La literatura, el arte de la expresión escrita, es un placer tanto para quien toma la pluma y se enfrenta a la incógnita del papel en blanco como para los lectores que gozan de un texto ya pulido. La capilla del Centro Cultural Las Clarisas, ha celebrado un encuentro muy especial entre ambos con motivo del Día Internacional de las Escritoras; iniciativa impulsada por la Biblioteca Nacional de España (BNE), la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas para honrar el talento de las autoras españolas. A nuestra ciudad, llega por primera vez de la mano de la Concejalía de Igualdad.
El responsable del Área, Mariano Valera, ha abierto el encuentro, que ha tenido el privilegio de contar con la célebre Espido Freire –ganadora de premios como el Planeta o el Azorín–, y las ilicitanas Olga Mínguez –profesora de Historia–, María Martínez Franco –más conocida como Arlette Geneve– y Helena Vilella; con la presencia de la edil de Cultura, Marga Antón, y miembros de la Corporación Municipal.
“¿Cuántos pseudónimos masculinos han usado las escritoras para ocultar su identidad?”, se ha preguntado el concejal de Igualdad al inicio del evento, reiterando la misión de “dar valor, espacio y reconocimiento a las autoras con el Día de las Escritoras”, por lo que ha agradecido a la BNE la iniciativa: “Nos sumamos a ella con el fin de apreciar la figura de la mujer en las letras”, porque, ha lamentado Valera, “La lista de mujeres que escriben y han escrito a través del tiempo es interminable, aunque muchas de ellas han sido borradas de la historia”. Asimismo, el concejal ha recordado que la efeméride suele coincidir con el lunes más cercano a la festividad de Santa Teresa de Jesús, “una de las más brillantes autoras españolas” y cuyo espíritu ha impregnado las intervenciones de las invitadas, que han contado sus experiencias en el campo de la palabra manuscrita.
Franco ha invocado “el potencial creativo femenino” hasta el punto de instar a las ilicitanas a escribir hasta lograr “una premio Nobel”. Vilella, que también es poeta, se ha mostrado optimista pese a la “invisibilización sufrida por las autoras en el pasado”, manifestando que el género femenino “tiene toda la capacidad y valía, pero hay que creérselo”. Olga Mínguez ha repasado la mujer desde un punto de vista histórico a través de su propia bibliografía, defendiendo la literatura como “herramienta para dotarnos de voz y luchar contra la violencia de género”.
Freire, por su parte, ha remarcado la presencia de hombres en un acto de tales características. Y ha afirmado que leer “ha sido una de las rebeldías más frecuentes a las que se ha enfrentado la mujer”, ya que muchas han sufrido castigos, encierros y pérdidas de reputación tanto por la lectura como por la escritura. En concreto, la vasca ha dicho que “desde que aprendimos que el libro escondía conocimiento”.
Igualmente, ha denunciado la falta de referentes de mujeres maduras y ha animado al género femenino a desprenderse de “la losa de la eterna culpa” ocupando el espacio público. También ha exhortado a recuperar “el legado invisible” en forma de documentos privados que no recogió la literatura: “Lean y escriban, dejen una huella. No por ustedes sino por las que vendrán”.
Por último, antes de las preguntas del público y la tradicional firma de ejemplares, Valera ha realizado un llamamiento para construir “una sociedad diversa e igualitaria” mediante la escritura, en una cita que ha unido reivindicación y arte y que, por seguro, no será la última.