Es cierto que las peculiaridades de un terreno, un clima, un estilo en la forma de hacer o el conocimiento heredado de generación en generación, proporcionan unas especiales características a los productos de una zona.
Es igualmente cierto si lo trasladamos a las personas. Existe una idiosincrasia que suele identificar parte de esa peculiaridad heredada de una determinada zona y costumbres, de algo que se vive desde niño en la familia, la escuela, con los amigos…
Pero ese estilo no nos hace ni más cultos o incultos, ni más sabios o necios, ni más generosos -y no hablo necesariamente de dinero- o egoístas. En todos los sitios existen personas de toda índole y con personalidades bien distintas.
Ciudadanía derrotista
«No conozco una sola ciudad de España donde lo primero que oigas no sea: “aquí somos diferentes”»
Por mi profesión me precio de conocer bastante bien nuestra geografía nacional y, a diferencia de otros países, que quizá sobrevaloran las posibilidades de su gente, somos una ciudadanía derrotista.
Allá por donde vas, sea Cádiz o Logroño, Gijón o Almería, Valladolid o Cuenca… y por supuesto en cualquier parte de nuestra provincia, siempre salta la crítica sobre el conjunto -que no de uno mismo- de sus conciudadanos.
No conozco una sola ciudad de España donde lo primero que oigas no sea: “aquí somos diferentes, ya lo verás, es un sitio muy difícil porque… y aquí ya si puede cambiar el argumento; unos dicen que por serios, otros por poco emprendedores, y un sin fin de motivos de todo tipo.
La culpa, siempre de otro
Yo no soy ni de Elda, ni de Petrer, pero por supuesto, nada más llegar a formar nuestros equipos de ambas localidades, enseguida muchas personas se encargaron de avisarme. “¿Estáis seguros de lo que estáis haciendo? Aquí la gente es muy complicada, no apoyan los nuevos proyectos y menos si nacen desde fuera, por eso no avanzamos”.
Y yo a esas mismas personas siempre les planteo lo mismo: ¿seguro que no se avanza por que la gente es diferente, o somos nosotros con esa actitud quienes impedimos ese avance? Evidentemente el interlocutor con el que estás hablando nunca tiene la culpa, si por él fuera…
Todos iguales y todos distintos
«No se es mejor ni peor, ni siquiera distinto, por ser de un sitio o de otro, sino por la actitud de cada persona»
Afortunadamente las ciudades avanzan, se paran, incluso a veces retroceden, pero se vuelven a reponer e iniciar la marcha; porque las hacen las personas y, al igual que estás, no pueden vivir eternamente de la misma forma, y menos en un mundo tan cambiante de forma constante.
Pero no se es mejor ni peor, ni siquiera distinto, por ser de un sitio o de otro, sino por la actitud de cada persona. Cada uno fragua su personalidad con la vida, sea de la procedencia geográfica que sea.
Lo que sí es cierto es que esa forma tan nuestra de derrotismo, de pensar que lo que tenemos a nuestro alrededor siempre es lo peor, hace que no queramos ver todo lo positivo. De ahí que habitualmente se diga que ´nadie es profeta en su tierra`, porque si es de aquí… no se puede valorar, hasta que se va fuera y demuestra lo que con los suyos no ha sido posible.
Héroes y villanos
Nuestro medio se basa exclusivamente en la información local, y es cierto que complica mucho, porque la gente prefiere ver a ´famosillos` cuyo mérito, en muchas ocasiones, tan solo es salir en televisión, antes que apreciar los valores que tiene en su entorno.
Y no deja de tener cierta gracia como hemos visto, en muchísimas ocasiones, personas con una gran valía que habían pasado con indiferencia en su localidad hasta que se hicieron ´famosos`. Entonces llegaron los homenajes, todo el mundo en la localidad hablaba de ellos y se vanagloriaba de conocerlos.
No obstante, y aunque no sea lo más mediático, nosotros seguiremos luchando por apoyar a los nuestros, personas inicialmente anónimas que llevan el nombre de la localidad allí a donde van, haciendo gala de su origen sin tener en cuenta la indiferencia del trato.
Seamos positivos
Desde aquí quiero reivindicar el positivismo, el vaso medio lleno, el orgullo de lo nuestro sin desmerecer lo del vecino, y el aplauso al vecino que toma una iniciativa. Porque solo cuando evolucionemos hacía ese lado podremos empezar a sentirnos orgullosos de lo que nos rodea y a ponerlo en valor.
Por un lado exigimos que se hagan cosas, pero por otro se premia el inmovilismo y se castiga, con críticas muchas veces desmedidas, quien quiere aportar cosas nuevas, lleguen estas desde los responsables públicos o desde la iniciativa ciudadana.
Desde mi visión personal les digo que desde mi llegada aquí me he encontrado en ambas ciudades, tanto en Elda como en Petrer, personas amables y ariscas, entregadas y esquivas, comprometidas y pasotas, cumplidoras e informales… pero no más ni menos que en cualquier otro sitio.
Si les ocurre lo mismo, y desde la osadía de dar un consejo, júntense con las primeras y eviten a las segundas, les garantizo que desde ese momento serán más felices y se querrán también un poco más a sí mismos y a su entorno.