Rafael Martínez-Campillo / (Orihuela, 23-abril-1953)
La Constitución fue ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, con un 88,54% de votos a favor del sí, un 7,89% del no y un 3,57% en blanco.
Por lo tanto, se cumplen ahora cuarenta años desde aquella fecha histórica, y para hablar de lo que era en aquellos momentos la vida política hemos elegido a un alicantino involucrado activamente, a través de un partido que se disolvió en el 2006 pero que tuvo un enorme protagonismo en esas fechas.
Fuiste diputado por Alicante con el CDS entre 1986 y 1993, pero ya llevabas desde 1977 en la UCD. ¿Cómo viviste ese traspaso de la UCD a la CDS?
Fue un momento muy duro. Lo viví en Huesca, donde había sacado mi oposición de Técnico de Administración en la Diputación, precisamente en 1977. Venía de estar con grupos que normalmente pertenecían al Partido Socialista Popular de Tierno Galván, y en Huesca encontré una gente de la UCD extraordinaria.
Me invitaron a varias reuniones y me sorprendió, de modo que me presté y me afilié aquel mismo año. Desde el primer momento formamos un gran equipo, yo llevaba toda la acción electoral municipal, trabajábamos muchísimo y teníamos como lema no aceptar ningún cargo público. Promovíamos a mucha gente al cargo público, pero no lo aceptábamos porque entendíamos que lo prioritario era hacer el partido, ya que en España no había partidos políticos fuertes, y en Huesca menos.
Luego tuve la suerte de que la UCD me mandó varios meses a Alemania, concretamente a Bonn, que en aquel entonces era su capital, y allí aprendí mucho sobre política.
¿Cómo fue aquel momento de la dimisión de Adolfo Suárez?
Cuando se produjo la dimisión de Suárez ya se esbozaron en la UCD dos grandes tendencias, que ya venían de antes, pero que se pusieron de manifiesto. Había una parte mucho más conservadora, que coincidía con la democracia cristiana y que quería hacer un gran pacto con Alianza Popular (AP), y otra más avanzada y progresista que coincidía en que continuara la carrera autónoma del centro.
Tuvimos la gran fortuna de que Suárez vino con su familia un par de meses a la estación de esquí de Astún, ya que en aquella época la gente esquiaba mucho menos, y tuvimos varias entrevistas con él. Nos contó muchísimas cosas en esa soledad inmensa y, al mismo tiempo, nos manifestó el miedo que le daba una alianza de la UCD, o lo que quedaba de ella, con AP.
Cabía la posibilidad de hacer un centro autónomo independiente con su propia filosofía política liberal y que, según él, nunca sería mayoritaria, pero con la garantía de mayorías absolutas de la parte conservadora o socialista española sin tener que estar en manos de los nacionalistas.
Pero aquello no llegó a buen ´puerto`…
Las gestiones de la UCD continuaban aproximándose a AP y aquello se rompió. Con verdaderos llantos y lágrimas personales dentro de nuestro comité ejecutivo en Huesca, nos partimos en dos grupos y emprendimos, en el verano de 1982, la labor de formar el CDS en una notaría en Madrid con Agustín Rodríguez Sahagún, José Ramón Caso y Adolfo Suárez. Fue entonces cuando formamos el CDS a nivel nacional y cuando nos presentamos a las elecciones de octubre de ese mismo año, donde solo obtuvimos dos diputados.
Yo fui el candidato número dos por Huesca, donde tuve la ocasión de dar un mitin con Suárez en un cine a reventar de gente, donde él repetía aquella famosa frase suya: “No me aplaudáis tanto y votadme algo más”. Y efectivamente, la UCD adelantó su propósito de elecciones porque vio que Suárez había constituido el CDS.
«La Ley Electoral, como la Constitución, se fundamenta en un gran pacto que algunos han roto»
La cuestión independentista está siendo un desequilibrio en España, aunque tratada desde prismas distintos, uno el de los catalanes y otro el de los vascos. ¿Se podría haber limitado más su ´poder` en la Ley Electoral?
Es que la Ley Electoral, como la Constitución, se fundamenta en un gran pacto que algunos han roto. Ese gran pacto suponía que se facilitaba a los nacionalistas, o a los partidos regionalistas, tener representación a nivel nacional para que todo el mundo estuviera incorporado y no hubiera unos integrados a nivel nacional y otros solo a nivel regional, porque esa se consideraría la semilla de la separación. En el caso de los catalanes, no hubo ninguna duda y entusiastamente cooperaron con ese gran pacto nacional.
Véase el caso de Miguel Roca, un exponente de integración absoluta. En aquel momento lo que hizo Convergencia fue estar dentro de España sin dudarlo. Si hubiéramos dejado que estuviera solo en las elecciones regionales, esto habría empezado hace 30 o 40 años, solo que con una debilidad democrática inmensa, mucho mayor que ahora. El problema del PNV no era exclusivamente de autodeterminación, sino de bandolerismo etarra.
«El gran engaño de Pujol fue vendernos cooperación mientras trabajaba una educación y cultura que eran la cuna del nacionalismo antiespañol»
Imagino que con menos presencia podrían decir, “Si no pintamos nada en el Estado, ¿para qué queremos estar en él?”
Efectivamente. Otra cosa es que el Estado tenga que estar mucho más presente también en las comunidades autónomas. Ese fue el gran engaño de Pujol, que venía aquí a cooperar pero empezó a trabajarse un clima, una educación y una cultura falsos, que eran la cuna de un nacionalismo antiespañol.
Ahora se ha cambiado la ´típica` fórmula del bipartidismo con la necesidad del apoyo nacionalista, por la presencia de un mayor número de partidos nacionales. ¿Se está sabiendo gestionar esta convivencia?
Se juntan dos fenómenos. Por un lado está el fenómeno normal de que hay una disgregación de las formas políticas en partidos también distintos a los tradicionales.
Esto está ocurriendo en muchas partes de las democracias occidentales, e incluso tienen que inventarse nuevas cosas, como el caso de la gran plataforma ciudadana de Macron que nos ha salvado de una disgregación de votos brutal en Francia que habría dejado el poder en manos de la extrema derecha.
«Estamos en un momento en el que lo viejo no ha terminado de morir, pero lo nuevo no ha terminado de nacer»
Luego está el enfrentamiento con problemas nuevos, ya que estamos en un momento en el que lo viejo no ha terminado de morir, pero lo nuevo no ha terminado de nacer. Trump es otro ejemplo de esta cuestión: el gobierno de Marruecos me mandó a actuar en su nombre el año pasado en la ONU y pude comprobar antes de las elecciones, por lo que hablé con la gente hispana, que Trump iba a ganar, y luego he entendido por qué.
Por otro lado está el fenómeno de buscar mecanismos legales constitucionales que permitan reforzar la autoridad de la persona que ha recibido más votos en los ayuntamientos. Pero todo eso es la expresión de un fracaso, porque los partidos políticos no han nacido para verse en los tribunales de justicia. Esta es la gran cuestión: hay que invitar a la gente a que participe en la política porque si no, se convertirá en el hábitat de oportunistas y gente no preparada.
«Faltan buscar mecanismos que permita reforzar la autoridad de la persona más votada en los ayuntamientos»
¿Es lo que está ocurriendo en España?
Esto es lo que está ocurriendo en España, ya que hay un déficit de saber dialogar, pactar y negociar. Entonces, siendo dos, a lo mejor puede ser más fácil o más difícil; en España por ejemplo ha sido muy difícil porque era un “o te ´mato` o me ´matas`”. Ahora son cuatro y lo hacen todavía más complicado, porque hacen alianzas absolutamente estrambóticas y lo único que tienen como propósito es eliminar al contrario, el objetivo de un concejal es encontrar algo en la vida de alguien para ´matarlo` y el afán del que ha ´muerto` es resucitar ´matando` al que lo ha ´matado` a él.
Tenemos, por tanto, una sucesión de cadáveres políticos en permanente presencia en los tribunales de justicia. Esto no tiene solución hasta que la democracia política no decida hablar, negociar, pactar y comprender que la política es solo eso.
¿Funciona diferente en otros países?
Cuando estuve en Alemania me explicaron muy bien lo que era la democracia, me decían que ellos estaban en los comienzos. Entonces, alguien debe explicar a los partidos españoles que la democracia no es ser pillo, hacer tretas, encerrarse en despacho a ver cómo engañas al otro o cómo hacer los pactos más alambicados para hacer una moción de censura. Es hablar, y como no se hable, da igual las leyes que hagas, que al final será un desastre.
Eso, en una época en la que está ocurriendo un enorme desarme ideológico de las grandes élites estratégicas de un país, que están volviendo a dedicarse a sus cosas y que no quieren tomar responsabilidades públicas, resulta que lo fiamos todo a que haya nuevas leyes.
«La Constitución no ha nacido como un instrumento sagrado, pero para hacer cambios habrá que hablar y negociar mucho»
Algunos dicen que quieren acabar con el espíritu del 78, pero hay que sentirse honrados de tener una historia como esa con 40 años de democracia en España. ¿Quieren mejorarla o modificarla? Pues bendito sea Dios, adelante. Si la Constitución, como todas las del mundo, no ha nacido como un instrumento sagrado, no son los Diez Mandamientos, pero para hacer cambios habrá que hablar y negociar mucho.
¿Cómo era esa cooperación en los inicios de nuestra democracia?
Hace unos meses Alfonso Guerra presentó en Madrid un libro de Archie Brown llamado ´El mito del líder fuerte`, donde dedica un capítulo a Adolfo Suárez. El propio Bill Gates decía que era el mejor libro que había leído sobre liderazgo en la vida y que tenía una admiración por Suárez. En el libro, Suárez es definido no como un líder autoritario o impositor, sino como un líder cooperativo, que cuando hace los Pactos de la Moncloa llama a los comunistas, a los socialistas y a los sindicatos y les dice que o cambiamos las cosas entre todos o nos vamos al garete.
Entonces se habló de todo y los socialistas, que eran mucho más renuentes que los comunistas en España a aceptar la monarquía y se empeñaban en que fuera una república en plena discusión de la Constitución, cedieron porque se concedió la edad para votar a los 18 años, entre otras cosas.
Esto es la vida política: encontrar los puntos de unión, y los españoles solo hemos hecho cosas importantes cuando hemos estado unidos. Estos 40 años han sido importantísimos y la gente que dice que hay que romper con aquello porque se cometieron errores, que proponga algo para mejorar la situación.
¿Quizá hemos pasado a una política de juzgados, en la que se aprovecha para denunciar cualquier cosa para intentar que el otro puede ser investigado y machacarle por esa pequeña imputación, que ni siquiera sentencia, en lugar de por su gestión política?
Vamos terriblemente mal porque hemos descuidado una parte vital de la democracia. El otro día un filósofo holandés decía que la democracia no se compra en Amazon, la democracia se vive, se hace y se construye todos los días. No vamos a vivir siempre en democracia si no la cuidamos como hacen los de Oxford con su césped, que tienen el más bonito de Inglaterra porque lo cuidan todos los días.
Los alemanes me enseñaron una cosa importante. Cuando ellos, después de un periodo terrible y traumático como el de Hitler, tuvieron que reconstruir un Estado democrático, una de las cosas a la que dedicaron mucha importancia fue hacer unos partidos políticos grandes y sólidos, donde se formara a gente muy buena, se le seleccionara y se le impulsara para poder tomar representaciones en los ayuntamientos, en los condados y demás.
En España esa parte la dejamos al albur de Dios, nos dedicamos a atender la reconciliación, la Constitución y en dos años y medio se hizo todo: la reforma política, la Constitución, los Pactos de la Moncloa, etc. Pero luego había que dedicar un tiempo, y nadie lo hizo, a la constitución de partidos muy sólidos.
¿Y esto cómo se hace?
Con grandes aportaciones del Estado y con grandes recursos públicos para luego recoger los frutos. Como me decían los alemanes: “Nuestros políticos consiguen hacer de un marco, dos”, y eso es lo que hemos descuidado y seguimos descuidando.
Los partidos no tienen ninguna envergadura y viven en España desde hace mucho tiempo en lo que se llama permanente golpe de Estado, pequeños caucus a nivel nacional, regional o local cuya única misión es destrozarse entre ellos. Al final quedan cuatro o cinco nada más, los demás son despreciados y claro, unos partidos sin medios económicos, humanos ni de ningún tipo, son el hábitat propicia de gente poco recomendable y muy poco preparada.
Estamos entonces, en parte, en una política donde el que se dedica a poner más zancadillas es el que consigue llegar más arriba…
Claro. En la Transición te llamaban por tu valía, y la pregunta que me hizo a mí Suárez fue: “¿No estás dispuesto a hacer algo por este país? Aquello me convenció para hacer la UCD cuando le conocí. Todas esas personas compatibilizaban sus estupendas profesiones por dedicarse al país y no pensaron que, pasado ese gran momento de euforia responsable de dedicación a un país, vendría la normalidad y entonces habría que constituir grandes asociaciones e instituciones con capacidad para formar.
¿Por qué se gastaban los alemanes dinero en los líderes españoles o los que ellos consideraron que en el futuro serían líderes españoles, como fue mi caso? Porque pensaban recoger mucho más dinero de nuestra formación, porque nos haríamos muy buenos amigos de Alemania y porque tenían que enseñar el país a quienes tenían tendencia a ser futuros líderes. ¿Y quién pagaba esto? La fundación de la que depende cada partido. En mi caso fue la CDU y la Fundación Konrad Adenauer. Se gastan grandes sumas para tener a los mejores en la vida política.
«Hay que invitar a la gente a que participe en la política porque, si no, se convertirá en el hábitat de oportunistas y gente no preparada»
Eso es muy importante porque si el gestor de una empresa es importante, el gestor de un país, que es una grandísima empresa, lo debería ser mucho más.
Efectivamente. De hecho, por ejemplo en Orihuela, la empresa con más trabajadores es el Ayuntamiento.
De todos modos, cuando se habla de cambiar la Constitución, ¿No sería más importante aprovechar esa Constitución para desarrollarla? Hay muchas cosas que se podrían resolver con leyes que la así lo hicieran.
La Constitución es un frontispicio lleno de principios, no es aplicable directamente. Que la Constitución diga que todos los españoles tenemos derecho a una vivienda digna no quiere decir que mañana me vayan a dar una, quiere decir que todo eso hay que desarrollarlo.
¿Quién lo desarrolla? Personas. ¿Y quiénes deben ser esas personas? Personas preparadas que estén todo el día hablando y dialogando y que se asesoran de los mejores. Esa es la clave, porque tener grandes instrumentos legales en manos de cualquiera es no tener nada. No hay que aspirar a tener la mejor Constitución del mundo, sino a tener la mejor clase política de Occidente.
Los franceses se están dando cuenta de que los clásicos partidos ya no son capaces de ofrecer a la sociedad gente con capacidad de arrastre, y han tenido que inventarse algo nuevo. Si no hacemos lo mismo acabaremos como los italianos, que viven de espaldas a la política y cualquiera entra en un partido. Esto no va de inventarse un partido nuevo ni de cuatro eslóganes. Lo que hay que hacer es hablar y pactar los unos con los otros, no existe otra política. Nadie hace nada solo, y ahora, con cuatro partidos importantes a nivel nacional, menos todavía.
¿Por qué cuando se nombró al nuevo Presidente la oposición dijo que podía ser legal, pero no legítimo? Al fin y al cabo estamos en una democracia parlamentaria, donde es el parlamento (y no el ciudadano) quien elige al Presidente y Pedro Sánchez contó con 180 votos frente a los 170 que tenía Rajoy…
Exactamente. Han hecho una coalición contra un determinado gobierno, pero no han explicado en modo alguno qué proyecto de ilusión les ha llevado allí. Han tenido que recuperar la ilusión con la formación de un gobierno donde hay personas que llaman la atención, pero ¿qué unió todas aquellas piezas tan dispares, algunas de ellas con proyectos antiespañoles? Solamente ir en contra de. Entonces, ¿solo somos capaces de unir todo aquello que vaya en contra de? ¿No somos capaces de construir nada? ¿Solo somos capaces de unirnos para destruir algo? ¿Ese es el mensaje que nos mandan?
En la democracia existe un mecanismo maravilloso llamado elecciones. Los políticos americanos dicen que cuando el agua sucia está estancada a nivel político, lo que hay que hacer es tirar del tapón y hacer que corra agua nueva, y esa agua nueva se llama elecciones. Por tanto, será legal, pero no era legítimo. La legitimidad te la da el pueblo con el referéndum de los votos.
¿Se están fomentando demasiado los ´oportunismos`?
Claro, es un momento del mundo en el que las grandes capas de clases medias, o una gran mayoría de los países, se han visto muy afectados en la economía por la regresión económica, han visto que sus puestos de trabajo ya no son tan estables como eran y todos vivimos con incertidumbre. Entonces se pone en marcha el famoso principio sociológico que en política nunca falla: las sociedades, para considerarse benéficas y buenas, necesitan tener culpables para así ellos considerarse inocentes.
Esos culpables son los que están pagando los eslóganes en muchos casos de una izquierda radical, y mucha de esta nace de la universidad de vivir cómodamente y de aparentar una ideología comunista, que es el gran fracaso del mundo. De hecho, ahora empieza a estudiarse que si a Karl Marx le hubieran dejado unos años y no hubiera estado enfermo, habría revisado su libro ´El capital`, porque ni él estaba de acuerdo consigo mismo.
¿Cree que los nuevos partidos aportan novedad o siguen sistemas antiguos?
Siguen reproduciendo los defectos de los dos grandes partidos. Dicen venir con sangre fresca y nuevas propuestas, pero en realidad nacen tan viejos como los anteriores, lo que pasa es que no les ha dado tiempo a mostrarse.
Es verdad que Ciudadanos está intentando, a nivel de discurso político, acentuar algunas cuestiones liberales interesantes que se habían quedado dormidas en el Partido Popular, pero ¿tendrá estructura a nivel nacional para soportar eso o se quedará todo su afán en los dos primeros años, con gente interesante a nivel nacional pero nada interesante a nivel general? Esa es la gran cuestión.
Y lo mismo digo de Podemos, solo que han sufrido un mayor desgaste porque ese afán permanente de decir que están sometidos a un debate constante de asambleas lo expone más al sol que a los demás, y ya han demostrado que son una cúpula que nació exclusivamente en la Autónoma y en la Complutense de Madrid, que practican el método estalinista con el que no está de acuerdo y que atrae a una sociedad que no es de izquierdas, sino que simplemente se radicaliza porque sus expectativas laborales y económicas se han venido abajo, pero ¿serán capaces de mantener una estructura seria durante varios años? Yo creo que no.
¿Y los partidos llamados tradicionales?
Los otros dos partidos también tienen que plantearse las cosas. No vale decir: “Yo estaba aquí antes”. Estaban aquí antes, pero tienen que renovarse y entre las grandes cabezas de este país, a nivel político, tienen que sentarse para dedicar grandes recursos a hacer hábitats generosos en la ideología que sea para que vengan políticos.
Ya sé que esto hoy es utópico, pero o se dedica a la política gente interesante y preparada, o España vivirá convulsamente muchos años y solamente pendiente de que alguien tenga una ocurrencia que le durará uno, dos o tres años, como en Italia.
Bueno, es que lo de Italia es un caso aparte: 26 gobiernos en 46 años. Italia no vive de los políticos sino de los tecnócratas…
Los italianos pueden permitirse el lujo de decir que viven a pesar de la política, porque allí la política se considera un calcetín usado que cada día se cambia. Ahora están con el problema de la inmigración y han aprovechado que hay una gran parte de la sociedad en contra. Se necesita un gran pacto nacional italiano o español para tratar el tema de la inmigración, no como un ejercicio de bonhomía como se hizo con el Aquarius, sino como un ejercicio general.
En efecto la inmigración necesita soluciones y consenso, ¿será posible?
Exacto, pero España tiene un problema serio que los franceses explicaron muy bien, porque ellos tienen una verdadera avalancha, no como España donde el 0,09% de la población es inmigrante.
El inmigrante irregular viene a vivir a los barrios más obreros de París, Marsella o Lyon, y allí esa gente, que antes votaba al Partido Comunista Francés, ahora se ha radicalizado y se ha hecho de extrema derecha solo porque ellos son los que viven la situación.
Los burgueses de las ciudades no sufren la situación de la inmigración, pero estar todo el día entero viviéndolo es lo que ha hecho que los barrios trabajadores franceses estén realmente dolidos. ¿Cómo es posible que aquellos que votaban al Partido Comunista Francés voten a Le Pen? Porque son ellos los que sufren diariamente esa situación mal llevada y mal resuelta.
Traducido a España…
Aquí no habla ningún político que tenga un remedio en España, sino que tendrá que ser la suma de políticos. Leí en un libro que “no existen liderazgos fuertes, sino liderazgos cooperativos”, y el liderazgo cooperativo se consigue dentro de tu partido y con respeto a los otros partidos.