Entrevista > Ramón Folch / Centrocampista del Elche C.F. (Reus, 4-octubre-1989)
La trayectoria deportiva de Ramón Folch es una historia de rebeldía silenciosa ante un destino que parecía querer apartarlo del fútbol. Criado en una familia vinculada al baloncesto y devota de la formación académica, Ramón fue superando barreras en forma de lesiones, pruebas frustradas en equipos y exigentes estudios académicos hasta alcanzar el sueño de llegar al fútbol profesional gracias a una llamada cuando residía en Finlandia.
El catalán, ingeniero de Telecomunicaciones, se maneja en la entrevista con la misma pausa y serenidad con la que mueve los hilos del Elche en el césped. Solo le queda una asignatura pendiente, jugar en Primera. Y espera aprobarla vestido de franjiverde, aunque es algo que no le obsesiona.
«He jugado en todas las categorías menos en Primera… incluso en Tercera de Finlandia»
Ahora es un jugador consagrado en Segunda, pero su camino hasta aquí es de película.
He jugado en todas las categorías menos en Primera. Comencé en Primera Catalana, en Preferente, Tercera… e incluso en un equipo finlandés de Tercera. Aproveché que estaba haciendo un máster para jugar al fútbol allí, aunque no era profesional.
Para usted, el fútbol era algo más lúdico que profesional. ¿Cuándo se da cuenta de que puede vivir de esto?
Tras volver de Finlandia. Me hubiera quedado allí, más que nada por el tema profesional, pero me llamó Jordi Fabregat, que era el entrenador que había tenido en el Amposta, para jugar en el Conquense. Ahí comenzó a cambiar la cosa. Ascendemos a Segunda B y de ahí al Reus. Y otro ascenso.
¿Cómo se adaptó a Finlandia?
Bien, maduré mucho. Era imposible hablar finés, así que practiqué el inglés y aprendí a vivir fuera de casa y sin nadie. Lo más duro era el verano, que apenas hay noche y cuesta acostumbrarse. Además, las casas no tienen cortinas ni persianas. Me tocaba dormir con antifaz, porque a las tres de la mañana ya tenías sol. Compartía piso con dos brasileños, pero no eran de los de ir de fiesta.
Su familia es deportista, pero de baloncesto. ¿Cómo les salió un hijo futbolista?
Mis hermanos jugaron al básquet a nivel autonómico y mi padre fue entrenador. En casa dicen que el pequeño, que soy yo, tenía que cambiar porque ya estaba aburrido de tanto baloncesto.
¿Cuáles son sus primeros recuerdos de fútbol?
Siempre en el colegio, jugando al fútbol sala. Compaginaba como alevín el fútbol sala con el fútbol once en el club.
¿Siempre fue centrocampista?
Sí, medio centro. Es verdad que en juveniles me tiraron un poco más para adelante y luego, cuando ya era amateur, un poco más para atrás.
¿Quién era su referente como futbolista?
No tenía ninguno en especial, quizás Guardiola, porque era muy inteligente jugando, pero no tenía nadie cercano a quién deseara parecerme.
Usted ha sabido mezclar bien las dos cosas que se les piden ahora a los centrocampistas modernos: buen trato de balón y capacidad para destruir.
Cuando era juvenil había entrenadores que decían que no tenía cuerpo para jugar y que me iba a costar llegar, porque físicamente no estaba formado. Al final, te vas adaptando porque unos entrenadores te piden una cosa y otros, otra. Hay que saber adaptarse y la verdad es que Jordi Fabregat me ayudó bastante.
Nombra de forma recurrente a Fabregat. ¿Es una persona clave en su carrera?
Sí, porque ahora podría estar en Finlandia tranquilamente. Todos los pasos que he ido haciendo tienen el origen en su llamada. En el Reus es donde mejor me fue, pero si no llego a subir con el Conquense es posible que no hubiera tenido la oportunidad de jugar en mi casa.
«Si hubiera tenido unos inicios fáciles, igual no habría llegado hasta aquí»
¿Se imaginaba viviendo algún día solo del fútbol?
No. Todo ha sido una sucesión de cosas. Mis padres me enseñaron que había que estudiar y seguir aprendiendo y mejorando. Y eso lo he hecho en los estudios y en el fútbol. A veces las cosas te llegan rápido y no las valoras. Y por suerte a mí me ha tocado saborear cada paso.
«En la cantera, siempre me enviaban a los equipos ‘B’»
Le costó mucho llegar. ¿No tuvo nunca la tentación de abandonar?
No. Yo lo quería era jugar. Si no podía hacerlo en los equipos ‘A’ del fútbol base, pues lo hacía en los ‘B’. No me querían para los primeros equipos, por eso ahora estar en el fútbol profesional lo valoro mucho. Otros siempre iban a las selecciones catalanas, pero yo nunca estaba entre ellos. Hay veces que pensé: bueno, pues esto no es lo mío. Pero como me gustaba hacer deporte, fuera en la categoría que fuera, seguí jugando y estudiando.
Y elige la carrera de Telecomunicaciones, casi nada.
Sí, hice la técnica, la de tres años. Y la verdad es que no me gustaba nada, pero la terminé. No me hubiera gustado dedicarme a eso. De hecho, elegí esa carrera porque no sabía qué hacer. Quizás INEF, pero un amigo se matriculó en Telecomunicaciones y otro amigo y yo decidimos apuntarnos con él.
A los dos meses, el que nos había convencido dejó la carrera y nos quedamos nosotros. Pensé en dejarlo, pero ya estaba dentro y decidí tirar adelante hasta acabarla. Para mí fue una carrera de supervivencia para ir pasando exámenes y asignaturas.
Usted es un jugador con una carrera técnica y formado. ¿Se siente una especie rara en los vestuarios?
Cada vez menos. En los últimos años la gente está mucho más formada en todos los sentidos. La educación y la formación ayudan a todo el mundo, es algo que nunca te va a restar. Ahora la gente es consciente y sabe que tiene que estar preparada para más cosas que para jugar al fútbol.
Estaba pensando en todos esos entrenadores que lo descartaban para los primeros equipos del fútbol base. ¿Qué le dicen ahora?
La verdad es que hay algunos a los que hace muchísimo tiempo que no veo. Cuando me descartaban no me lo tomaba del todo mal, pero algún año fue duro, porque como no había ‘C’, estaba en el ‘B’ casi sin jugar nada. Y encima llega la lesión de tibia y peroné…
¿Cómo vivió esa lesión?
Como eres un crío, no eres consciente de la gravedad de la lesión. Cuando me operaron en Reus, un médico les dijo a mis padres que no volvería a jugar. Mi padre quiso una segunda opinión y me llevó a Barcelona, donde nos dijeron todo lo contrario. Es más, nos comentaron que sufriría cuando dejara de jugar y perdiera musculatura. Afortunadamente, nunca he tenido secuelas. Al final, todo pasa por algo. Igual, si todo sale bien en mi carrera desde el principio, no habría llegado hasta aquí.
Volvamos a Reus. Una vez regresa a casa y triunfa, ¿por qué decide salir a Oviedo?
Yo soy del Reus y he jugado en las categorías inferiores, aunque también en las del Nàstic, el gran rival, pero poca gente lo sabe. La idea siempre ha sido crecer y mejorar. Era el Oviedo, un club grande, con un gran proyecto. No hay que ponerse límites, me gusta probar cosas nuevas para intentar mejorar.
«El Elche me prometió que haría un buen equipo y ha cumplido»
Y tras Oviedo, elige Elche. ¿Cómo le convencen aquí para fichar?
Porque es un club ambicioso que quiere volver al lugar que merece. Las cosas no serán fáciles, porque la Segunda ya sabemos cómo es. Me prometieron que harían muy buen equipo y han cumplido.
Le costó mucho adaptarse al equipo. ¿Qué le pasó en las primeras jornadas?
No lo sé. El que mejor lo quiere hacer siempre soy yo mismo. Soy consciente del nivel que puedo dar, pero por circunstancias no arranqué bien. No me había pasado nunca e intenté revertir la situación a base de trabajo, que es como he llegado aquí desde Regional.
Usted ya tiene experiencia en Segunda. ¿Cuál es la fórmula para salir de esta categoría?
No hay modelo ni fórmula que le funcione igual a dos equipos. Hay muy buenos jugadores en todos los clubes y yo creo que al final estar arriba o abajo lo marcan las dinámicas. Si estás en una buena te enganchas arriba y te lo crees. Y si estás en mala cuesta salir. Hay muchos factores y variables que no puedes controlar y que influyen en una competición tan igualada.
Solo le queda jugar en Primera para completar el puzle. ¿Lo ve posible?
No me obsesiona nada, porque he llegado hasta aquí pensando solo en hacerlo bien cada temporada. Hace solo cuatro años no me veía jugando en Segunda, así que no me pongo metas. Mi objetico es hacerlo bien este año y ya veremos el que viene.
¿Hemos visto ya al auténtico Elche o el equipo aún está desperezándose?
Yo creo que el Elche aún está por ver, sobre todo en casa, donde nos gustaría ser más sólidos y sumar de tres en tres. Creo que es lo que nos está fallando, pero estoy seguro que de aquí a final de la temporada lo vamos a hacer mucho mejor. Tenemos muchísimo margen de mejora.
El Elche tiene cuatro medios centros que cubren casi todos los perfiles. ¿Con qué pareja de baile se siente más cómodo?
Normalmente he jugado con gente más física y defensiva a mi lado, lo que me hace estar más liberado. Hay gente que me ve defensivo, pero no es la verdad. Yo hago un poco de todo y un poco de nada. Me gusta llegar al área contraria y también recibir atrás, aunque este año no me he prodigado mucho en ataque por el rigor defensivo. Si ya hay un medio centro de corte ofensivo hay que darle equilibrio al equipo.
Usted domina el juego desde el centro del tablero. ¿Le gusta más el estilo de monopolizar la posesión o el del contragolpe?
Yo soy partidario de mezclar. A veces, cuando tienes mucho la posesión de la pelota, basculas, te relajas y no estás activo tras una pérdida. Hay que ser lo más completo posible y manejar las dos cosas.
Ya para terminar, ¿qué hace Ramón Folch cuando acaba de entrenar y llega a casa?
Leo un poco, aunque no soy muy aficionado a la lectura, y estudio inglés y alguna asignatura de libre disposición. Desde que tenemos la niña vemos poco la tele en casa. Fútbol veo los partidos que son obligados. Lo que más tiempo me lleva es jugar con mi pequeña y pasear. Estamos contentos en la ciudad, con el clima y con la gente.