Entrevista > Ismael Arroyo / Entrenador del Santa Pola CF (Alicante, 28-mayo-1973)
El Santa Pola CF vuelve a brillar de la mano de Ismael Arroyo, un técnico dispuesto a devolver al club, tras un periodo de inestabilidad, a las categorías que merece por historia y tradición a medio plazo.
De momento, el equipo rojiblanco domina con puño de hierro su grupo en Primera Regional, aunque el alicantino mantiene la cautela. Arroyo era pura energía como jugador, allá en los 90 con el Hércules, con el que logró dos ascensos, pero el paso de los años y las experiencias vividas, algunas traumáticas, ha aplacado su personalidad y lo han convertido en una persona pausada y metódica.
«El Santa Pola es un histórico y se merece una categoría superior»
A usted nunca pareció interesarle demasiado la táctica, ya que su trabajo estaba más relacionado con lo físico. ¿Cómo llegó a los banquillos?
Estuve cuatro años en México y allí, además de hacer mi trabajo de fisioterapia, casi todo era entrenar. Estaba de gerente en una academia de una franquicia de un equipo estadounidense, el Houston Dynamo, y además de gestionar la entidad entrenaba al equipo sénior, aunque era de un nivel no profesional.
Comencé a interesarme por la metodología de trabajo, la psicología del vestuario… De todas formas, cuando estuve en el Deportivo Alcoyano como ‘fisio’, con Asier Garitano de entrenador, ya me fui sacando títulos y llegué a ser su ayudante. Poco a poco, me fue interesando cada vez más lo táctico.
«Como futbolista todo me llegó demasiado rápido»
¿Y eso por qué?
Quizás, porque cuando fui futbolista era muy autodidacta. Yo comencé a jugar al fútbol sala en mi colegio, los Maristas de Alicante, y de ahí pasé con 15 años al Hércules. Todo fue demasiado rápido y me perdí mucho aprendizaje por el camino.
Cuando tenía 33 años, a punto de retirarme, me picó el gusanillo de entrenar y conocer mejor el juego. Yo tácticamente no era un buen jugador y quise mejorar y entender esos aspectos del juego que se me escaparon durante mi etapa de futbolista.
En los banquillos ha comenzado desde abajo, pero como jugador tocó la cima casi de salida. ¿Le llegó el éxito demasiado rápido?
Sí, es posible. De los 19 a los 23 años pasé de estar en Preferente a conseguir dos ascensos con el Hércules, el último de ellos a Primera División. Luego, cuando me tocó madurar en lo personal, ya estaba en otras categorías, como Segunda B. El fútbol tiene eso, para bien y para mal. Pasas de estar en Primera a Segunda B en poco tiempo, pero al revés también.
¿Cambia mucho la visión del fútbol de ser jugador a entrenador?
Sí, muchísimo. Cuando eres futbolista llegas al campo, entrenas o juegas y te vas a tu casa. Y a otra cosa. Eres más egoísta. Si juegas eres feliz y si no, te enfadas. No tiene nada que ver con la responsabilidad y la complejidad que lleva consigo dirigir un vestuario, ya sea profesional o no.
Cuando eres jugador solo piensas en ti. Ahora toca estar pendiente de 22 o 25 futbolistas y controlar muchos más parámetros. Tienes que tenerlos convencidos y motivados de que lo que estamos haciendo es lo mejor para el equipo. No tiene nada que ver. La vida del futbolista es mucho más cómoda.
¿Cómo llega Ismael Arroyo a Santa Pola?
Yo me dedico de forma profesional a la fisioterapia, tanto en la docencia como en la parte clínica. Doy clases en la Universidad, en Elche, pero tenía algo de tiempo y quería dedicarlo a entrenar, aunque muy condicionado por el horario.
Tuve la oportunidad de entrenar a un juvenil del Promesas de Elche. Después, el Santa Pola me dio la oportunidad de dirigir a su equipo. La verdad es que vi esa opción como una gran oportunidad porque es un club histórico de la provincia. Más allá de Hércules, Elche, Orihuela o Alcoyano no hay muchos sitios con más tradición.
Llegó a la entidad en una situación crítica, ¿qué se encontró?
No era la mejor situación posible, eso es evidente. Estábamos sin jugadores y tuve que realizar una labor de búsqueda de futbolistas para poder completar una plantilla e iniciar la competición. Eché mano de viejos amigos y de clubes conocidos para ir recopilando información de jugadores y poco a poco montamos el puzle.
Teniendo en cuenta las adversidades, la temporada no fue mala.
Bueno, con mucho trabajo logramos montar un equipo competitivo. Nos quedamos a las puertas de disputar la promoción de ascenso, pero quedamos muy contentos del rendimiento de los chavales. Acertamos con el grupo humano que hicimos y dentro de nuestras posibilidades, ya que somos un club completamente amateur, lo hicimos bastante bien. Quedé contento con la selección de los jugadores y el trabajo que realizaron.
Esta temporada el equipo va como un tiro. ¿Cuál es el secreto?
La planificación ha sido distinta. Tuvimos mucho más tiempo para armar la plantilla. También se nos abrieron otras opciones al desaparecer el club Bahía y absorber a parte de sus jugadores. Hemos tenido más posibilidades de elegir y al tener ya una base es más sencillo elegir lo que necesitas.
Me hablaba de la tradición que tiene su club, pero lo cierto es que llegó en el peor momento posible.
Sí, el contexto es complicado, de los más difíciles que te puedes imaginar, pero hay que pelear. Ya no es el club dominante de la zona como lo fue hace unos años. Hubo polémicas con otros equipos, pero por suerte parece que todo se ha suavizado este año. No era el mejor momento, pero la verdad es que no dudé en venir para aquí porque es un clásico.
En otros tiempos el Santa Pola aprovechó sus conexiones sentimentales con Alicante y Elche para nutrirse de jugadores de ambos clubes. ¿Se puede recuperar esa doble vía?
Yo creo que sí. Es verdad que Regional es una categoría muy baja y que hay otros clubes en mejor posición, pero Santa Pola, ya sea por la cercanía, comodidad o tradición, siempre es un polo de atracción. Aquí hay mucha historia de fútbol, modesta, pero historia. Y eso pesa.
«Vamos bien, pero ascender no es fácil en ninguna categoría»
Otro de los retos habrá sido recuperar a los aficionados, que deben estar despistados con tantos vaivenes en los últimos años.
Bueno, el Santa Pola histórico sigue siendo éste. El que jugó en Tercera y se enfrentaba hace años en la pretemporada contra Elche y Hércules o con el Alicante en la Liga. Lo cierto es que los aficionados se van ilusionando poco a poco, pero se respira aún cierta prudencia y cautela. Y eso es algo que no viene mal.
Son muchos años los que estamos ahí abajo y es mejor afrontar el futuro así. Un ascenso nunca es fácil. Se esté en la categoría en la que se esté, salir de ella es muy complejo. El trabajo de cada día y el compromiso nos marcará dónde podemos llegar.
Bueno, ese mensaje es el que le toca a un entrenador. Pero uno ve la clasificación y no ve rival en su grupo.
Te garantizo que no suelo mirar la clasificación, más que nada porque se crean demasiadas expectativas y luego eso pesa. Tenemos experiencia en esta categoría de que las primeras vueltas no son comparables a las segundas. Estamos en vestuarios que no son profesionales. Los chicos trabajan y estudian. Todo se puede desmoronar si en unas semanas se baja el ritmo de entrenamientos o la intensidad.
Aquí no se cobra y es posible que por cuestiones de estudios o laborales haya bajas de jugadores y el equipo, por muy bien que esté, puede desplomarse.
¿Cómo tiene ahora al vestuario?
Ilusionado. Los jugadores están comprometidos y motivados porque se ven ahí arriba. Nuestro objetivo es estar entre los dos o tres primeros para optar a la promoción. Pero ser líderes les motiva y vamos a intentar aprovechar esta racha.
«Tenemos muchos jugadores del pueblo y eso es un plus»
¿Y usted qué sensaciones tiene?
Yo también estoy ilusionado. Ha llegado el momento de que el Santa Pola se levante y resurja. Este año, además, hay muchos jugadores del pueblo en la plantilla, más de la mitad, y eso siempre es importante y le da un plus de compromiso al equipo. Este club tiene que estar en una categoría superior.
¿Y qué tipo de juego le gusta a Arroyo?
A mí me gusta que mis equipos sean valientes, pero siempre adaptándome a las características de los jugadores que tengo.
Volvamos al pasado. La experiencia profesional y personal vivida en México le cambió. ¿Tan duro fue?
Sí, allí pasé dificultades personales y de necesidad. Fue el fútbol, en gran medida, el que me levantó para seguir adelante. Fueron cuatro años y pico de vivir con mucha tensión, de madurar deprisa y de envejecer rápido. Fue muy duro.
Se agarró al fútbol para salir de un momento delicado.
El fútbol está dentro de mi genética y sigue dándome oportunidades. No me desvincularé nunca de él.
«Es posible que la inmadurez me hiciera perder algunas oportunidades»
Usted era uno de los niños prodigio de la cantea del Hércules, pero se quedó a medio camino. Dígame un secreto, cuando mira atrás, ¿cree que podía haber llegado más lejos?
Es posible que la inmadurez me jugara una mala pasada en algún momento y me hiciera perder algunas oportunidades. Pero no tengo la sensación de haber desperdiciado nada. En el Hércules, Jove, Granada o Novelda siempre di todo lo que tenía. Al máximo. No fui técnicamente muy bueno, pero siempre aporté rendimiento y trabajo en los entrenamientos y los partidos.
«El fútbol es mi pasión y apuesto por mí como entrenador»
¿Se ve haciendo carrera en los banquillos?
Yo tengo dos trabajos para poder vivir y dar de comer a la familia. Pero el fútbol es mi pasión y apuesto por mí como entrenador. Me encantaría tener la oportunidad de crecer y de desarrollarme como entrenador y probar suerte en categorías inferiores.
¿Cuál es su sueño en un banquillo?
Ahora disfrutar en el Santa Pola, pero no puedo ocultar que me encantaría volver a casa algún día. Sé que tengo que seguir evolucionando, pero me haría mucha ilusión formar parte del organigrama técnico del Hércules en un futuro.
En Alicante ya vivió dos ascensos.
A lo mejor soy talismán. Volver a llevar al Hércules a lo más alto desde dentro sería maravilloso.