Entrevista > Edgar Badía / Portero del Elche C.F. (Barcelona, 1972)
Edgar Badía es uno de los artífices del despegue del Elche en la presente temporada. Llegó al club en el mercado de invierno y sin apenas tiempo para adaptarse al entorno acabó con el debate en la portería franjiverde.
Pero el catalán es mucho más que un guardameta formidable. Edgar Badía es un hombre del ´Renacimiento` en pleno siglo XXI. Es futbolista, pero también universitario, empresario, viajero y un tenista frustrado. Pese a ser campeón de Europa en la pubertad, el barcelonés tuvo pagar un duro peaje y romper tópicos, casi siempre relacionadas con su estatura, para triunfar. Además destroza el estereotipo del portero alocado y se atreve a hablar sin miedo de la situación política de su tierra.
Tras vivir un infierno en Reus por culpa de los impagos, Edgar es feliz en el Elche, donde aspira a cumplir su sueño de jugar en Primera. Mientras llega ese día sigue haciendo y maquinando mil cosas…
¿Cómo empezó su pasión por el fútbol?
En casa todos somos deportistas. Mi padre jugaba al balonmano, pero tras hacer mili lo dejó porque no daba mucho dinero. En Barcelona éramos socios de un club y jugábamos allí al tenis y al pádel.
A los seis años empecé a jugar en la escuela del Barcelona, porque vivíamos muy cerca del Camp Nou. Estuve tres años en la cantera del Barça hasta que en las pruebas de crecimiento vieron que no iba a ser un portero muy alto y salí de allí.
¿Siempre quiso ser portero?
No, yo fui al Barcelona a hacer las pruebas como jugador, pero un entrenador que se llamaba Martí fue el primero que creyó en mí. Había pocas plazas de jugador y me sugirió que probara como portero. Y se me dio bien. Recuerdo que, con seis años, me llevó un día al césped del Camp Nou y me dijo: “tú vas a jugar un día ahí”. Eso me dio la fuerza para seguir.
¿De qué equipo era de pequeño?
Nunca he tenido un equipo. He seguido a todos. Aunque el Liverpool siempre fue uno que nos gustó en casa. Por los jugadores, por la afición, por el campo…
¿Quién era su ídolo?
Cuando empiezas a jugar en la cantera del Barça te fijas en el que está más arriba, que era Víctor Valdés. Y también, cómo no, en Casillas, que era el que destacaba en esa década.
¿Cómo llevaban sus padres lo de tener un hijo portero?
Pues son sufridores. Lo pasan mal. Mi padre no viene a verme porque no coge aviones, pero mi madre suele seguirme.
¿Cómo encajó que el Barcelona lo rechazara?
Mal. Quise dejar el fútbol con 11 años. Me dediqué a jugar al tenis, que realmente era mi pasión.
«Si hubiera podido elegir me habría gustado ser tenista; era bueno, pero en los torneos siempre había uno mejor»
¿Le gustaba más el tenis que el fútbol?
Es que si hubiera podido elegir me hubiera gustado ser tenista. Se me daba bien, pero no estaba entre los mejores de Catalunya. Es un deporte durísimo en el que hay que entrenar muchísimas horas porque la competencia es brutal. Y cuesta mucho dinero, por los viajes y los torneos. Si hubiera salido medio bien hubiera apostado sin dudar por el tenis.
¿Y cómo era el Edgar Badía tenista?
Era un jugador de buenas piernas que llegaba a todo. Además, tenía buena volea porque también le pegaba al pádel. En este deporte sí que era uno de los mejores de Catalunya. De hecho, alterné durante años el pádel con el Cornellá.
Ahora se entiende su flexibilidad y algunas de las paradas de reflejos que hace.
Es posible. Mezclar los dos deportes me ayudó. Tenía piernas para llegar a todas las pelotas en pádel y para tapar la portería. Alterné las dos cosas hasta juveniles. Recuerdo que una vez coincidió un Barcelona-Espanyol en el que se jugaba la Liga de juveniles con un torneo de pádel de Catalunya, en el que llegué a semifinales.
Fui a disputarla, pero en el tercer set, cuando íbamos por delante con un break, tuvimos que abandonar porque tenía que irme al partido de fútbol. Mi pareja sabía que podía pasar. A partir de ese momento mi prioridad fue el fútbol.
¿Cuándo se dio cuenta de que podía vivir del fútbol?
Cuando comencé a ir a la selección catalana. Quedamos varias veces campeones de España. Cuando estaba en el infantil me llamó el Espanyol cadete, en el que estuve con Lluís Planagumà, actual entrenador del Hércules. Le tengo mucho cariño, ojalá pronto pueda vivir un derbi contra él. En aquel Espanyol coincidí con una generación espectacular. Estaba Golobart, Jordi Amat, Saborit, Soler… Y ya en el juvenil me llamó la Selección Española.
¿Cómo vivió la llamada de la Selección?
Fue todo muy rápido. Me convocó la sub-17 para el último partido del Europeo. Me salió un buen partido y ya fui titular en el torneo, en el que no encajé ningún gol.
¿Qué compañeros tenía?
La generación del 92. Carvajal, Jordi Amat, Sergi Gómez, Muniesa, Koke, Sergi Roberto, Sarabia, Muniain, Morata, Borja Gastón… Cuando te ves al lado de ellos te das cuenta de que esto ya va en serio, porque encima yo era el portero titular. En ese momento comienzan a aparecer representantes y marcar deportivas para regalarte guantes y botas.
Entre tanto deporte, ¿dónde quedan sus amigos de infancia?
A partir de primero de bachillerato la vida fuera de la escuela la pierdes con tanto viaje, estudio y entrenamiento. Echas de menos eso, aunque mi grupo de amigos de Barcelona no era muy grande.
Pero cuando tenía fiesta, ¿qué hacía?
Me iba con la familia y con los amigos del club de tenis, pero cuando te haces mayor tus amigos pasan a ser la gente con la que has vivido el fútbol. De hecho, me casé este año y vinieron a la boda cinco amigos con los que conviví en la cantera y otros tres no pudieron vivir.
Quedar en una ciudad como Barcelona es complicado, porque las distancias son enormes. En un pueblo es diferente. Echo de menos tener un grupo de amigos allí. Mi mujer es de Menorca y me planteo irme allí cuando me retire, a un entorno más reducido y familiar, para que mis hijos tengan lo que yo no he tenido, que es disponer de tus amigos en cualquier momento.
¿Tiene pensado tener hijos pronto?
De momento no. Mi mujer y yo queremos vivir cosas que luego, cuando se tienen hijos, se hacen más difíciles. Nos gusta viajar, estudiar, formarnos… Somos gente ocupada.
Volvamos a su etapa formativa. Juega un Mundial, pero no le sirve para triunfar en casa.
Sí, quedamos terceros. Luego termino con el juvenil y paso al filial, que estaba en Tercera. Hago una buena temporada y voy al Europeo sub-19, que ganamos con muchos jugadores del Madrid y del Barcelona. Y cuando vuelvo veo que no se apuesta por mí.
Llegué a debutar en la Copa, con Pochettino como entrenador, con el primer equipo en Córdoba. Noto que hay dudas. Tuve opciones de salir cedido, pero el Espanyol creyó que lo mejor era quedarme. Sin embargo, al primer equipo suben esa pretemporada Germán Parreño, que es de Elche, y Pau López. A mí me destierran al filial a pesar de haber debutado con el primer equipo y de ser campeón de Europa.
Usted siempre estuvo bajo sospecha por el tema de la estatura…
Es algo que me ha perseguido siempre. Yo mido 1’80, aunque en un buen día puedo llegar a 1’81. Es broma. De repente se puso de moda que los porteros tenían que ser altos y tener mucha envergadura. Siempre ha sido una etiqueta que he tenido y contra la que he luchado en el campo. Y no me ha ido nada mal.
¿Cómo llevó eso de ser campeón de Europa y jugar en Tercera?
Lo que más cuesta asimilar es que todos tus compañeros de selección están ya en Primera y jugando, mientras tú ni siquiera puedes entrenar con el primer equipo. En el Espanyol siempre tuvieron dudas conmigo por lo de la altura. Subieron antes a mi suplente en el filial que a mí.
¿Y qué piensa en esos momentos?
No es que te plantees dejarlo todo, pero sí lo pasas mal. Es como si fuera un destierro.
¿Falta humanidad en los clubes?
Falta claridad. Mi agonía fue larga porque no me dejaban salir ni a un Segunda. Pasé de jugarlo todo a nada. No tuve ninguna oferta y tuve que ir al filial del Granada, pero allí la cosa no fue mejor.
«Salvo excepciones, un jugador de Segunda División no gana tanto como para retirarse a vivir la vida»
¿Qué pasó?
A las dos semanas de llegar me dijeron que no contaban conmigo, que la apuesta del club era Dimitrievski y que me buscara equipo en invierno. Y eso me lo dicen en mi primera experiencia fuera de casa, a la que me había llevado a mi novia. Fue todo muy duro, porque además había dejado una carrera de ingeniería y había comenzado la de administración y dirección, que la acabo de terminar.
¿Y qué se hace en ese momento?
Tomo la decisión de entrenar duro para estar preparado y salir en enero donde sea, aunque fuera a Segunda B, porque lo que necesitaba era jugar para demostrar que tenía nivel para el fútbol profesional. Por suerte soy fuerte mentalmente.
Y aparece el Reus.
Sí, con un proyecto para subir a Segunda. El primer año jugamos el playoff y el segundo ascendimos. Allí recuperé la felicidad. El año del ascenso no encajé ningún gol en los últimos siete partidos. El Reus es muy especial porque apuestan por mí cuando nadie más creía. Me dio la oportunidad de jugar en Segunda y no fui el ´Zamora` por una décima.
Dígame un secreto. ¿Cuándo están jugando se piensa en el Zamora?
Hombre, cuando empieza la Liga no, pero cuando ya quedan seis o siete partidos para el final y estás arriba pues sí piensas en ello.
Firma una temporada sensacional en Segunda, pero nadie le llama. ¿Qué pasó?
Yo pensaba que llegarían ofertas, pero no. Creo que el tema de la altura me ha perjudicado cuando era pequeño, pero también en el mundo profesional. Si midiera más centímetros habría tenido ya la opción de jugar en Primera.
Sin embargo, cuando se hunde el Reus sí le llueven las ofertas.
Sí, y no será porque el Reus pusiera trabas a un traspaso, porque había pactado con ellos una salida a precio bajo. Yo lo que siempre he querido es jugar en Primera o en un club fuerte de Segunda.
Cada año, antes de renovar, hacía una valoración de mercado, pero nadie hacía una apuesta fuerte por mí, por lo que era mejor seguir en Reus. De todas formas, tenía claro que este verano acabaría mi ciclo allí.
Antes dijo que su sueño es jugar en Primera, ¿por eso firmó solo seis meses por el Elche?
Firmé seis meses porque creía que era lo mejor para mí y para el club, pero estoy tranquilo porque la relación es buena y mi primera opción en Segunda es el Elche. Estoy contento aquí.
¿Por qué se decidió en enero por el Elche?
El Elche es una entidad a la que la gente tiende a infravalorar porque ha sufrido golpes duros, pero es un grande con unas infraestructuras brutales y con una afición y una ciudad detrás que no tienen muchos clubes de España. Si se recupera de este mal momento por el que ha pasado volverá a luchar por grandes cosas. También miré el contexto deportivo y vi que tenía opciones de jugar.
«De no surgir nada extraordinario, mi idea es quedarme la próxima temporada en el Elche»
¿Se ve echando raíces en Elche?
Para mí, irme a otro club de Segunda no tiene sentido. Veremos en verano qué puede pasar porque al final queremos crecer, pero estoy convencido de que voy a seguir en el Elche, que es mi primera opción. De no surgir nada extraordinario me voy a quedar. La ciudad me gusta mucho y el club es fantástico. Aquí soy feliz y estoy disfrutando mucho. Y eso se me nota en el campo. Pero sé que aún puedo disfrutar más.
Usted llegó y arrebató la titularidad a José Juan, héroe del ascenso. ¿Cómo se lleva con él?
Desde el principio tuve buen ´feeling` con él. Es una persona trabajadora que aporta experiencia y hace que yo entrene mejor. Hay rivalidad y competencia, pero los éxitos de los porteros son de los dos y de todo el equipo. Si un portero está bien es porque el otro también lo está.
«En Cataluña se ha mezclado política y deporte y no debería haber sido así»
Usted es muy catalán. ¿Cómo está viviendo toda la tensión política que hay en su tierra en los últimos tiempos?
Lo vivo como deportista y es una situación complicada. En Cataluña se mezcla política y deporte y no debería ser así. Me sabe mal. La verdad es que a mí no me ha afectado en nada. He vivido en Reus, donde hay movimiento independentista, pero ni mi mujer ni yo nos hemos enterado de nada. En general, creo que la gente habla de este tema sin demasiada información. Nosotros hemos sido totalmente neutros.
De los que hay ahora, ¿quién es su portero favorito?
Ter Stegen está a otro nivel. Tiene buen juego de pies, es rápido de reflejos y arriesga con valentía. Me identifico con él. Hay otros porteros muy buenos, como Oblak o Navas, pero el alemán es otra cosa.
¿Qué hace Edgar Badía cuando llega a casa?
Ajora que he acabado la carrera tengo algo más de tiempo libre, pero no paro quieto. Estoy comenzando un negocio con un amigo y conociendo la ciudad y sus alrededores. También mirando qué máster haré el año que viene. También veo mucho fútbol y soy muy ´freak` de las series. Si nos gusta una serie mi mujer y yo vemos todos los capítulos de golpe.
«Cuando mejor salen las cosas hay que trabajar más, porque aumenta el riesgo a caer en la relajación»
¿Es de los que no duerme si comete un fallo?
Me cuesta dormir después de un partido. Lo analizo todo y no me importa ver las imágenes por si he cometido un error. Soy muy perfeccionista, de analizarlo todo mucho. De todas formas, siempre pienso que cuando mejor me salen las cosas es cuando más hay que trabajar porque existe mayor riesgo por la relajación.
«Los porteros tenemos que ser los más centrados del equipo y enfocar esa locura hacia la inteligencia»
Usted es un tipo centrado. ¿Dónde guarda el cable pelado ese que dicen tener todos los porteros?
Los porteros tenemos que ser los más centrados. Ese punto de locura hay que enfocarla hacia la inteligencia para ser los más listos.