido en otros sitios”, nos comenta el doctor en historia José Ramón Valero, profesor en la Universidad de Alicante.
La llegada del ferrocarril en el siglo XIX supuso la apertura de los primeros talleres con varios trabajadores
El ferrocarril
Aquellos primeros zapateros locales eran artesanos muy humildes, de hecho sus casas estaban ubicadas en las zonas más pobres de Elda. “En aquella época Lamberto Amat escribe sobre la industria local y casi ni menciona a los zapateros” nos explica José Ramón.
El primer gran boom se produce gracias a la inauguración del ferrocarril que conecta Alicante con Madrid en 1858. Aquí surgen los primeros profesionales del zapato que abren talleres artesanos dando trabajo hasta a seis u ocho personas.
Aparadoras
Ya, en las últimas décadas del siglo XIX, el calzado se va convirtiendo en la principal industria de Elda. Los jóvenes prefieren trabajar en este sector que en la agricultura u otros campos.
Surge también la figura de la aparadora. “Ellas son uno de nuestros grandes capitales. Siempre han realizado un trabajo muy sofisticado, mucho más por ejemplo que el de un cortador, y cobrando bastante menos solo por el hecho de ser mujeres”, nos indica el historiador José Ramón Valero.
Las primeras industrias
Por aquel entonces un zapatero local, llamado Silvestre Hernández, decide dar el paso y transformar su taller en toda una fábrica. Estaba ubicada por donde pasaba la antigua carretera, en lo que hoy es equina entre la calle Jardines y Ortega y Gasset.
Poco después Rafael Romero abre también su propia industria y será el primer empresario que traerá trabajadores de fuera, concretamente procedentes de Mahón (Menorca). En aquellos años ya se empiezan también a importar las primeras máquinas, como las Singles.
Estas dos primeras fábricas no duraron demasiado con sus dueños originales, y acabaron siendo ambas compradas por gente de fuera. Hernández se la vendió a Pedro Bellod (un inmigrante venido de Onil, que acabó convirtiéndose en un gran empresario) y Romero a un manchego llamado Casto Peláez.
´Semana inglesa`
La Primera Guerra Mundial y sobre todo el progreso económico de los años 20, llevaron a que las fábricas de calzado proliferasen en la zona. España se empezó a convertir entonces en una sociedad de consumo, y sobre todo en las ciudades cada vez se llevaba más el zapato de calidad.
Las fábricas necesitaban mayor mano de obra, por lo que llegaron inmigrantes de Almansa, Yecla, Monóvar, Pinoso, Castalla… Formaron sus sindicatos y fueron logrando grandes avances en sus derechos. Elda fue uno de los primeros sitios en España donde se puso en práctica la ‘semana inglesa’, por la cual los obreros cobraban la nómina al finalizar su jornada los sábados y no volvían al trabajo hasta el martes siguiente.
Guerra Civil
Al estallar la Guerra Civil se colectivizaron algunas fábricas, que fueron usadas sobre todo con fines bélicos (para producir botas militares o incluso directamente armas). Cinco de las principales empresas fueron incautadas para formar la Cooperativa Obrera de Calzado de Elda y Petrel (COICS), mientras que otras fábricas más pequeñas se reorganizaron en un sindicato que mezclaba tanto patrones como obreros denominado SICEP.
“La mayoría de los empresarios eldenses eran republicanos de izquierdas, gracias a lo cual lograron salvar la propiedad de sus industrias. En realidad durante este tiempo las fábricas fueron muy rentables, pero se condicionó todo a ganar la guerra. Y eso no ocurrió” nos apunta José Ramón.
Durante algunos años, en los 60 y 70, el calzado llegó a convertirse en el principal producto exportado de España
De la crisis al progreso
La dura Posguerra se llevó por delante a varias de las industrias más importantes de la zona, caso de Bellod o Rodolfo Guarinos. Las nuevas empresas ya no serán tan multitudinarias en cuanto a trabajadores, aunque se fueron manteniendo.
Hacia finales de los años 50, la España franquista va superando su aislamiento internacional y el fin de la autarquía permite al calzado eldense exportar a nuevos mercados extranjeros, como Europa o los Estados Unidos. Durante algunos años, en los 60-70, el zapato llegó a convertirse en el producto español que más se exportaba en el mundo, sustituyendo a la naranja.
«Las aparadoras son un capital muy valioso de Elda. No quiero ni pensar que pasaría si desaparecieran» J. R. Valero (historiador)
Recuperar la capacidad
Fueron los tiempos de mayor apogeo de la industria, aquellos en los que se celebraba la Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines (FICIA) en Elda. Esta época dorada duraría aproximadamente hasta finales de los años 80, y principios de los 90.
“Aquí jugaron varios factores como la crisis del fordismo, la globalización o la deslocalización de empresas. Aún así, nos equivocaríamos sin le echamos la culpa solo a causas externas. La prueba es que otros calzados como Elche o La Rioja aguantaron mejor que Elda-Petrer”, nos apunta José Ramón Valero.
El historiador eldense espera que la industria local recupere su capacidad de captar jóvenes. “Los padres ya no aconsejan a sus hijos que se dediquen al calzado. No quiero ni pensar qué ocurrirá cuando las últimas aparadoras desaparezcan. La calidad de nuestros zapatos siempre ha sido indiscutible, pero tenemos que aprender a ser tan buenos empresarios como fabricantes. Si no un tipo determinado de calzado, muy valioso, acabará desapareciendo” sentencia.