Entrevista > Ricardo Molina / Director de Al Pi Teatre (Benidorm, 19-mayo-1980)
El próximo mes de octubre se cumplirán siete años desde que un grupo de alumnos del IES l’Arabí de l’Alfàs del Pi, liderados por el profesor Ricardo Molina, se subieron a un escenario para interpretar una novedosa versión de ‘Romeo y Julieta’.
Tras Shakespeare llegarían otros muchos montajes con una cosa en común: siempre apostaron por el teatro clásico. Ahora, aquel Arabí Teatre original ha mutado a Al Pi Teatre, pero la base, aunque ya desvinculado del Instituto alfasino, sigue siendo la misma: llevar el teatro clásico a cuantos más escenarios mejor y, sobre todo, hacerlo siempre apoyando causas benéficas.
Molina sigue al frente de esta nueva etapa de la compañía. Este año ha sido padre y eso le ha impedido llegar a tiempo para presentar y estrenar, como es tradición, un nuevo montaje con motivo de la Mostra de Teatre de l’Alfàs del Pi, pero su ‘Dama Duende’ todavía gira por distintos escenarios y promete que en 2021 habrá nueva propuesta y que se volverá a estrenar en la Casa de Cultura del municipio que les vio nacer.
¿Por qué se ha dado ese cambio de nombre de Arabí Teatre a Al Pi Teatre?
Fue un proyecto que se generó en el IES l’Arabí de l’Alfàs del Pi. La mayoría de los miembros iniciales se fueron desvinculando y a día de hoy ya no queda ninguno de aquel elenco inicial. Por ello, decidimos darle un nuevo nombre para que no estuviera vinculado con el Instituto, pero sí con el municipio.
Arabí Teatre, pese a ser un proyecto vinculado a un centro de enseñanza, tuvo un largo recorrido. ¿Cómo resumiría aquellos años?
La idea nació en octubre de 2013. Aquel año montamos una obra en el propio instituto que fue ‘Romeo y Julieta’. La particularidad de aquel montaje es que el personaje de Romeo era una chica. Con ello ya estábamos añadiendo la cuestión de género y la homosexualidad. Y aquello llamó la atención de la concejala de Cultura de aquel momento.
Fue ella la que nos propuso montar una asociación cultural, dedicada a los jóvenes, para promocionar el teatro. Ese fue el verdadero nacimiento de la Asociación Cultural Arabí Teatre.
«Para un director, un montaje tiene que ser algo que te apasione y te guste»
Y desde aquel ‘Romeo y Julieta’ inicial, siempre se han caracterizado por proponer montajes de teatro clásico. ¿Cuál fue el motivo de esa apuesta?
Viene de mi pasión por el clásico. Siempre he pensado que para un director un montaje es como un hijo. Vas a pasar mucho tiempo con él y tiene que ser algo que te apasione y te guste. Además, hay que pensar que los chavales van a tener toda la vida para hacer contemporáneo.
Hemos hecho ya varios montajes en verso, que es algo súper complicado. Si ellos eran capaces de coger esa base, les iba a dar la calidad suficiente para hacer contemporáneo.
Hay que aclarar que lo que hacen, en realidad, son adaptaciones de clásicos.
Efectivamente. De lo contrario, sería infumable. Por poner un ejemplo, cuando adaptamos Lisístrata hace un par de años, había varios travestis sobre el escenario. En definitiva, cosas que en la obra original no había.
Creó ahí un universo muy del Almodovar de los primeros años.
Sí. Además, me basé en una versión de Paco León en la que él era el protagonista y era un espectáculo muy transexual. En definitiva, intentamos hacer clásico, pero acercándolo al público actual.
¿Cuál es su montaje actual?
Con lo que estamos girando actualmente es ‘La Dama duende’, de Calderón de la Barca. También es una obra en verso, pero ambientada en el siglo XIX. En esta ocasión, nos hemos basado en la versión de la Compañía de Teatro Nacional Clásico. Una de sus actrices, Nuria Gallardo, fue mi profesora en un máster de arte dramático y siempre me ha orientado a hacer este tipo de versiones.
Creo que si apuntas alto conseguirás hacer algo que se aleje de lo mediocre.
«Los actores tenemos ego, nos gusta gustar y que nos aplaudan, no veo nada malo en ello»
¿Cree que el hecho de que exista en l’Alfàs del Pi una propuesta como la Mostra de Teatre ayudó a despertar el interés de aquellos primeros miembros de Arabí Teatre por las tablas?
Creo que fue únicamente por la inquietud que tuvo un grupo de jóvenes por ser actores. Incluso, algo audiovisual. Ya sabes que aquellos que se atreven a subir a un escenario tenemos un puntito de ego y eso hay que admitirlo. Nos gusta gustar y nos gusta que nos aplaudan. No veo nada malo en ello.
Pues ese puntito de ego de algunos alumnos los llevó a pensar que, si la única opción que se les ofrecía era hacer teatro, era una buena oportunidad.
Y todo, como ha comentado, con la ‘competencia’ que suponen los nuevos formatos audiovisuales.
Muchos de los actores que comenzaron conmigo, de manera paralela, participaron en diversos talleres de cortometrajes y otros formatos audiovisuales que se han ido proponiendo desde el Ayuntamiento.
Probablemente, les llamaba más la atención lo audiovisual, pero también se dieron cuenta de esa adrenalina que supone subirte a un escenario. El teatro es como un deporte de alto riesgo: saltas al vacío. No tienes una segunda oportunidad. Eso, el audiovisual, no lo ofrece.
Si el amor por el clásico es la sangre que corre por las venas de la compañía, el fondo solidario de todas sus actuaciones podría ser el corazón que la impulsa.
Las compañías, incluso las profesionales, se las ven y se las desean para poder actuar. Nosotros lo que queríamos era girar. Actuar. La única forma de poder hacerlo era a través de asociaciones que tuvieran alguna vinculación con sus ayuntamientos para que ellos nos proporcionaran el espacio. A cambio, nosotros actuábamos y la taquilla sirve a esas asociaciones para recaudar dinero para sus fines benéficos.
«De la primera formación, alguno de los actores sigue haciendo teatro amateur»
¿Cuántos actores y actrices han pasado por Arabí y Al Pi?
Han sido unos 30 actores en total. Alguno quiso buscar su camino en el mundo del espectáculo, pero es muy complicado. Lo que sí sé es que, de la primera formación, alguno sigue haciendo teatro amateur.