Alfredo Campello / Autor de ‘Barrio de Carolinas. Los nombres de las calles de Alicante’ (Alicante, 16-mayo-1979)
Alfredo Campello Quereda es un auténtico referente entre todos aquellos alicantinos empeñados en rescatar y poner en valor la milenaria historia de nuestra ciudad. Ha escrito ya varios libros sobre el pasado de Alicante y San Juan, localidad en la que reside desde pequeño. Trabaja como guía turístico industrial en Jijona y también lleva el exitoso blog Alicantevivo.org.
Durante esta legislatura Alfredo ha formado parte de la comisión municipal para adecuar las calles a la Ley de Memoria Histórica. Ahora su nuevo reto es investigar los barrios uno a uno. Su punto de partida: Carolinas.
¿Por qué has empezado por Carolinas?
En realidad empecé por mi pueblo. Hace años ya publiqué un libro similar sobre las calles de San Juan. Ahora me ha dado por atreverme con Alicante. Estuve cerca de arrancar por Benalúa, pero Carolinas me tiraba mucho porque parte de mi familia es de este barrio.
«Carolinas fue un barrio separado de la ciudad durante muchos años, por eso tiene tanta identidad propia»
Dos barrios contemporáneos en el tiempo, aunque muy distintos
Totalmente. Es muy curioso que Carolinas y Benalúa se crearan a finales del siglo XIX, pero de una forma tan diferente. Benalúa tiene una ordenación impecable, completamente geométrica. Carolinas es el caos total (risas).
Aquí no se planificó nada. Los propietarios de terrenos abrían nuevas calles o construían casas a la buena de Dios. Demasiado bien ha acabado para el desastre urbanístico que podría haber sido.
Un barrio que fue habitado sobre todo por inmigrantes del interior de la provincia.
Mi propia bisabuela era de Agost, y tuvo a mi abuela viviendo en Carolinas. De hecho es de los pocos lugares de esta ciudad donde aún podemos escuchar valenciano.
Recuerdo que mi abuela siempre decía “me bajo a Alicante”. Concebía al barrio como un pueblo aparte, y este pensamiento aún perdura en mucha gente. Incluso algunos siguen diciendo “yo soy de Carolinas” en vez de Alicante. Hay que tener en cuenta que en su día se construyó en las afueras, y era casi como otra localidad. Ahora ya está muy integrado a la ciudad.
Cuéntanos algún caso curioso que te hayas encontrado en su callejero.
Carolinas tiene curioso hasta el nombre, que se lo pusieron porque su construcción coincidió con una guerra que libraba España contra Alemania por las islas Carolinas, ubicadas en el Pacífico. Como eran muchas casas dispersas sin ton ni son, se decía que parecía un archipiélago, y en ese momento a la gente le sonaba ese nombre porque salía en los periódicos.
«En Alicante hay calles dedicadas a personas que nunca existieron, como la de Jacinto Maltés»
Te podría destacar el caso de Jacinto Maltés, un hombre que tiene una calle pero que realmente nunca existió. En su día el Ayuntamiento quiso dedicarle una vía al autor de la crónica ‘Illice ilustrada’, un tal Juan Bautista Maltés, pero se equivocaron. Luego el cronista Vidal Tur dijo que este Jacinto era el propietario que había cedido el terreno, cosa que es falsa.
Yo por eso cuando escribí este libro me basé siempre en las primeras fuentes, las del Archivo Municipal. No he copiado a otros autores, porque repetiría muchos errores. No es que trabajaran mal, Vidal Tur hizo un trabajo muy meritorio, pero antes era mucho más difícil acceder a la información y cuando no sabía quién era alguien, pues se lo inventaba.
«El Ayuntamiento solo ha corregido los nombres franquistas, cuando hace falta un repaso mucho más profundo»
Lo que me cuesta entender es que la comisión municipal que formasteis durante esta legislatura no corrigiera estos errores tan groseros.
Yo lo dije muchas veces. En aquella comisión solo nos centramos en cambiar los nombres franquistas. Pero en realidad Alicante necesita un gran repaso en general de todo su callejero.
No solo por los nombres que no existen, también hay algunos repetidos. El general Serrano tiene dos calles y Canalejas tres. En la Gran Vía se mezclan tres o cuatro nombres diferentes, con el caos que eso conlleva.
Aún no me deja de sorprender toda la polémica que se ha armado en Alicante con este tema.
Se ha sacado un poco de quicio todo. En Alicante llevamos cambiando nombres desde la época de Lassaletta. Antes pasaba desapercibido, y ahora estos temas ocupan las portadas de los periódicos.
Yo creo que el callejero tiene que ser didáctico, y no tiene ningún sentido que tengamos nombres de golpistas. Ahora, de ahí a quitar a personas que han sido asesinados por sus ideas, no lo comparto.
Cuando comienza la Dictadura Franquista, el gobierno manda a las ciudades que quiten los nombres contrarios al Movimiento. Pero el Ayuntamiento de Alicante va más allá, y hace una gran purga contra todo nombre que suene a liberal, incluso quitando personas de siglos anteriores. Yo creo que esos nombres son los que se tenían que haber recuperado, y no tanto Rosa Luxemburgo o Hipatia. Me alegro que esto al final se haya rectificado un poco. Si los alicantinos no recuperamos nuestra propia memoria histórica, nadie más lo hará.
«Aquí recordamos a Pantaleón Boné como un mártir de la libertad, pero en realidad fue un militar muy sanguinario»
Hablando de nombres recuperados, ¿qué biografía es la más interesante del libro?
Yo creo que la de Pantaleón Boné. Hay mucho misterio rodeado a este personaje, famoso por iniciar una rebelión en Alicante en el siglo XIX. He averiguado muchas cosas que no se sabían, como que tuvo una hija adoptiva o que no es del pueblo que todo el mundo cree.
Tuvo una vida de película, seguro que si fuera americano le habría dedicado una producción en Hollywood. Aquí se le conoce como ‘mártir de la libertad’ porque fue ejecutado tras la rebelión, pero realmente fue un militar bastante sanguinario.
Estaría horas hablando contigo. ¿Dónde podemos comprar tu libro?
Está a la venta en varias librerías de Alicante e incluso en San Juan. También se puede comprar por internet, a través de la editorial Temporae.
¿Y cuál será tu próximo barrio?
Seguramente será Benalúa. Aunque ya veremos. También me interesan otras zonas como el centro de Alicante, San Blas o el Ensanche.