El ser humano es un animal extraordinario. Nuestra especie ha sido capaz de alcanzar logros increíbles. Hemos llegado a la luna y al fondo abisal de los océanos, una grandeza que un ‘bicho’ microscópico ha podido poner en jaque en sólo unas semanas mostrándonos, a la vez, nuestras miserias.
Todos recordamos, durante los primeros días del confinamiento, las imágenes de supermercados prácticamente arrasados. Primero, acabamos con el papel higiénico; más tarde, se pusieron de moda las bebidas alcohólicas, y más recientemente las víctimas de nuestra ansia consumista fueron harinas y levaduras.
Sin embargo, pocas veces nos hemos parado a preguntarnos cómo, en pleno parón mundial, era posible que productos frescos como el pescado siguieran llegando diariamente a los mostradores de los establecimientos. La respuesta, por simple, no deja de ser heroica: porque centenares de hombres han seguido saliendo a la mar para traer sus capturas a las lonjas.
El distanciamiento en los barcos sigue siendo un reto para muchas tripulaciones
La flota sigue faenando
En el caso de Altea, “tenemos faenando a nueve de nuestras diez embarcaciones”, explica Joan Mulet, secretario de la Cofradía de Pescadores de la Villa Blanca. Además, desde su puerto están operando varios barcos de La Vila Joiosa ya que sus instalaciones siguen completamente cerradas, algo que, de alguna manera, ayuda a compensar las dificultades por las que atraviesa el sector a nivel local.
Uno de los grandes retos a los que se está teniendo que enfrentar la flota pesquera de Altea y, por extensión, de todo el país son las condiciones de distanciamiento social que se han impuesto en los puestos de trabajo. Mantener la distancia entre compañeros en la oficina es una cosa, pero hacerlo en un barco mientras se faena es otra bien distinta.
Mulet reconoce que las mayores dificultades las encuentra “la flota de cerco, donde se embarcan entre diez y once personas. Ahí es muy complicado mantener la distancia de seguridad entre los marineros, pero han seguido faenando gracias a que se les ha contemplado dentro de las empresas que pueden seguir trabajando”.
La bajada del precio del petróleo ha supuesto un alivio para el sector
Distanciamiento abordo
La realidad de los barcos de arrastre, tal y como explica el secretario de la Cofradía de Pescadores de Altea, es distinta. “En ese caso, hablamos de tres o, como mucho, cuatro personas. Durante el trabajo se puede mantener la distancia de seguridad y, quizás, las mayores dificultades puedan llegar a la hora de comer o descansar, que son actividades que se tienen que hacer por turnos”.
Una de las consecuencias positivas que han tenido estos días para el sector pesquero, aunque sea muy indirecta, es el desplome del precio del crudo, que se ha traducido en una importante bajada del combustible. “Es algo que ha ayudado mucho a compensar la balanza económica”, reconoce Mulet.
Pese a lo que pudiera parecer en un primer momento, el representante de la Cofradía de Pescadores de la Villa Blanca reconoce que el impacto económico en el sector no ha sido tan devastador como en otras actividades. A ello, por supuesto, ha ayudado mucho el hecho de que, durante el confinamiento, muchos han tratado de mantener un dieta más saludable y mediterránea que, evidentemente, incluye el pescado.
Los precios se han mantenido
“El volumen de capturas ha sido menor porque están saliendo menos barcos a faenar”, comienza a explicar un Mulet que añade que “al haber menos barcos y, por lo tanto, menos producto, los precios se han podido mantener dentro de unos márgenes adecuados ya que, aunque se ha perdido la parte de los hoteles y los restaurantes, la gente ha seguido comprando en los supermercados”.
El cierre del turismo, con la inactividad total de bares, restaurantes y hoteles, podría ser ahora una de las principales preocupaciones del sector ya que “en Altea supone una parte importante del volumen de negocio”. Sin embargo, aunque no compensará por completo, el consumo finalista en el hogar también está ayudando a capear ese temporal.
Mulet se congratula de cierto cambio de tendencia en los hábitos de consumo en los hogares y explica que, “en parte, la gente está consumiendo en casa lo que antes consumía en los bares. Por ejemplo, si antes te tomabas un plato de calamares en el bar, no te lo preparabas en casa; pero ahora sí está ocurriendo eso”.
El consumidor ha tomado conciencia de la importancia de comprar producto local
Aumento del consumo de producto local
Así mismo, la propia sociedad está tomando consciencia de la importancia de consumir productos de origen local. No sólo porque, como ya es sabido por todos, supone una plena garantía de cumplimiento de las distintas normativas sanitarias sino, sobre todo ahora, porque ayuda a mantener en funcionamiento la economía de la región.
“Creo que la gente está fijándose cada vez más en la etiqueta de los productos”, asegura Joan Mulet. “Se fijan en ella para comprobar que se trata de pescado fresco y conocer su origen, porque saben de la importancia de consumir producto local para que las familias de Altea podamos salir adelante”.