Entrevista > Olga Belmonte García / Profesora de Filosofía (Crevillent, 21-junio-1979)
Filosofía proviene de la palabra griega phílosophía, que significa ‘amor a la sabiduría’. Durante siglos esta ciencia ha dado lugar a conceptos, ideas y análisis que han permitido sentar las bases del pensamiento crítico, independiente y creativo. En definitiva, reflexionar sobre la reflexión misma.
Esto es lo que hace la profesora de universidad Olga Belmonte García, quien últimamente trabaja en temas como el reconocimiento del otro, la condición de víctima y la reconciliación.
«Con la pandemia han aflorado las fisuras del sistema en el que vivíamos»
¿Qué papel juega la filosofía actualmente?
La actualidad está marcada por la pandemia, una emergencia sanitaria que nos afecta e infecta globalmente. Una emergencia remite a algo que emerge. ¿Qué emerge en la pandemia? En ella afloran las fisuras del sistema en el que vivíamos: un sistema que nos protegía de la incertidumbre y nos daba la falsa sensación de que lo podíamos todo.
Esta emergencia nos recuerda que somos vulnerables. La filosofía incide en ello, en lo que significa reconocernos frágiles e interdependientes, también en nuestra relación con la naturaleza.
«Los momentos de inestabilidad se aprovechan para rentabilizar políticamente el miedo y el odio»
La filosofía debe contribuir también a rebajar la tensión social, alimentada por la tensión política, que aprovecha los momentos de inestabilidad para rentabilizar políticamente el miedo y el odio. Recomiendo en estos tiempos leer ‘Contra el odio’ de Carolin Emcke.
¿Por qué te dedicas a la filosofía? Parece una ciencia olvidada…
No elegí la carrera de filosofía, pero acabé en ella y recuerdo que en pocos días reconocí internamente que ese era mi sitio. Ahora siento que es un privilegio dedicarme a estudiar y enseñar filosofía e intentar contribuir a repensar el mundo en que vivimos.
No es una disciplina muy reconocida, es incluso prescindible para algunas personas, pero quienes la estudiamos, no me considero filósofa, confirmamos su necesidad y su pertinencia. No solo para nuestra vida, sino para seguir pensando qué sentido tiene vivir como lo hacemos.
Sin embargo, sigue habiendo voces que piden dar menos importancia a la filosofía en los programas educativos.
Cada vez que hay una nueva ley educativa cambia la situación de la filosofía. Quien piensa esas leyes no tiene claro qué es la filosofía y cuál puede ser su contribución a la formación humana. No creo que teman que la filosofía vuelva críticas y lúcidas a las personas. Ojalá lo lograse en mayor medida, pero tal y como aparece en los programas oficiales es difícil que en las aulas se dé el clima adecuado para que dé estos frutos.
Se necesita más tiempo para que temas como el sentido de la vida, la muerte, la felicidad, el bien, la belleza o el misterio puedan abordarse en el aula, pero no porque entran en el examen, sino porque entran en la vida.
«No basta con condenar el antisemitismo, hay que analizar sus raíces»
Entre tus publicaciones más recientes se encuentra una reseña sobre la obra de Jean-Luc Nancy ‘Banalidad de Heidegger’. ¿Qué nos puedes contar de esta publicación y de Heidegger, el filósofo alemán considerado el pensador más importante del siglo pasado?
En los últimos años se han publicado los Cuadernos Negros, de Heidegger, que han supuesto un cuestionamiento del autor por su relación con el nazismo. J.-L. Nancy escribió Banalidad de Heidegger para dialogar con ese ambiente enrarecido, tratando de profundizar en las razones que llevaron a Heidegger a banalizar el antisemitismo. Una revista me pidió que escribiera una reseña sobre el libro de Nancy.
Coincido con él en que hay que denunciar este aspecto de la vida de Heidegger, pero sin dejar de leerlo, pues su legado está presente en muchos autores contemporáneos, también judíos. Hay que conocer su contexto para comprender cómo el odio al diferente puede quedar impregnado en la mente y las actitudes colectivas, hasta el punto de banalizar sus consecuencias. Como afirma Nancy: no basta con condenar el antisemitismo, hay que analizar sus raíces.
¿Tenemos en la actualidad grandes mentes pensadoras como fueron Descartes, Kant o Platón?
No diría que son como los autores que nombras, porque la filosofía y el papel del filósofo en ese contexto eran distintos al actual. Hoy se valora el carácter mediático, pero no todas las grandes mentes son mediáticas, ni todas las que son mediáticas son grandes mentes.
Entre los filósofos españoles, me permito nombrar solo a dos que admiro tanto por su pensamiento como por su humanidad: Miguel García-Baró y Josep María Esquirol. Pero pienso que, en todos estos casos, se necesita más perspectiva histórica para reconocer el valor de su pensamiento.
Otros proyectos
Actualmente Olga Belmonte también colabora con el Proyecto Repara, iniciativa puesta en marcha a principios de este año por el Arzobispado de Madrid para el reconocimiento, prevención, atención y reparación a víctimas de abusos.
Además, forma parte de la Asociación Deconstruye habitando los márgenes desde donde intenta cambiar el modo de leernos, de mirarnos y nombrarnos.