…y se armó el Belén, llegó la Navidad, y todo sigue igual.
A estas alturas del año deberíamos tener gobierno, estar hablando de unos nuevos presupuestos y con el país en marcha; pero no, todo sigue igual.
Algunos me tildaron de catastrofista, e incluso de tendencioso, cuando en editoriales pasadas escribía sobre lo que consideraba un error, que era la repetición de las elecciones.
Diferencia histórica
El PSOE había sacado una diferencia histórica con el resto de los partidos y quedaba hacer el trabajo político, negociar y llegar a acuerdos. Pero no fue así y no se quiso avanzar en un pacto que antes era posible y ahora ya no.
Pedro Sánchez, y pocos más, estaba convencido de que unas nuevas elecciones le iban a dar una diferencia aún mayor y con ese mensaje se lanzó a hacer campaña. Hay veces que los políticos deberían tener a su lado gente normal, que no les haga solo reverencias y le digan lo que quiere oír.
Desaprovechando una oportunidad única para la izquierda, con el consentimiento de algunos, dígase Ciudadanos, que luego ha pagado también su terquedad, fuimos a unas nuevas elecciones.
Las cifras son las que son
En conclusión, el PSOE no solo no ha ganado votos, sino que ha perdido más de 700.000, además de tres escaños; y ha pasado de una victoria que nadie le discutía a perder fuerza y a su vez partidos como ERC se ha visto reforzado en las urnas, aumentando su número de diputados.
Y por mucho que se empeñe Ábalos en repetir que han frenado a la ultraderecha, lo cierto es lo que dicen los votantes y Vox ha subido de 24 a 52 diputados y casi un millón de votantes más, respecto a las elecciones de abril, le han dado su confianza.
¿De verdad eso es frenar?, debemos tener conceptos distintos, pero sobre todo, y más importante, su campaña electoral no iba de frenar a la ultraderecha, sino de obtener ellos más votos para poder gobernar con más independencia.
Los mundos de yupi
Pero nada, que Ábalos siga viendo a los suyos, a los que lo rodean y le dicen a todo que sí, que una cigüeña será una paloma si él quiere que así sea, y los demás, los cuerdos, seguiremos viendo que es una paloma y seremos el demonio por ello.
El caso es que llegado aquí, lo hecho, hecho está, y tras el baño de realidad han surgido las prisas por negociar. Con Podemos ha sido fácil, bastaba con darles lo que querían desde el principio, a pesar de que ahora tengan menor número de diputados.
Pero otro de los compañeros necesarios para este viaje se ve empoderado y lo quiere aprovechar. Para que Pedro Sánchez pueda gobernar es imprescindible el apoyo de un partido como ERC cuyo único objetivo es el referéndum de independencia. Difícilmente se va a poder llegar a grandes acuerdos con ellos, y en el caso de hacerlo eso sí podría ser el derrumbe total del PSOE.
Nuevas elecciones
Con lo cual, llegados a este punto, y por más que duela ya que tenemos la ingobernabilidad del país desde hace demasiado tiempo, y vivimos de unos presupuestos prorrogados hechos por Montoro para el 2018, todo indica que tendremos elecciones de nuevo.
Incluso aunque Pedro Sánchez fuera investido presidente, imagino que en ese caso con la abstención de ERC en segunda vuelta (la investidura es por mayoría del Parlamento -la mitad más uno de los diputados tiene que votar a favor-, y la segunda es por mayoría simple -es decir, es suficiente con un voto más a favor que los que votan en contra-), sería un gobierno con los días contados.
No se trata de ser presidente, se trata de poder gobernar, de aprobar leyes y en especial algo tan sumamente importante como los Presupuestos del Estado, y eso, sin un pacto de gobierno estable, es imposible. Por eso, todo parece indicar que si no volvemos a las urnas este año, lo haremos el año próximo.
Derrumbe de Ciudadanos
De las anteriores elecciones el partido peor parado fue Ciudadanos, que tuvo un descalabro monumental pasando de 57 a 10 diputados y perdiendo más de 2.500.000 votantes, o lo que es lo mismo un 60% menos de las anteriores elecciones.
Albert Rivera en este caso no oyó ni a los suyos, y a pesar de ser un partido autodenominado de centro, y que por lo tanto debería mirar a todos los lados, se obsesionó con el no a Pedro Sánchez como algo personal, y evitó la formación de gobierno.
Resulta curioso cómo se puede pasar de una firma de acuerdo para gobernar en 2016, cuando no sumaban pero se hicieron la foto Pedro Sánchez y Albert Rivera, a un odio personal que les impida ni siquiera reunirse entre ellos.
Recoger las cenizas
No obstante nuestro presidente en funciones es muy dado a firmar solo cuando los acuerdos no alcanzan, lo hizo en esa ocasión con Ciudadanos, y lo ha hecho ahora, en menos de una semana desde las elecciones, con Podemos.
Mientras, en la derecha se frotan las manos y dejan que se desgasten. Sabedores que las terceras elecciones tendrán que llegar (o las dos más una en una legislatura corta), esperan sin necesidad de hacer mucho esfuerzo, dejando que se queme la llama de su rival para recoger las cenizas.
Obviamente este es mi análisis, seguro que cada uno de ustedes tiene el suyo propio. Felices fiestas.