Hablar de Rosa María Calaf es hablar de historia viva del periodismo español. Corresponsal durante casi 40 años de Televisión Española, ha sido una de las caras más reconocibles de la pequeña pantalla, y pionera en este país por ser una de las primeras mujeres reporteras que nos han informado desde el corazón mismo de la noticia.
Licenciada en Derecho y Periodismo, corresponsal en Moscú, Nueva York, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong-Kong y Pekín, es también una viajera incansable que ha visitado 183 países y ha sido galardonada con importantes premios que han reconocido su extensa trayectoria profesional, como el Ondas, el Premio José Couso a la Libertad de Prensa, el Micrófono de Plata Especial por la Asociación de Profesionales de RTVE, el Premio Protagonistas de Onda Cero y el Premio a toda una vida otorgado por la Academia de Televisión en España.
Necesidad de un periodismo independiente
Calaf, aunque retirada de la corresponsalía activa, no se despega de su profesión dando charlas y conferencias por todos los rincones del país, donde defiende la necesidad de un periodismo de calidad y riguroso, que no se deje arrastrar por los intereses partidistas de los grandes poderes políticos y económicos que “tratan de desprestigiar todo aquello que no les conviene”.
La periodista ha atendido la llamada de AQUÍ en Petrer para repasar la actualidad, nos ha hablado también de su larga trayectoria profesional y de su posición activa en defensa de la conquista social de la mujer. El próximo día 29 la tendremos en nuestra localidad para cerrar el ciclo de conferencias del Otoño Cultural. Será a las 20:30 horas en el salón de actos de Caixapetrer.
«Los periodistas tenemos la obligación de facilitarle al ciudadano una información de calidad, rigurosa, plural y de servicio»
¿Nos puede adelantar algunas pinceladas de lo que va a hablarnos en Petrer?
La tesis de la conferencia es la importancia de estar bien informado para lograr una sociedad sana, que sea capaz de defender sus derechos y sus libertades. Esto tiene dos aspectos, por una parte, el que informa desde el punto de vista de los periodistas, que tienen la responsabilidad y la obligación de facilitarle al ciudadano una información de calidad, independiente y de servicio; y por otro lado el ciudadano, que tiene que hacer un esfuerzo para saber diferenciar la información tóxica de la no tóxica.
«Hay que estar alerta, porque hay muchísima manipulación e información falsa»
En este momento es complicado para los dos, porque el periodismo, si se usa mal, puede ser una herramienta de desconocimiento. Hay que estar alerta y saber que hay muchísima manipulación e información falsa, y como ciudadano es esencial tener una posición activa.
¿La información tóxica de la que habla tiene que ver con los intereses políticos y económicos?
Exactamente, en este momento lo que hay es una gran promiscuidad entre los poderes económicos, políticos y mediáticos, que deberían estar totalmente separados, y no solo no lo están, sino que cada vez están más mezclados.
En España todas las grandes cabeceras están en manos de los bancos, por tanto es el poder financiero el que marca la pauta. En Francia, por ejemplo, son las grandes fortunas y en Estados Unidos las grandes corporaciones. Hay una interferencia de intereses y contrarrestar estos poderes es algo que hay que saber hacer.
¿Cómo se puede diferenciar una información partidista de otra que no lo es?
Es bastante fácil, pero hay que hacerlo. Hacerse la pregunta de quién está detrás de esta información, quién la produce y a quién beneficia. Eso requiere tiempo e información porque cada vez se desinforma mejor y el ciudadano está cada vez más indefenso.
Hay que ser muy escéptico con cualquier cosa que nos llegue y analizarlo. Lo que está ocurriendo ahora es que las informaciones están muy dirigidas a las emociones, no al análisis, y hay una tendencia a consumir aquello que coincide con nuestras convicciones y desechar lo que no.
«Se está creando una sociedad de emoción pública, no de opinión pública, y una sociedad que toma decisiones en base a emociones corre graves riesgos de equivocarse seriamente»
Estamos viviendo una época bastante convulsa en nuestro país en el aspecto social, económico y político. ¿Se siente cómoda con la situación que está atravesando España?
No me siento nada cómoda y me siento muy preocupada, porque es evidente que se está manipulando a la ciudadanía en función de las emociones. Se está creando una sociedad de emoción pública, no de opinión pública, y una sociedad que toma decisiones en base a emociones corre graves riesgos de equivocarse seriamente.
Lo que está ocurriendo con España y con Cataluña no es un fenómeno único en el mundo; hay revueltas en Chile, en Ecuador, problemas con el fraude electoral en Bolivia, revueltas en el Líbano… es una voluntad de desestabilización muy seria.
Esas reivindicaciones que originariamente son legítimas, son manipuladas por aquellos que en lugar de querer solucionar el conflicto lo que quieren es usarlo en su propio beneficio. Los violentos son muy pocos, luego están los profesionales de la violencia que van de aquí para allá y les da igual la causa.
«A los políticos no les interesa que estemos informados»
La política tiene que garantizarle al ciudadano que los productos que recibe sean de calidad, pero trata de desprestigiar toda esa información que no le conviene, por eso no les interesa que estemos informados.
«Un vicio muy tremendo es que se prioriza lo que impacta sobre lo que importa y el periodismo tiene que ir a lo que importa, no a lo que impacta»
Tenemos más información actualmente con las redes sociales, con la tecnología, pero ¿falta contrastarla?
Hay más información pero peor. Hay una serie de características que están diseñadas para que la información tenga poca calidad, en convertir la información en espectáculo. Los incidentes en Barcelona fueron horas y horas las mismas imágenes, que es gravísimo sí, pero son cinco calles, en el resto no pasaba nada.
Otro vicio muy tremendo es que se prioriza lo que impacta sobre lo que importa y el periodismo tiene que ir a lo que importa, no a lo que impacta, que se puede también contar, pero en su justa medida. Eso hace que la ciudadanía vaya perdiendo el sentido crítico.
«El problema no es la tecnología, sino que la información se haya puesto al servicio de la tecnología en lugar de al revés»
¿Ha cambiado mucho el periodismo de cuando usted empezó, hace más de 50 años, a hoy?
Ni antes todo era mejor, ni ahora todo es horrible. La tecnología bien empleada te permite una información más completa, más rápida, más contrastada. Ahora lo que se hace peor es que se supedita el contenido a la tecnología, es decir, como lo puedo contar rápido y desde cualquier sitio, no importa lo que cuento.
Estos vicios hacen que el contenido de la información se haya puesto al servicio de la tecnología en lugar de al revés. Por poner un ejemplo, en medicina no sirve de nada tener la última tecnología, si el médico no sabe lo que tiene que hacer.
¿Cómo ve el futuro del periodismo?, porque llevamos muchos años oyendo decir que está en crisis
El periodismo no va a desaparecer y hay que pelear y recuperar la importancia del rigor, de la independencia y de la necesidad de tener una buena información. La información siempre va a ser necesaria. Que los soportes van a cambiar, no hay duda de ello. Me daría mucha pena que despareciera el papel, pero desaparecerá.
Una noticia que ha ocurrido ayer, darla hoy no tiene ningún sentido porque tú ya te has enterado ayer. Ahora bien, todo el análisis de porqué se ha producido, te lo va a tener que explicar alguien con más pausa y reflexión y ahí la prensa escrita tendrá un papel más especializado. Lo que me importa es que el contenido sea de calidad, sin importar el soporte en el que se lea.
Usted fue una de las primeras reporteras en televisión y una de las primeras corresponsales en el extranjero de España. ¿Cómo fueron esos primeros tiempos?
Era mucho más complicado, porque tenías que estar permanentemente luchando para demostrar que eras capaz de hacer lo que estabas haciendo, y esa permanente necesidad de probar que puedo hacer esto fue un esfuerzo añadido; aparte de hacer el trabajo bien, tienes que demostrar lo que vales.
Siendo una mujer cuesta más, hoy también, pero entonces era mucho más complicado porque en Televisión Española, al principio de los años 70, éramos tres las mujeres que hacíamos información internacional.
«El feminismo es hoy más necesario que nunca, es una cuestión de derechos universales de las personas»
Podemos decir que se ha avanzado mucho al respecto…
Ahora se ha avanzado mucho, pero se ha avanzado sobre todo en la cantidad de mujeres, no tanto en la calidad, porque hay muchas mujeres a las que no se les deja llegar a los espacios de opinión y de dirección.
La educación en igualdad no progresa como debería progresar y hay una campaña de descrédito para echar para atrás todo lo que se ha conseguido. Todas las personas somos iguales. Defendemos tener las mismas oportunidades, no se trata de echar a los hombres, solo defender los derechos de más de la mitad de la población. Pienso que el feminismo hoy en día es más necesario que nunca, es una cuestión de derechos universales de las personas.
Usted ha visitado 183 países. ¿Cuál cree que es la región del mundo más desprotegida?
Probablemente África, porque hay zonas que teniendo un potencial extraordinario, todavía están muy olvidadas. Es un continente interesantísimo que en cuanto lo conoces te apasiona.
De todos los premios que ha recibido en su vida profesional, ¿de cuál se siente más satisfecha?
Todos los premios significan que hay alguien que ha pensado que merecía que tu trabajo fuera destacado, por lo tanto todos te dan una enorme ilusión. El Ondas, el José Couso a la Libertad de Prensa, del que estoy muy contenta de tener, o el premio de la Academia de Televisión, son algunos de ellos.