En esta misma sección editorial, hace dos meses, preveía que se iba a elecciones el 10 de noviembre, ya que era claro que no se querían alcanzar acuerdos ´soñando` con unos mejores resultados.
También en esa misma columna de opinión de nuestros periódicos impresos hacía una reflexión, previendo un cambio de rumbo y una probable victoria de los partidos de la derecha española.
País paralizado
Pues bien, han pasado esos dos meses y en efecto seguimos con un país paralizado, que perjudica a todos los ciudadanos; y ya van cuatro años de inestabilidad (con alguna pequeña salvedad).
Seguimos con los presupuestos que hizo Montoro para el 2018, y si se prorrogan hasta el 2020 serán los más longevos de la historia de España. Pero esas prórrogas significan que no hay partidas para poder realizar nuevas inversiones en infraestructuras, apoyos a la dependencia y tantas otras cosas que necesitamos con urgencia.
Falta de capacidad
Y quieren hacer creer a los ciudadanos que todo ha sido porque uno no quería no sé qué y el otro va y se enfada, pepito no se reúne y el otro le dice es que no me has llamado… ¿Pero qué clase de políticos tenemos entonces?
La política es el arte de negociar, en eso se basa. Y cuando se tiene que explicar por carta a los propios del partido todos los esfuerzos que en teoría se han hecho, no es precisamente el mejor indicativo. Cuando alguien se esfuerza se ve, y más en algo tan mediático como es esto, no hace falta irlo diciendo.
El arte de la negociación
En política, como en cualquier otra negociación en la vida cuando uno no está solo, hay que ceder, buscar puntos de encuentro. Es fundamental dejar el sabor de la victoria a todas las partes, con honestidad y respeto, pero con la habilidad suficiente para conseguir lo imprescindible y ceder en lo que es importante para los otros (siempre salvando los límites de aquellas cosas inconstitucionales o simplemente ilegales).
Para la izquierda, en la humilde opinión de quien escribe esta editorial, considero que va a ser la pérdida de la mejor oportunidad que han tenido en mucho tiempo. Con menos votos (10.822.000 votantes entre PSOE, Podemos, EU y Compromís, frente a los 11.217.000 de la suma entre PP, Ciudadanos y Vox) tenían todo a su favor y no han sabido ponerse de acuerdo.
División de la izquierda
Ahora llega lo que era más que previsible: la división del voto en la izquierda con el nuevo partido de Errejón, que supondrá la penalización que tuvo la derecha al aplicarse el sistema de reparto basado en la ley d´Hondt; y el descontento del voto progresista, que no es tan fiel en acudir a las urnas como el voto conservador y penaliza con abstención cuando se siente ´cansado`.
Por su lado, la derecha empieza a concentrar de nuevo su voto en el Partido Popular, como ya se vio en las municipales. Los votantes han visto que Vox iba de León y se ha quedado en gatito, perdido por el Parlamento sin pena ni gloria; y que Ciudadanos está en una deriva de la que es responsable su presidente, que no acaba de encontrar el discurso correcto, al menos uno que cale en todas las zonas de España.
Posible vuelco
Sumando ambas cosas: una mayor concentración del voto conservador en el Partido Popular, que además está moviendo un poco su discurso para atraer a ese centro que tantos éxitos les ha dado años antes, y el desencanto de los votos progresistas, la situación puede dar un vuelco y caerle encima a un demasiado confiado Pedro Sánchez.
Corta experiencia
Si nos centramos en nuestra provincia, el pasado 28 de abril, tras las elecciones nacionales, de los doce diputados en liza cuatro fueron a parar al PSOE, tres al PP, dos a Ciudadanos, dos también a Unidas Podemos y uno para Vox.
Ahora es un ´nuevo partido`, y de nuevo se somete al resultado según lo que quieran los ciudadanos, y puede que algunos de los que entraron en ese abril de 2019 hayan tenido una de las experiencias como diputados más corta de la historia democrática española.
De momento estamos centrados en las elecciones nacionales y en sus resultados que tan importantes son para todos los españoles. Después la situación seguirá paralizada o se activará, y su activación tendrá unas u otras políticas dependiendo de quién gobierne, y eso nos afectará a todos, para bien o para mal.
Consecuencias
Tras muchos años haciendo análisis político uno sabe que no es, evidentemente, una ciencia exacta. Pero lo que sí es bastante más que probable es que si esto se produce, si ´tanto va el cántaro a la fuente…` que al final se rompe, tras las elecciones vendrá la ´guerra`.
Y es que Pedro Sánchez se juega el Gobierno, pero también la aparente calma que se vive en sus filas. Hay que recordar que los históricos del partido y gran parte de sus dirigentes nacionales, autonómicos y locales estaban en su contra; algo que se tuvieron que ´tragar` por el voto de las bases y por los resultados electorales.
Pero si la estrategia le sale mal, no vence y no hay nuevas elecciones a la vista, llegaran los reproches, las alternativas, las peleas de poder y el líder pasará a ser cuestionado. Y hay muchas personas desde dentro que tienen ganas de ello. Pero eso ya sería otra película.