No se trata de un arte marcial más, ni de un arma mortífera. El Krav Maga nació como una técnica de combate cuerpo a cuerpo del ejército de Israel, que con el paso de los años se suavizó para convertirse en una suerte de defensa personal.
Tomás López, que ya había probado con éxito otras artes marciales durante su juventud, quedó “seducido” por esta disciplina en 2010 y no solo decidió practicarla, sino darle un toque personal para convertirla en un deporte que, además, es un mecanismo de ayuda física y mental para los colectivos en mayor riesgo de agresión.
“Quería sacar al Krav Maga de los barrios y meterlo en un gimnasio para ayudar a la gente”, resume. Bajo esta premisa, López fundó su club en l’Alfàs del Pi en 2010. Arrancó esta aventura con apenas “doce personas”, recuerda. Ahora ya cuenta de forma regular con 150 alumnos y ha organizado numerosas jornadas abiertas al público para dar a conocer su pasión.
Lo primero que intentó López en su club fue quitarle al Krav Maga, una técnica bélica en origen, la etiqueta violenta para convertirlo en un deporte. “Aquí no trabajamos con gente conflictiva o que pueda hacer un mal uso de estas técnicas”, avisa. “Aprender a defendernos haciendo deporte es nuestro lema”, añade el instructor, de 44 años de edad.
Cuenta con 150 alumnos, de los que el 35% son mujeres
Ayuda a colectivos de riesgo
Sus clases están dirigidas a todos públicos y colectivos, con especial atención a aquellos en mayor riesgo de abuso, como los niños o las mujeres. “Una de las cosas más bonitas es que al club se apuntan familias enteras”, destaca. Cuenta con decenas de niños de entre cinco y trece años y un 35% de los alumnos son mujeres, algo de lo que se siente “orgulloso”.
Su clientela procede ya de toda la comarca. “Mi objetivo es que si un día son víctimas de algún incidente puedan llegar hasta su casa”, afirma, sensibilizado por los numerosos casos de violencia de género.
En cuanto a los niños, López asegura que, por desgracia, siempre habrá abusones y gente que usando la fuerza o la intimidación quiera aprovecharse de los débiles. “A todos nos gustaría que no pasara, pero pasa. A los niños les inculcamos que tengan actitud y valor para defenderse. No queremos que sean pasivos”, explica López, quien aclara que el conocimiento del Krav Maga no es una invitación a la pelea.
«Pelear es lo último, pero es importante saber plantar cara al abuso» T. López
Evitar la pelea
“Todo lo contrario. Luchar es lo último, porque cuando te peleas, pase lo que pase, ya has perdido. Pero si te sientes seguro y con confianza ya no eres pasivo. Tu respuesta ante el abuso es otra y eso hace que los abusones lo noten y se alejen”, argumenta.
“Yo no puedo ayudar, por desgracia, a curar el ‘bullying’, que es la enfermedad, pero sí a curar al paciente y evitar que sea un blanco fácil”, insiste López, quien afirma que ese “subidón” en la autoestima del niño se convierte en una mejora en su actitud en casa y de su rendimiento académico. En este sentido, recuerda la cantidad de casos de jóvenes que entran en depresión o deciden poner fin a su vida angustiados por un entorno que los tortura emocionalmente.
“No hay mayor satisfacción que ver cómo una persona asustada se viene arriba y coge confianza en sus posibilidades. Porque esa misma confianza, seguridad y resistencia que tiene para plantarle cara al abusón es la que tendrá en adelante para hacer frente a todos los problemas que le plantee la vida”, explica.
Otro de los colectivos que se está uniendo a los cursos de Krav Maga es el de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Cada vas más miembros de la Policía y de la Guardia Civil tienen curiosidad por mejorar su formación profesional con estas técnicas.
El lema del club es ´aprender a defendernos haciendo deporte`
Simulación agresiva
Para llevar a la práctica sus enseñanzas, Tomás López simula en sus clases lo que le puede esperar a la víctima en un ataque. “Trabajamos el cuerpo y la técnica, pero también preparamos la cabeza y la mente. Simulamos situaciones de estrés que pueden suceder en la calle para acostumbrarnos a ellas y poder responder con serenidad”, matiza.
“Es lo que llamamos ´efecto túnel`. Cuando estás en tensión y en máximo estrés no ves más allá. Y nosotros enseñamos a tener la cabeza fría a pesar de la tensión”, comenta el instructor.
Cuestiones tan simples como responder al intento de quitarle el dinero o el bocadillo a un niño en el patio de un colegio se entrenan en el gimnasio. “He tenido alumnos que eran muy tímidos el primer día, pero ahora nadie se atreve a quitarles el bocadillo. Y todo gracias a que ha crecido su confianza y siente que tiene una actitud ganadora”, detalla.
Apto para todos
Uno de los aspectos que destaca López del Krav Maga es que no es necesaria una gran condición física para poder practicarlo. “No importa si eres alto o bajo, flaco o gordo. Si llega el caso de golpear para defenderse, se busca siempre zonas vitales como los genitales o el cuello y articulaciones, como las rodillas”, explica Tomás López, quien añade que en su club todos los combates son “con casco y protección para que nadie se haga daño”.
El Krav Maga ha ido evolucionando desde su llegada a España, allá por 2008, y ya se rige por unas reglas idénticas al de otras artes marciales, mucho más populares, con una diferenciación en los niveles de conocimiento establecidos por los colores de los cinturones.
Labor solidaria
Uno de los aspectos de los que se siente más orgulloso Tomás López es de la labor solidaria que realiza su club. En este sentido, el instructor se siente “súper agradecido” al ayuntamiento de l’Alfàs del Pi “por ayudar y apoyar en todas las iniciativas”.
“Llevamos varios años haciendo cursos contra la violencia de género, con más de 150 personas inscritas, y siempre tenemos su colaboración, cediendo el pabellón para las clases”, recuerda.
El club también organiza un campus solidario para recoger juguetes, en una jornada que sirve “para que padres e hijos puedan pasar tiempo juntos entrenando”, y charlas con expertos, como la ofrecida por Enric Navarro, del Ministerio del Interior, en las que se dieron las pautas para detectar posibles abusos a menores.
“Se alerta a los padres de los síntomas que puede mostrar un niño víctima, pero también a saber identificar si su hijo es el abusador y cómo actuar”, concluye Tomás López, quien insiste que no hay mejor recompensa para un instructor que ayudar a superar los miedos de sus alumnos.