No hay otra fiesta como las Hogueras. Al menos así lo sentimos miles y miles de alicantinos. Aquellos que crecimos tirando petardos, bailando al son de la orquesta de la hoguera de nuestro barrio, mirando hipnóticamente el fuego y mojándonos en la Banyà. También aquellos ‘alicantinos de adopción’, que conocieron estas fiestas más tarde pero aprendieron a amarlas tanto como nosotros.
Precisamente a uno de ellos va dedicado este reportaje. Porque aunque muchos no lo sepan, es a un gaditano a quien debemos la fiesta más alicantina. Tuvo que venir alguien de fuera para que las Hogueras empezaran a forjar su leyenda, esa que dura ya 91 años y se va aproximando al centenario.
Rebelde por amor
Hablamos de don José María Py Ramírez, nacido en el seno de una destacada familia de la nobleza andaluza que se mudó a Valencia para abrir varias notarías en la zona.
Desde bien joven José María ya dio muestras de su fuerte personalidad. No dudo en enfrentarse a sus padres por un motivo tan loable como es el amor. Ellos no aprobaban su relación sentimental con una cubana llamada Mercedes González e incluso le amenazaron con desheredarle, pero no le importó. Acabó casándose con ella, aún con todas las consecuencias.
Despojado de su fortuna e incluso de su linaje nobiliario, José María aprendió el oficio de pintor y carpintero para poder subsistir. Con este trabajo dio de comer a los numerosos hijos que pronto empezaron a llegar a su hogar. Tuvieron hasta seis.
Las primitivas hogueras
Se daba la circunstancia de que por aquella época comenzaron a celebrarse las primeras Fallas de Valencia. José María Py se subió a este tren fallero y trabajó en la construcción de varios monumentos. Finalmente se acabaría reconciliando con su familia, y su padre le ofreció un trabajo en una de sus notarías ubicada en la Plaza Isabel II (ahora llamada Gabriel Miró) de Alicante.
Aquí el gaditano conoció la tradición alicantina que ya existía de quemar objetos viejos en la noche de San Juan; una costumbre que venía de siglos atrás. Hasta entonces el Ayuntamiento siempre había perseguido este hábito, pues consideraba que aquella noche se organizaba un escándalo en las calles impropio de una ciudad respetable.
Además, los alicantinos más guasones antes de quemar solían dar forma a los objetos parodiando a los políticos del momento (los antepasados de los ninots), lo cual tampoco les hacía especial gracia a los parodiados.
Hasta 1928 las celebraciones durante la noche de San Juan estaban prohibidas por el Ayuntamiento
El Ayuntamiento da el OK
En una asamblea celebrada por la asociación vecinal-cultural Alicante-Atracción, nuestro protagonista tomó la palabra y propuso convertir esta costumbre en unas fiestas oficiales con monumentos artísticos.
Los allí presentes acogieron la idea con entusiasmo. Pero faltaba lo más difícil, había que convencer a los mandamases. En marzo de 1928 José María Py y varios miembros de la asociación se reunieron con el alcalde Julio Suárez-Llanos para exponerle su proyecto. Los días previos tuvieron la buena idea de recorrerse los barrios para contagiar la ilusión a los vecinos y publicarlo todo en prensa, con objeto de hacer más presión popular.
Finalmente el alcalde cedió. Así se puso fin a siglos de persecución política hacia la noche de San Juan y peleas de las autoridades contra los vecinos por celebrarla. Así nacieron las Hogueras de San Juan
El primer año solo se construyeron ocho hogueras
Un exitazo popular
La primera edición contó con tan solo ocho distritos fogueriles. La primera hoguera en ganar el primer premio (aún había solo una categoría) fue Benalúa, con un monumento obra de Gastón Castelló, José Such y José Merced.
El éxito popular fue tan grande, que el número de hogueras se multiplicó durante los siguientes años. En 1930 el Ayuntamiento consideró necesario crear una Comisión Gestora (actualmente denominada Federación de Hogueras) específica para estas nuevas fiestas. Evidentemente, su primer presidente fue el propio José María Py.
Desgraciadamente el fundador de nuestras fiestas apenas pudo disfrutarlas, pues en 1932 nos dejó prematuramente a causa de un infarto a la edad de 51 años. Por aquel entonces había dejado la notaría de su padre y trabajaba de funcionario en Correos.
José María Py fue el primer presidente de la Federación de Hogueras
91 años después
Nuestro ilustre primer foguerer no pudo ver como sus Hogueras sobrevivieron a la Guerra Civil y se convirtieron en una de las fiestas más representativas de España y el Mediterráneo que, nueve décadas después, son capaces de atraer a un millón de visitantes a nuestra ciudad.
Difícilmente se podría haber imaginado que en 2018 generarían un impacto de 480 millones de impresiones en una red social llamada Twitter. Y mucho más importante, un beneficio económico de unos 70 millones de euros para Alicante.
Todo ello, se lo debemos a una idea que tuvo un gaditano en 1928. Todo ello es gracias a José María Py Ramírez. Creo que, como mínimo, se merece que durante estas próximas Hogueras todos le dediquemos un brindis desde nuestros racós y barracas.