Entrevista > José Vicente Martín / Decano de la facultad de Bellas Artes de Altea
Calles empedradas. Paredes encaladas en reluciente blanco que ofrecen un contraste perfecto y bello al azul intenso del Mediterráneo profundo y vetusto. Días largos de sol intenso y brisas refrescantes. Noches cálidas de música y danzas. Los olores penetrantes a romero, pescado o verduras saliendo de las cocinas. Reuniones ruidosas alrededor de mesas siempre pobladas de las mejores viandas.
Así es, seguramente, como buena parte de los habitantes de este planeta imaginan cualquier municipio mediterráneo. Es el tópico. El imaginario colectivo. El hedonismo idealizado que nos dejan la literatura el cine y las artes plásticas.
Un paisaje que inspira
Genios como Ignacio Pinazo, Joaquim Sunyer, Joaquín Torres-García, Hermen Anglada, Joaquim Mir o, por supuesto, Joaquín Sorolla son sólo algunos ejemplos de los muchos artistas que buscaron en ese ´Mare Nostrum` su fuente de inspiración y que han ayudado a fijar esa postal de ensueño en nuestra memoria colectiva.
Altea podría ser la quintaesencia de esa postal perfecta. La cúpula azul de la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo domina una fachada litoral de calles escalonadas y empedradas, que descienden hasta la orilla de un Mediterráneo infinito. Ya a principios del siglo XX pintores como Genaro Lahuerta, Joaquín Mompó o Genaro Palau plasmaban el paisaje alteano, que ya había servido de inspiración a escritores durante siglos.
Herencia artística en cada rincón
Fueron ellos los pioneros de una saga en la que destacan aquellos que decidieron quedarse y hacer de Altea su residencia y musa. Un movimiento que estalló en los años 70 del pasado siglo con gente como Benjamín Paléncia, Eberhard Schlotter o Toni Miró, que dejaron su huella en el pueblo decorando interior y exterior de casas y restaurantes, pintando frescos en la calle o realizando los carteles de fiestas locales.
Hoy en día, Altea es heredera de todos ellos. Las artes plásticas inundan cada uno de sus rincones gracias a la existencia de galerías, estudios, espacios expositivos, fundaciones, museos y, por supuesto, la presencia de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández.
Si entre sus actuales estudiantes se encuentra el próximo genio de la luz mediterránea es algo que sólo el tiempo puede decidir, pero en un entorno en el que el ir y venir de gentes es continuo, y en el que la búsqueda de la imagen perfecta se reduce a la cantidad de ´likes` que pueda generar en esta o aquella aplicación, se agradece que Altea sigua ofreciendo esa isla tranquila, pacífica y clásica en la que disfrutar de las cosas bellas y sencillas de la vida.
Una facultad y un municipio que se retroalimentan
José Vicente Martín es el decano de la facultad de Bellas Artes de Altea. Su trayectoria como artista se ha centrado, desde inicios de la década de los noventa, en una pintura figurativa que pretende ahondar sobre la naturaleza ambigua de lo real y de la identidad personal, registro que ha ido ampliándose a otros medios artísticos y dispositivos. Ha trabajado con la Galería Buades de Madrid (1992-1997), la Galería La Nave de Valencia (1997-1999) y la Galería Muelle 27 de Madrid (2003-2006).
Como investigador, ha estudiado los antecedentes del arte moderno en el contexto de la relación entre romanticismo y vanguardia, centrándose en la pervivencia de dicho modelo ilustrada por el movimiento pánico. En los últimos años se ha dedicado al estudio de los dispositivos ópticos pre-fotográficos y de las relaciones entre la imagen analógica y digital, sobre los que se basa su trabajo artístico actual.
Altea puede presumir de representar la imagen idealizada que muchos tienen de los pueblos mediterráneos, tanto por su arquitectura como por sus muchos rincones dedicados al arte. ¿Hasta qué punto se retroalimentan el municipio y la facultad de Bellas Artes para conseguirlo?
Creo que hay un circuito con un público y perfil distinto al que es la enseñanza de arte en la Universidad. De forma paralela, hay otro circuito de alguna galería y salas municipales en la que sí hay una colaboración más en la línea del perfil de la enseñanza universitaria en arte.
Hay distintas colaboraciones y distintos niveles de colaboración. Hay una relación bastante fluida. En ese sentido, la relación con el Ayuntamiento durante los últimos cuatro o cinco años ha sido muy positiva y se han desarrollado actividades, concursos, exposiciones… en los que colaboramos. Entiendo que dentro del ciclo cultural de Altea la Facultad tiene un papel muy importante.
En nuestra realidad actual, en la que parece que las ingenierías y las carreras de carácter tecnológico son las que ofrecen las mejores garantías de futuro, ¿qué espacio queda para las humanidades y las artes?
Habría que partir del debate de qué papel queremos que la Universidad tenga. Desde el proceso de Bolonia de convergencia con el espacio europeo se ha hecho mucho énfasis en el carácter de profesionalización de la Universidad, pero la Universidad tiene otro componente que es el de transmisión y mejora del conocimiento.
Creo que el ámbito de las humanidades no queda tanto en el ámbito de la profesionalización, aunque también debemos preocuparnos de ello y, de hecho, las tasas de empleo de nuestros estudiantes son relativamente buenas; sino en el ámbito de la concentración y transmisión de la cultura.
Lo de las salidas es una cuestión bastante relativa. Se suele decir que Bellas Artes es una opción bastante vocacional y probablemente así lo sea. Soy un poco escéptico respecto a cuáles son las carreras que tienen más o menos éxito. Obviamente hay algunas que siempre han tenido una salida profesional más clara, pero quitando las que todos tenemos en mente, depende mucho de la actitud de cada uno a la hora de enfrentar su vocación.
La facultad de Bellas Artes está bastante distanciada del campus principal de la Universidad Miguel Hernández. ¿Qué ventajas ofrece su ubicación en Altea para su labor educativa?
Tengo un amigo que solía decir que los defectos de las personas son sus virtudes y viceversa. Lo que aparentemente pueda entenderse como un defecto, que es el hecho de estar en una población con una oferta cultural más reducida que otros lugares que disponen de facultades de Bellas Artes, se convierte en su gran virtud.
Creo que lo que ofrece la facultad de Bellas Artes en Altea son unas instalaciones que, en cuanto a servicios, equipamientos, ratio de alumnos por profesor… son muy buenas comparadas con otras instalaciones de España. Además, el hecho de estar en un enclave de este tipo provoca que sea una especie de retiro en el que el alumno tiende a ocuparse de su formación.
Luego está el tema del paisaje. He estado en Canadá viajando por zonas en las que en invierno están a -40º y les enseñaba fotos de Altea a los estudiantes para promocionar intercambios y todos querían venir. Lógicamente, no se puede tener todo. Tienes eso, que es el pueblo, la calidad de vida, la manera de relacionarte con el ambiente, el paisaje… pero no tienes una oferta cultural como la que puede tener Madrid o Barcelona.
Centrándonos en la parte más creativa de las Bellas Artes, ¿cualquiera puede convertirse en un buen artista o hay que nacer con ese ´algo` que luego se puede perfeccionar en la Universidad?
Creo que una enseñanza universitaria reglada tiene que estar pensada para dotar a sus estudiantes de las capacidades que incluye el grado. Así, la respuesta tiene que ser que no importa que talento tengas al nacer, porque te puedes formar en las habilidades asociadas a un artista. Yo estoy convencido de que así es.
De hecho, en ocasiones llegan estudiantes, no desde la enseñanza secundaria sino por otros caminos como los mayores de 25 años, que ya tienen cierta experiencia pictórica y piensan que han nacido dotados para ello, y yo creo que no es así. Creo que nosotros no podemos formar artistas. Podemos formar graduados en Bellas Artes.
Desde finales de los años 70, cuando las Bellas Artes deja de ser Escuela para pasar a ser una carrera universitaria, adopta la metodología de formación de cualquier otra carrera. No puede dejarse a cierto carácter innato si uno es artista o no. Incluso, en el apartado de la creatividad hay técnicas creativas y, utilizando el mismo ejemplo de la literatura, puedes tener mucha creatividad, pero si no tienes una formación técnica el producto final no es literatura.
Esperando a que aparezcan las musas, nosotros nos dedicamos a que los alumnos adquieran una serie de habilidades prácticas, teóricas y conceptuales.