Entrevista > Juan Pedro Martínez Fernández / Piloto de parapente (Francia, 29-julio-1969)
Vivo, libre y despierto. Así es como se siente el eldense Juan Pedro Martínez Fernández cada vez que se monta en su parapente y surca los cielos durante horas. Tras más de veinte años de experiencia hay un reto que se le resiste: la Transpirenaica en solitario.
Hace pocas semanas te vimos sobrevolando los cielos de Elda, ¿cómo llega el parapente a tu vida?
Comencé en el año 1986 con mis primeros pinitos en solitario. Un día en los Alpes, practicando montaña y esquí, vi aterrizar a un señor y nos pusimos a hablar. A él le gustaban mis esquíes así que se los cambié por su parapente, que más que un ala era un saco de colorines. Al día siguiente este señor me regaló un libro sobre cómo volar en parapente. Vine a España e intenté volar pero me di cuenta de que no sabía cómo interpretar los vientos y aterrizar. Lo dejé parado.
Casi diez años más tarde me encontré con otras personas que volaban e hice un curso. Desde ese momento llevo surcando los cielos.
¿Cómo se ve el mundo desde las alturas?
Muy diferente, pero sobre todo bonito y a su vez pequeño. Cuando con un solo dedo tapas un pueblo o ciudad, según la altura a la que vuelas, es una experiencia impresionante, sin duda. Estar en el parapente para mí es estar en contacto con la naturaleza, en total armonía, en paz, sin ruidos… tú solo, el viento y las aves que, en muchas ocasiones, son la compañía perfecta.
Su récord personal está en 217 kilómetros en los Montes Urales
¿Cuáles han sido tus principales vuelos?
Hubo una época en la que me propuse volar todas las montañas de mi zona, por muy grandes o pequeñas que fuesen. También en los picos más altos como Veleta, Mulhacén, La Sagra, Aneto, Teide y Aitana.
A nivel internacional destacaría Mont Mégantic (Canadá), Atlas (Marruecos), Iquique (Chile), Dolomitas (Italia) y Governador Valadares (Brasil). El más largo de todos ellos fue hace ya cinco años en Montes Urales (Rusia) con 217 kilómetros. Hacía mucho frío arriba y tenía ascendencias de 8,5 metros por segundo en ascendencia vertical.
¿Es necesario entrenar regularmente?
Necesario no es, lógicamente la habilidad que se alcanza cuando uno repite y practica asiduamente una disciplina hace que sea más fácil interpretar sensaciones y sacar el mejor partido de ellas.
Más aún cuando estamos en un escenario donde el viento no se ve, la altitud te distorsiona las referencias de diario, o simplemente despegas al lado de casa y llamas a las cuatro o cinco horas diciendo que estás en Cuenca, Teruel o quién sabe dónde.
¿Has tenido algún percance en vuelo?
No, y doy gracias. Sí que es cierto que en algunas ocasiones haciendo el indio he lanzado el paracaídas de emergencia.
«Es muy importante no perder la orientación»
Hay quienes se han llegado a perder entre las nubes…
En ocasiones las buscamos y seguimos para aprovechar la ascendencia que generalmente se provoca en su base, la cual algunos detectan y sacan el mejor partido de ello viajando con ellas, pasándose de una a otra como si de un juego se tratase.
Es envidiable y a su vez muy importante no perder la orientación. Para ello, hoy en día disponemos de aparatos que nos indican la altitud, latitud, velocidad vertical y horizontal, localización exacta en el globo, etc.
¿Cómo ves la actualidad del parapente a nivel nacional?
El reconocimiento no es el adecuado, ya que en nuestro país vecino los pilotos españoles son reconocidos y seguidos por muchos, hasta el punto de que llegue un niño con sus padres para que le firmes un autógrafo. Aquí eso no pasa. Paradójicamente, en la Península Ibérica hacen la pretemporada cada año algunos de los mejores equipos de competición de países europeos.
«Querría hacer la Transpirenaica en solitario, 567 kilómetros desde Guipúzcoa hasta Gerona»
¿Dónde te gustaría volar?
Me gustaría mucho volar algunos picos de 7.000 metros en el Himalaya. También en Brasil donde los pilotos locales y algunos internacionales de mucho nivel van a batir récords de distancia.
Pero lo que más me agita mentalmente es hacer la Transpirenaica en solitario y en Vivac, volando por la parte más al sur de los Pirineos, que son unos 567 kilómetros aproximadamente, desde el Cantábrico Cabo de Higuer (Guipúzcoa) hasta el Mediterráneo Cap de Creus (Gerona).
Orígenes del parapente
A finales del siglo pasado numerosos alpinistas querían bajar volando, con la ayuda de un paracaídas, las cimas de las montañas que habían ascendido. Así fue como empieza a proliferar y a constituirse el parapente como deporte.
Sin embargo, es en la Holanda de 1922, con los trabajos de Plazt sobre una vela no rígida con control aerodinámico sobre superficies de tela, cuando se tiene la primera referencia documentada sobre un planeador flexible ligero y funcional.