Entrevista > Carlos Grau / Capitán del Balonmano Benidorm (Benidorm, 27-noviembre-1986)
Carlos Grau es el corazón del Balonmano Benidorm. El capitán fue pasado, es presente y será futuro del club, al que regresó, tras un largo periplo por la élite, para cumplir el sueño de jugar con el equipo de su vida en la Asobal.
Carlos, forjado como jugador y persona en las categorías inferiores del club, siente como nadie las victorias, pero sobre todo las derrotas. “Me gustaría ser más frío, pero no puedo”, confiesa el lateral, quien compatibiliza su vida deportiva con la docencia a personas en busca de reinsertarse en la vida laboral.
«Al balonmano llegué casi por descarte y tras probar en otros deportes»
¿Cómo llegó Carlos Grau al balonmano?
Casi por descarte. Probé baloncesto, fútbol, artes marciales… y como no era bueno acabé jugando en el colegio Lope de Vega al balonmano. Se ve que despuntaba y con 9 o 10 años me llevaron al Balonmano Benidorm. A pesar de irme a estudiar luego a Alfaz, ya me quedé vinculado con el Benidorm.
¿Cuándo se da cuenta de que puede hacer del balonmano su vida?
Cuando el Altea vino a buscarme. Hubo un momento en el que pasé un pequeño bache, porque de repente comencé a cobrar por hacer lo que me gustaba. Eso estaba bien, pero era un chaval e implicaba renunciar a las cosas de los chicos de mi edad. Había que tomárselo con seriedad.
¿Quiénes eran sus ídolos cuando era niño?
Jacobsen y Jorgensen, con los que coincidí en Altea. Yo siempre me he caracterizado por la defensa y me atraía lo duros que eran, pero es que además en ataque eran espectaculares. Lo que más me gustaba es que, pese a ser jugadores increíbles, fuera del vestuario eran súper buena gente.
Su carrera es de sobra conocida. Altea, Huesca y Puerto de Sagunto. Hasta que el Benidorm llama a su puerta y no se lo piensa.
Cuando el equipo logró el ascenso a la Asobal, Javi (el presidente) me llamó y me dijo que en el Benidorm teníamos que tener al menos uno de la tierra. Todo fue muy rápido.
«Todo lo que está pasando supera las expectativas»
Con la mano en el corazón, ¿hubiera imaginado este escenario hace una década?
Jamás. Empecé a visualizarlo cuando el equipo logró encadenar dos ascensos, pero todo lo que está pasando supera las expectativas. Sí que deseaba retirarme en casa, pero pensaba que sería en alguna categoría menor. Nunca en Asobal.
Usted es de aquí, conoce a los aficionados, a la gente de mantenimiento, a los técnicos. ¿Sentir con tanta intensidad un club es una ventaja o un inconveniente?
Pues según. Todo lo que sea el Balonmano Benidorm me toca. Estoy agradecido por estar cerca de mi familia y por cumplir el sueño de jugar con mi equipo en Asobal, pero también es verdad que me tomo las cosas del club de forma personal. Eso es bueno y malo. Me gustaría ser más frio. Jugar y ya está, pero es imposible.
Compatibiliza el balonmano con la labor docente. ¿Cómo lo lleva?
Hice Magisterio, pero era algo que tenía casi descartado. Hasta que me salió la oportunidad de dar clase a gente con problemas a la que ayudo a reinsertarse en la sociedad. Está siendo una experiencia personal enriquecedora.
¿Qué le aportan esas clases?
A mí me ha servido para madurar y desconectar. Necesitaba ir saliendo poco a poco de la vida deportiva para entrar en la laboral. Y cuando conoces gente en dificultades te ayuda a poner los pies en el suelo y a valorar que tus problemas no son los más graves.
Volvamos al balonmano. Ya han pasado dos meses, pero el recuerdo del subcampeonato de la Copa del Rey sigue latente.
Lo de la Copa fue alucinante. En mi vida me hubiera imaginado que iba a vivir algo igual. Fue una locura.
¿Qué pasó en ese vestuario para que el equipo creciera de esa forma?
Veníamos de jugar bien, pero de forma irregular. En la Copa tuvimos que hacer un esfuerzo para que las bajas no se notaran y fue cuando hemos funcionado más como equipo. Todos dimos un poco más de sí.
¿En algún momento antes de comenzar la final pensaron que la podían ganar?
Éramos realistas y enfrente estaba uno de los mejores equipos del mundo. Ellos tienen otro nivel técnico y físico. Se tenían que haber alineado mil planetas para ganar. Lo que sí dijimos es que si estábamos en la final por lo menos la íbamos a competir a tope, hasta donde llegáramos.
«La gente de Benidorm tiene que valorar lo que cuesta tener un equipo en la élite»
El Balonmano Benidorm está creciendo rápido, ¿no le da vértigo a que se repita lo sucedido en Altea?
Espero que aquella experiencia nos valga. Tenemos que aprovechar lo de jugar en Europa para afianzar los cimientos del club. Es evidente que tenemos que crecer a nivel de estructura interna, pero también socialmente.
La gente de Benidorm y de la provincia tiene que darse cuenta de lo que cuesta llegar hasta aquí. Vamos a estar en Europa y a defender el nombre de nuestra ciudad y eso merece apoyos de las instituciones y de las empresas.
¿Cómo se puede convencer a la gente de Benidorm para que acuda en mayor número al Palau?
No hay cultura de balonmano, es algo que debemos crear entre todos poco a poco. La gente debe pensar que tiene a su equipo en la máxima categoría y que es algo que no se puede dejar escapar.
¿Ha pensado ya en qué hará cuando deje la pista?
Me gustaría seguir vinculado al balonmano y si puede ser en Benidorm, mejor. También tengo expectativas laborales más allá del deporte, pero sí me gustaría mantener el contacto.
Además, mi hijo empieza ya a jugar, así que seguirá habiendo balonmano en casa. Pero aún no me veo como ex jugador. La mente manda más que el cuerpo, y la mía quiere seguir un poco más.
Y cuando mira atrás en su carrera, ¿con qué se queda?
Con todo. Nunca sabes si te hubiera ido mejor o peor tomando esta o aquella decisión. El éxito a veces solo es cuestión de estar en el momento idóneo en el sitio apropiado. Todo lo que he hecho me ha llevado hasta aquí, a poder jugar con el Benidorm en la Asobal, en la Copa y próximamente en Europa. Creo que no le puedo pedir más a mi carrera.