La rápida y, en muchos sentidos, traumática transformación de Benidorm de villa marinera a potencia turística mundial en la segunda mitad del siglo XX, supuso, en gran medida, cierto olvido de su propia historia.
Los benidormenses, la ‘gent del poble’, ha sabido, eso sí, mantener vivas la mayor parte de sus tradiciones, sus fiestas, su gastronomía y, de alguna manera, ese espíritu navegante que llevó a sus antepasados a ser considerados unos de los mejores almadraberos del Mediterráneo.
Conocimiento colectivo
Sin embargo, las generaciones que han nacido y/o crecido en Benidorm entre la década de los 70 del pasado siglo y la actualidad, especialmente aquellos hijos de la primera generación de inmigrantes nacionales que se asentaron en el incipiente maná turístico, apenas han tenido oportunidad de bucear en el pasado de su ciudad más allá de la ya mentada vocación marinera, la llegada de la Verge del Sofratge o algún episodio muy esporádico y bien documentado como el otorgamiento de la Carta Pobla.
Como si fuese una carambola casi literaria del destino, esas mismas generaciones son, a poco interés que hayan querido tener en ello, buenas conocedoras del pasado más reciente. El ligado a la injustamente denostada cultura pop; el supuesto viaje en Vespa de Juan Zaragoza a Madrid por aquella cuestión del bikini; el nacimiento, auge y declive del Festival Internacional de la Canción y las estrellas que, como Julio Iglesias, Raphael o Boney M arrancaron o afianzaron sus carreras en la ciudad de los rascacielos. Incluso, la propia evolución del ‘skyline’ y sus defectos y virtudes forman buena parte del conocimiento colectivo de los benidormenses más jóvenes.
Un pasado muy remoto
Sin embargo, pese a que el urbanismo desaforado y desacertado del pasado nos haya condenado a no poder recuperar la totalidad de nuestra memoria como pueblo jamás, de un tiempo a esta parte, gracias a las sensibilidades surgidas de los nuevos tiempos, Benidorm se ha propuesto desenterrar, literal y metafóricamente, sus recuerdos más vetustos.
En las páginas de AQUÍ en Benidorm ya dimos buena cuenta, hace algunos meses, de la fenomenal apuesta por revalorizar, como se merecen, los restos del Castell de Benidorm; una zona que actualmente, gracias a esa actuación, es mucho más que únicamente uno de los rincones más fotografiados y bonitos del Mediterráneo para inmortalizar los días de descanso veraniego. Ahora, a esa propuesta se suma una no menos importante y, sobre todo, más antigua: la consolidación y musealización del Castellum del Tossal de la Cala.
Estos restos, que ahora son visitables y han sido interpretados para difundir un mayor conocimiento de los orígenes, ya no de la ciudad –eso llegaría más tarde–, pero sí del desarrollo iniciático de la zona, datan del siglo I a.C. y su puesta en valor es la culminación de unos trabajos que arrancaron en el año 2017.
«Es un homenaje a todos los benidormenses que no lo disfrutaron y se hicieron grandes sin saber que ya lo eran de por sí» T. Pérez
Homenaje a generaciones
El propio alcalde de la ciudad, Toni Pérez, ‘fill del poble’, hacía suya esa reivindicación de que, gracias a la creación de este espacio musealizado, los benidormenses, tanto los que hunden sus raíces en generaciones nacidas en el pueblo como los llegados a lo largo de los años, podrán ser más conscientes de su pasado.
Es “un homenaje a todas las generaciones de benidormenses que no lo disfrutaron; que se hicieron grandes sin saber que ya eran grandes de por sí”, explicaba, emocionado, el día de la puesta de largo del ‘nuevo’ Castellum.
Así mismo, el primer edil subrayó el gran trabajo realizado por todo el equipo que se ha encargado del proyecto y, especialmente, de los arqueólogos Feliciana Sala y Jesús Moratalla, que no sólo se tuvieron que enfrentar a las dificultades inherentes de un proyecto de esta envergadura sino que, además, tuvieron que superar los obstáculos del que, quizás, haya sido uno de los mayores despropósitos urbanísitcos del Benidorm del pasado siglo y que, por conocido y documentado, no procede ahora volver a glosar.
La actuación se ha financiado casi al 50% con aportaciones de los Fondos FEDER de la UE
Recuperación de la calzada
Como siempre que se desentierran, catalogan y, sobre todo, se interpretan restos de tanta antigüedad, la parte más importante para la ciudadanía está, seguramente, en conocer para qué servían esas edificaciones y a qué se dedicaban los habitantes de aquel Benidorm todavía inexistente y que tardaría siglos en ser una realidad.
Un proceso en el que el Ayuntamiento ha invertido 500.000 euros (con casi la mitad de ellos procedentes de los Fondos FEDER de la UE) y que, además de consolidar el deteriorado fortín, exhumar estancias previamente localizadas en campañas más antiguas, mejorar la accesibilidad para las visitas e instalar elementos pedagógicos para su comprensión; reconstruyó una calzada romana que ahora, como hace ya veinte siglos, sirve para que el visitante se mueva entre las distintas zonas del complejo.
«A partir de ahora, las cuestiones de fortificación y arquitectura militar tendrá también como referente el Tossal de la Cala» F. Sala
Cambio del relato
Feliciana Sala, una de las arqueólogas responsables de este importante proyecto para la ciudad, destaca que el trabajo realizado a lo largo de estos años “ha sido muy gratificante”. Sala considera que el objetivo de “recuperar para la ciencia un yacimiento arrasado y perdido” se ha cumplido y que, además, el Castellum es ahora “también un bien inmueble patrimonial de la ciudad de Benidorm”.
De hecho, la Doctora Sala explicó que estos trabajos permitirán, al menos en cierta medida, cambiar el relato de la “fortificación y arquitectura militar de la zona, que ahora tendrá como referente el Tossal de la Cala” y no sólo al Castell de la Punta Canfali.