Con su particular fachada, su ya dilatada historia y, sobre todo, sus 192 metros de altura sobre un Mediterráneo al que proyecta sus dorados reflejos, el edificio Intempo se ha convertido en una de las siluetas icónicas de Benidorm, la ciudad de los rascacielos –con permiso de Nueva York– y de las vacaciones, tomando el relevo de aquellos que le precedieron en la carrera por llegar más alto y dominar, allá donde sólo las aves alcanzan, el skyline de sus playas.
Los 192 metros de altura del Intempo parecen no correr peligro en el futuro más inmediato como punto más alto de la capital del turismo
El ser humano siempre miró hacia arriba. Hacia el cielo. Allí, en sus inalcanzables alturas, vivían los dioses y brillaban las estrellas en las que desde que el hombre es hombre buscó el significado a su realidad. Respuestas a las preguntas que han quitado el sueño a cuantas culturas e imperios han dominado el mundo. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué nos depara el futuro?
Minaretes, campanarios, arcos del triunfo o edificios mortuorios buscaron acercarse a las deidades desde tiempos inmemoriales. Ya el libro del Génesis dedica uno de sus relatos más conocidos al empeño de los humanos, tras sobrevivir al diluvio universal, de alcanzar a Dios a través de una torre que llegara al mismísimo cielo. Dice la leyenda que Yaveh decidió castigar la osadía humana creando distintas lenguas para que los constructores no se entendieran entre ellos y la empresa fracasara.
Desde los faraones hasta King Kong
También los egipcios buscaron elevar al cielo a sus faraones con la construcción de las tumbas más icónicas que el mundo ha conocido jamás. La gran pirámide de Guiza, con sus 146,62 metros de altura, podría ser considerado, porqué no, el primer gran rascacielos del mundo. Construida alrededor del año 2500 antes de Cristo, fue la construcción más alta del planeta durante milenos.
Luego las catedrales primero (San Pablo en Londres, Ruan en Francia y Colonia en Alemania llegaron y superaron la barrera de los 150 metros) y monumentos después (el Monumento a Washington, con 170 metros, y la Torre Eiffel, con sus 300 metros, marcaron el siglo XIX) abrieron la puerta a que el boom de las ciudades, vivido en las primeras décadas del siglo XX, trajera pareja la necesidad del aprovechamiento máximo del espacio disponible y comenzara la, para algunos, loca carrera por dominar los cielos con edificios cada vez más altos y atrevidos.
Icono de aquellos primeros tiempos, el Edificio Chrysler, aquel desde el que King Kong derribaba biplanos en la deliciosa cinta de Merian C. Cooper de 1933, cuyos 319 metros de altura fueron inaugurados en Nueva York en 1931, se convirtió en el punto de partida de una competición que hoy en día lidera el Burj Khalifa de Dubái con sus 830 metros de altura que se espera que queden pequeños cuando en 2021, si se cumplen todos los plazos, se inaugure la Torre Jeddah en Yeda (Arabia Saudí) con sus 1.000 metros de altura.
Pionera en la construcción en altura
En España, Benidorm fue, como en tantas otras cosas, pionera en la construcción en altura. Empezando por el final, el todavía no inaugurado Intempo sigue siendo el edificio residencial más alto del país y la cuarta construcción más elevada sólo por detrás de los cuatro colosos –que pronto serán cinco– del CTBA de Madrid, construcciones que, en 2008, superaron al Gran Hotel Bali, 186 metros de hormigón que dominaron el cielo patrio desde 2002.
El Gran Hotel Bali fue el techo de España hasta la construcción de las cuatro torres del CTBA de Madrid
Benidorm cuenta en la actualidad con 26 edificios que superan los 100 metros de altura. Evidentemente, no todos han sido iconos de la transformación de un pueblo de almadraberos en la gran potencia turística conocida en todo el mundo y, desde no hace tanto tiempo, ejemplo de urbanismo sostenible, precisamente, por su apuesta por la altura en detrimento de la extensión. Ya saben, aquello de hacer encajar a un enorme número de personas en un espacio mínimo de suelo.
Los modestos inicios
Con sólo 89 metros de altura, la Torre Benidorm, construida en 1971, puede ser considerado el primer icono que marcó, por su forma y altura, el skyline de Benidorm. Ubicada en un punto estratégico de la ciudad, en la confluencia de sus dos avenidas más importantes –entonces y ahora–, la Torre Benidorm no fue el primer rascacielos de Benidorm. Ese honor le corresponde a la Torre Coblanca, finalizado en 1966 en primerísima línea de la Playa de Levante y, aunque sobrio y sin caprichos arquitectónicos más allá de sus impresionantes 94 metros, el pionero en eso de la construcción residencial en altura.
La Torre Benidorm puede ser considerado el primer icono que marcó, por su forma y altura, el skyline de Benidorm
Y es que, precisamente, esa es otra de las marcas propias de la ciudad de Benidorm. Mientras que la mayor parte de rascacielos que existen en el mundo están destinados a la instalación y concentración de oficinas y grandes empresas o, a lo sumo, a un uso mixto en el que prima esa vertiente de negocio, en Benidorm la mayoría de las agujas de cemento, acero y cristal que surgen del suelo tienen como finalidad principal la residencial o la hotelera.
La Torre Levante, erigida en 1985 fue el edificio más alto de la ciudad durante los siguientes 12 años
La década de los años 80 del pasado siglo XX vio nacer, en 1985, el que sería el edificio más alto de la ciudad durante los siguientes 12 años: la Torre Levante, una finísima aguja blanca que dominaba el Rincón de Loix, zona turística por excelencia de Benidorm, y que reparte 33 plantas en sus 120 metros de altura convirtiéndolo en el primer edificio de la ciudad en alcanzar y superar los 30 pisos.
Los felices 90, el boom
Los años 90 en Benidorm fueron fiel reflejo de aquella España que dejaba atrás, ya de forma definitiva, el blanco y negro y se abría de par en par a un mundo al que ya no miraba con recelo o complejo de inferioridad. La Expo de Sevilla, la inauguración de la primera línea del AVE, la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Conferencia de Paz de Madrid, los Oscar de Fernando Trueba y Pedro Almodobar, el hit mundial de La Macarena… situaron a España en un plano de igualdad con las principales potencias europeas que era sencillamente inimaginable solo 15 o 20 años antes.
Los felices años 90 trajeron parejo el gran boom transformador del horizonte urbano de la ciudad del turismo
Esos felices años 90 tuvieron su reflejo en Benidorm con la explosión del boom inmobiliario que, evidentemente, alzó nuevos y emblemáticos edificios que definirían la silueta del gigante turístico en el cambio de siglo.
Eran años de grandes proyectos. Algunos se terminaron antes de aquella Nochevieja en la que el miedo al Efecto 2000 provocó que cada cual se zampase las uvas vigilando de reojo a la tostadora, no fuera que el cacharro se volviera loco y comenzara, por su cuenta y riesgo, la invasión final del planeta. Otros, comenzaron a construirse y se inauguraron en los primeros años del nuevo siglo.
De esta época datan colosos tan icónicos como el edificio Neguri Gane (Alto de la Ciudad de Invierno en euskera) que con sus 148 metros de altura ostentó, durante apenas unos meses, el título de edificio más alto de Benidorm; honor que le arrebató el Gran Hotel Bali, inaugurado en 2002 y que hasta la construcción del Intempo fue la silueta más conocida de la ciudad.
Los huevos de oro del Hotel Bali
El establecimiento hotelero fue, con sus 186 metros de altura, el techo de España superando en 29 metros a la Torre Picasso de Madrid y a día de hoy sigue siendo el segundo hotel más alto del Viejo Continente. Su construcción no estuvo exenta de polémicas y problemas. Casi un cuarto de siglo separó el 20 de junio de 1988, cuando se colocó su primera piedra, y la entrada del primer huésped.
En ese tiempo, todavía a medio construir, Bigas Luna y Javier Bardem pusieron aquella mole en el mapa con la película Huevos de oro y, quizás, aquello ayudó a construir parte de la tan extendida como inmerecida mala fama de Benidorm en ciertos círculos elitistas y esnob a los que la democratización de las vacaciones que consiguió Benidorm, en parte gracias a su apuesta por la altura, no les parecía, en definitiva, algo agradable de ver.
El uso residencial u hotelero de sus torres más altas es uno de los rasgos distintivos de los rascacielos de Benidorm
El Intempo es ahora, a falta de que sus primeros inquilinos puedan ocupar los pisos repartidos en sus 47 plantas, el techo de Benidorm. El techo del turismo español y europeo. Y aunque ya se han anunciado nuevos y emblemáticos proyectos, ahora centrados principalmente en la Playa de Poniente, como el Benidorm Beach, Delfín Tower o los residenciales Sunset Waves, parece que los 192 metros de ese diamante dorado unido por dos torres no corren peligro de ser superados en el futuro más cercano.
El techo del Mediterráneo
Edificios de más de 100 metros: 26
Edificio más alto: Intempo (192 metros)
Hotel más alto: Gran Hotel Bali (186 metros)
Primer edificio de más de 100 metros: Torre Levante (120 metros, 1985)