Entrevista > Unai Ramos / Escritor (Bilbao, 26-diciembre-1988)
Unai Ramos acaba de publicar su primera novela: ‘Logan Pittis & Joe Trama. Una sombría venganza en la costa este’. Su aterrizaje en el mundo literario llega después de una experiencia fallida que le hizo refugiarse en la que fue su primera pasión: el rap. Sacó dos discos y, con esa etapa cumplida, volvió al folio en blanco.
Si algo queda de su etapa como rapero es su verbo rápido. Unai Ramos no habla, Unai Ramos martillea con cada frase. Con cada palabra. La velocidad de su discurso obliga al interlocutor a mantener una atención constante para no perderse nada. Lo mismo ocurre con su novela de debut. Una historia dura y descarnada en la que la venganza, la violencia y la sordidez acaban por conformar un producto intenso y, quizás, no apto para todos los públicos, pero que engancha de principio a fin.
Nacido en Bilbao, pero criado en l’Alfàs del Pi, Ramos se confiesa un enamorado del mundo de la calle, del que ha tratado de reflejar sus elementos más duros para conformar el mundo en el que se mueve el protagonista de su novela.
«Mi primer libro, ‘Sioux mafia’, fue un trabajo de tres años, pero me di cuenta de que la he cagado»
Con ‘Logan Pittis & Joe Trama. Una sombría venganza en la costa este’ acaba de publicar su primer libro. ¿Qué le llevó a decantarse por esta historia?
Todo empieza porque a los 18 años descubro el rap y me doy cuenta de que me gusta hacer rimas y todo ese mundo de la calle. Es algo que siempre me ha cautivado y empiezo a escribir rap. Con ello, me doy cuenta de que tengo mucho más que contar que lo que cabe en un tema. Por ello, decido embarcarme en el que iba a ser mi primer libro, que se llamaba ‘Sioux mafia’.
Llegué a hacer un borrador que yo pensaba que se iba a convertir en mi primer libro. Fue un trabajo de tres años, pero me doy cuenta de que la he cagado de cojones.
Siento una frustración terrible, abandono ese proyecto y me vuelvo a refugiar en el rap. Llegué a sacar dos discos y sacié esa etapa. Fue entonces cuando se me enchufa la bombilla y, ya con 27 años, retomo la idea de escribir una novela, que es cuando me pongo con esta historia.
¿Cuánto de ‘Sioux mafia’ hay en este primer libro que ha conseguido publicar?
Hay un 40%. Cogí ciertos pilares. Aquel libro estaba más centrado en la mafia. En una lucha entre italianos e italoamericanos. Para este libro cojo parte de ese mundo, pero en aquella ocasión abordaba muchos personajes y muchas familias. En esta ocasión, me he centrado en un solo protagonista que está buscando una venganza.
Siendo tan joven, abandonar un proyecto en el que trabajó tres años tuvo que ser un momento muy duro. ¿Qué aprendió de ello?
Dolió mucho. Lo que descubrí es que esto me apasionaba y que el error no fue abandonar el proyecto, sino no haberlo hecho como realmente tenía que hacerlo. Aprendí que todo tenía que ser muy profesional. En definitiva, aprendí a que si quieres conseguir algo, tienes que hacerlo; por mucho que te pueda costar.
Para conseguir esa profesionalización, ¿decidió formarse en el ámbito de la novela o de la escritura?
No, soy un producto autodidacta. Tampoco soy una persona que haya leído muchísimo. De hecho, en ese tiempo en el que estuve alejado de la novela y haciendo los dos discos de rap, leí dos libros: ‘El club de la lucha’, de Chuck Palahniuk y ‘El guardaespaldas’, de A.J. Quinnell. Esos dos libros me dieron luz sobre qué historia quería contar.
De Palahniuk cogí el estilo de escritura sucio y de Quinnell la idea de la venganza piramidal, que es como se comporta mi protagonista.
«Es un libro en el que no hay censura alguna. No me he cortado. Sé que es un libro muy duro y, en ocasiones, muy soez»
Su estilo de escritura, tal y como usted lo ha definido, es muy ‘sucio’. ¿Se ha tenido que autocensurar en algún momento pensando en no herir sensibilidades?
Es un libro en el que no hay censura alguna. No me he cortado. Sé que es un libro muy duro y, en ocasiones, muy soez. Dicho esto, sí es verdad que hay algún punto en el que, leyéndolo, he cambiado cosas para que funcionaran mejor. Sólo me censuro si el ‘plan b’ puede funcionar igual que el ‘plan a’. Sé que este libro va a gustar mucho o no gustará nada.
Hay pasajes en su libro realmente duros y que reflejan una violencia extrema. ¿Cree que corre el riesgo de que el lector le identifique a usted con esos comportamientos?
Sí, puede pensarlo. Seguramente habrá gente que piense que a mi me gusta eso, pero esto es ficción. Pero, a la vez, tengo muy claro que me la suda lo que pienses. No pienso en el qué dirán. No voy lleno de tatuajes como mi protagonista. Soy muy sensible. Yo no soy él. Sólo estoy contando una historia ficticia.
Antes me ha dicho que le gusta mucho el mundo de la calle. ¿Cuánto de vivencia personal ha podido volcar en este libro?
Hay un 40% de lo que yo he visto o he respirado. Luego, hay un 30% de documentación pura y dura. El resto, es inspiración que me llega de las historias ya contadas a través del cine o la literatura.
Usted sitúa la acción de su novela en Estados Unidos. ¿Existen paralelismos con la calle de aquí con la que se vive allí?
Diría que no. Evidentemente, coges lo que sabes de aquí y lo llevas a la realidad de allí, pero allí es una realidad más dura. Lo de allí es más intenso.
El libro es autoeditado y usted ha estado encima de todo el proceso creativo. Todos los detalles, desde el texto hasta la portada, han pasado por sus manos. ¿Cuál ha sido el proceso que más le ha costado?
Sinceramente, no se disfruta ninguno de ellos; pero el que más dolor de huevos produce es la revisión ortográfica. Soy muy minucioso y tenía que leer el libro entero una y otra vez. Sólo en ese proceso de corrección me lo habré leído 14 o 15 veces. Luego, también fue duro el proceso de maquetación.