Entrevista > María Victoria Selma García / Científica (Orihuela, 26-diciembre-1974)
Este once de febrero se celebra, por quinta vez consecutiva, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Aunque grandes contribuciones se deben a mujeres científicas destacadas, todavía hoy, en pleno siglo XXI, hay una considerable brecha de género en el sector.
Como profesional científica, ¿crees que existe una pobre representación de la mujer en la ciencia?
En mi caso particular es cierto que formo parte de un grupo de trabajo donde la mayoría son hombres, pero trabajo muy bien con ellos, no he notado ningún tipo de diferencia en el trato por ser mujer. A nivel de estudiantes nos llegan al laboratorio la misma cantidad de chicos que de chicas.
Es cuando se van al extranjero, como postdoctorales, cuando empieza el primer bache para la mujer en la ciencia, porque creo que la familia y la maternidad juegan un papel determinante en este aspecto.
¿Por qué es tan importante para muchos científicos hacer una etapa de investigación en el extranjero?
Es una etapa obligatoria tal y como está concebida la carrera investigadora actualmente. No es que lo defienda, pero su objetivo es demostrar tus propios méritos. En ocasiones, el doctorando está muy arropado por su tutor de tesis doctoral.
Irte al extranjero es como romper el cordón umbilical y lanzarte a demostrar todo lo que eres capaz de hacer por ti mismo, sin la facilidad del idioma y sin la cercanía de tu familia, grupo de investigación y entorno.
Su primer proyecto estuvo relacionado con la seguridad alimentaria
En tu caso, ¿cuándo surge el interés por el mundo de la investigación?
Desde los dieciséis años tuve una gran inquietud por saber más sobre lo desconocido, especialmente en temas de ciencia. Un par de años más tarde, mi interés se centró en la nutrición y salud. Cuando comencé mi tesis doctoral, en un departamento de alimentación de la Universidad Miguel Hernández, mi primer proyecto estuvo relacionado con la seguridad alimentaria.
Así, los primeros diez años de mi carrera investigadora en distintos centros de investigación me dediqué a estudiar la seguridad que tiene el consumo de los alimentos vegetales frescos frente a virus, bacterias y hongos, y cómo mejorarlas.
Posteriormente, los últimos diez años he continuado trabajando en el campo de la microbiología incorporándome al Laboratorio de Alimentación y Salud (CEBAS-CSIC) para estudiar la microbiota intestinal.
La microbiota intestinal es un tema en alza dentro de la comunidad científica, ¿a qué se debe este boom?
En los últimos años se ha visto que la microbiota intestinal, o lo que popularmente se conoce como flora intestinal, tiene una gran repercusión en nuestra salud, especialmente en la prevención de enfermedades, aunque aún no se sabe bien por qué.
En el caso de enfermedades genéticas, está muy claro que los genes heredados de nuestros padres nos predisponen a desarrollar esas enfermedades. Sin embargo, en muchas otras enfermedades, como las neurodegenerativas y en muchos tipos de cáncer, se desconoce por qué algunas personas las desarrollan y otras no.
intenta explicar por qué un mismo alimento produce diferentes efectos
¿Cuál es tu línea de investigación actual?
Acabamos de finalizar un proyecto en el que hemos estado trabajando durante cuatro años, para investigar el motivo por el cual las personas no se ven beneficiadas de la misma manera por el consumo de alimentos vegetales, particularmente las nueces y las granadas que son conocidos como ‘superalimentos’. Hemos demostrado que la composición de la microbiota intestinal de cada persona juega un papel importante.
El pasado mes de octubre solicitamos a la Agencia Estatal de Investigación un nuevo proyecto de tres años, en el que pretendemos estudiar esa interindividualidad como respuesta al consumo de una mayor gama de alimentos vegetales ricos en polifenoles para corroborar nuestras hipótesis.
Están estudiando producir bacterias como potenciales probióticos
¿Y qué sucede con aquellas personas que no se pueden beneficiar de igual manera?
Desde hace un año lidero un proyecto de tres años, concedido por la Fundación Séneca de la Región de Murcia, en el que lo buscamos es poder producir biotecnológicamente bacterias beneficiosas y sus metabolitos bioactivos, para que se puedan producir en el futuro como potenciales probióticos y postbióticos.
De esta manera, pretendemos que todas las personas se beneficien de igual forma del consumo de alimentos como las fresas, frambuesas, nueces o granadas.
Nuevo progreso
La científica oriolana del Laboratorio Alimentación y Salud del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Seguro desde hace más de quince años, fue incluida el año pasado, por primera vez, en la lista Highly Cited Researchers, clasificación internacional que elabora Clarivate Analytics, la empresa más importante a nivel mundial en base de datos y bibliometría sobre impacto de la investigación.