Entrevista > Juan Trigueros / Bailarín (Alicante, 21-junio-1950)
Sus ojos y gestos transmiten su pasión por el baile. Aunque comenzó tarde su carrera artística, su empeño y fuerza de voluntad lo llevó a bailar en Alicante, en la compañía de José Espadero, posteriormente en el Ballet Nacional junto a Antonio Gades y Antonio ‘el Bailarín’, para desde allí saltar a los escenarios de toda Europa central. De esta forma, Juan Trigueros se ha convertido en el bailarín alicantino más internacional.
A pesar de este periplo artístico no ha olvidado jamás sus orígenes y las tradiciones de su tierra natal. Las Hogueras, la Semana Santa y el recuerdo de su familia, sobre todo el de su madre, lo emocionan y llenan sus ojos de lágrimas, porque Juan Trigueros se define a sí mismo como ‘alicantinot’.
«En mi familia se ha respirado el arte»
¿Cómo y por qué se dedicó a la danza?
Pues empecé mayor, a los 22 años. Yo estudiaba peluquería y además ejercí de peluquero regentando mi propio salón. La academia estaba en un edificio en el que el pintor Gastón Castelló tenía su estudio en el ático, mientras que en el entresuelo se encontraba la escuela de danza de José Espadero y Cristina Madrona, donde mi hermana Josita Trigueros asistía a clases de baile.
Cuando terminábamos, recogía a mi hermana y después íbamos a por mi madre que cantaba en el Orfeón de Alicante. Tengo que decir que en mi familia se ha respirado el arte, siempre hemos contado con el apoyo de mis padres.
Una tarde, mientras esperaba a mi hermana, Pepe Espadero me vio marcar unos pasos de jota en el vestíbulo de la escuela, y tanto él como Cristina Madrona me propusieron aprender danza. Además necesitaban un bailarín que ayudase a las chicas para los exámenes de fin de carrera. Y ahí estaba yo, estudiando baile español y apoyando a bailarinas como Mati Sánchez y Aurora Seguí en sus pruebas finales.
«Pepe Espadero ha sido mi referente, lo aprendí todo»
¿Qué le aportó el tener a José Espadero como maestro?
Pepe Espadero ha sido mi referente, lo aprendí todo: el dominio del escenario, el embrujo, el duende… Aprendí a transmitir al público, con el baile, mi fuerza interior y mi pasión. Con él debuté, junto a mi hermana Josita, en el Teatro Principal, bailando el ´Amor Brujo` de Manuel de Falla. Yo interpretaba el personaje del Espectro.
Trabajé con él durante ocho años. Hacíamos antologías y zarzuelas con el Orfeón de Alicante; además cuando Pepe tenía alguna actuación fuera de la ciudad, yo lo sustituía. Fue mi primera etapa en el mundo de la danza. Para mí fue una época entrañable y llena de recuerdos maravillosos.
Después llegó a Madrid, al Ballet Nacional. Allí continuó sus estudios y actuó junto a Antonio Gades y Antonio ‘el Bailarín’. ¿Qué supuso este período profesional en su carrera?
Fue un sueño hecho realidad. Con 30 años aprobé el ingreso en el Ballet Nacional, teniendo como director y profesor a Antonio Gades. Posteriormente, Gades formó su propia compañía, y Antonio ‘el Bailarín’ tomó las riendas del Ballet Nacional. Trabajé con él durante tres años que fueron extraordinarios.
Al lado de estas dos figuras del baile aprendí todo lo necesario para convertirme en un gran bailarín, enamorado de mi profesión y dispuesto a transmitir esa pasión al público.
Después de estar con Antonio Ruiz ‘el Bailarín’, bailé en los Teatros Nacionales y en el Ballet de Julia Robles. Con esta compañía terminamos la gira por la Costa Brava en Sitges, coincidiendo con el Festival Internacional de Danza dirigido por José de Udaeta. Allí interpreté una fusión de flamenco y danza oriental. El éxito fue tan grande que comenzaron a proponerme contratos para trabajar en distintos países europeos.
¿En ese momento comienza a desarrollar su carrera en el extranjero?
Durante seis años recorrí casi toda Europa. A Alemania llegué de la mano de la agente Esther Peleteiro, una mujer extraordinaria. Con ella recorrí todos los teatros importantes del circuito alemán, como por ejemplo Stuttgart o Munich. En esta ciudad bávara fundo el Centro de Baile Flamenco, al mismo tiempo que dirijo el Grupo Andaluz de Munich; y en Stuttgart participamos en el Fetival Internacional con la obra de Federico García Lorca, ´La casa de Bernarda Alba`, donde yo ejecuto el papel de Bernarda, concediéndome el Premio a la Interpretación.
Sigo las enseñanzas de Pepe espadero y formo mi propia compañía, además de dirigir cursos de danza, coreografías y realizar actuaciones por toda Alemania. Por otra parte, me contratan para bailar en Suiza, Francia, Noruega, Holanda o Luxemburgo, llevando el nombre de Alicante y el aleccionamiento del maestro Espadero por el continente europeo.
Asimismo, en 2004 organicé cursos y coreografías como bailarín invitado en Polonia, Chequia y Eslovaquia. Soy un bailarín alicantino muy internacional.
¿Por qué tiene tan buena acogida la danza española en el extranjero?
Pues porque España tiene un folklore muy rico; además los españoles somos muy artistas y creativos. Ten en cuenta que contamos con un bagaje cultural increíble. Por nuestra península han pasado muchas culturas, muy diversas y que han dejado su impronta.
Nuestro baile es muy difícil, porque además de la técnica hay que transmitir el apasionamiento y el ‘embrujo’ con nuestros pasos, gestos, miradas… con todo nuestro cuerpo. Expresar todo esto a través de la danza causa admiración en otros países. El flamenco tiene tanta fuerza expresiva que antes de bailarlo hay que sentirlo para embelesar al público.
«Me considero afortunado y profeta en mi tierra»
Después de los años por Europa vuelve a Alicante. ¿Se siente profeta en su tierra?
Sí, me considero afortunado y profeta en mi tierra, porque en cuanto vuelvo a Alicante, al inicio de la década de los 90, monté un centro de baile flamenco en San Miguel de Salinas, con una gran aceptación y reconocimiento. Al mismo tiempo dirigí durante seis años la escuela municipal de Danza de Catral.
Fue una etapa estupenda porque actuábamos por toda la Vega Baja y Murcia, e incluso nos llamaron para bailar en Telecinco de Portugal. También, en esa época, me propuso Silvia Logan actuar en Canadá en unas galas en el Imperial Theatre de Saint John en New Brunswick, Montreal y St. Andrews.
Es alicantino y le gusta ejercer como tal. ¿Le gusta participar en las fiestas alicantinas y guardar sus tradiciones?
(Ríe y se emociona) Me considero ‘alicantinot’. Me encanta participar en la Hogueras y en la Semana Santa. Desde 2013 hasta 2018 he colaborado con mi Hoguera de Sagrada Familia, elaborando espectáculos y coreografías para las presentaciones de Belleas.
También escribí un poema y monté una coreografía para un acto de esta hoguera, que se celebró en las Cigarreras. Contribuyo en todo lo que me piden. De hecho en 2016 y 2017 me nombraron Foguerer de Honor.
En cuanto a la Semana Santa, llevo dentro de mí a la Hermandad del Santísimo Cristo del Mar y Nuestra Señora de los Dolores Coronada, de la Basílica de Santa María. Desde que era un niño y vi a mi madre cantar una saeta a esta Virgen. Además, aquí tengo a grandes amigos como Mati Sánchez, camarera mayor de la Virgen, alumna de Espadero y compañera de baile de fin de carrera.
Y, por añadidura, mi devoción es tan grande, que le compuse a Nuestra Señora de los Dolores un poema que declamé en el primer aniversario de su coronación. Ahora acabo de escribir otro para el Cristo del Mar.