La cúpula azul de la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, del mismo tono que el eterno cielo despejado y el mar al que vigila, corona una de las joyas de la Costa Blanca. Altea, que se extiende a sus pies con sus paredes blancas y sus calles llenas de encanto, despierta, como el resto del país, a un verano atípico.
La Villa Blanca se recluyó en su confinamiento en un mes de marzo lluvioso y gris y asoma ahora a una realidad muy distinta. A la del sol, el calor y la luz; pero también a la de las mascarillas, el distanciamiento social y tantas otras cosas que hace no tanto tiempo nos hubiesen parecido una pesadilla distópica de ciencia ficción.
Con más esperanzas que certezas, como todos los destinos turísticos de la zona, Altea afronta un verano atípico en el que es muy complicado hacer previsiones, pero en el que algunas áreas tienen que hacerlas obligatoriamente porque de su labor individual y conjunta depende, en gran medida, el éxito de una temporada alta más baja que nunca.
«Lo que estamos haciendo lo hacemos partiendo de la base de que va a venir la misma cantidad de gente de otros años» M. De la Hoz
Seguridad reforzada
Una de las principales cuestiones que puede hacer inclinar la balanza a la hora de elegir destino por parte de los turistas es la seguridad del mismo. En ese sentido, Altea, como el resto de municipios de la Costa Blanca, se prepara para el que será uno de los exámenes más duros de los últimos años.
“Estamos trabajando con mucha incertidumbre, porque no sabemos si va a ser un verano con la misma afluencia de turismo como los de años atrás, pero todo lo que estamos haciendo lo hacemos partiendo de la base de que va a venir la misma cantidad de gente de otros años”, explica Miguel de la Hoz, concejal de Seguridad Ciudadana de Altea.
“Al igual que otros veranos, vamos a mantener y reforzar la presencia policial en la zona del Casco Antiguo, que es la zona de mayor afluencia de gente en la tarde-noche, y también mantendremos las patrullas que ampliaremos en el Paseo Marítimo y las playas”, añade el edil.
Patrullas en bicicleta y drones desde el aire vigilarán la afluencia a las playas de Altea
Playas tranquilas
Altea fue uno de los primeros municipios de la Marina Baixa en reabrir sus playas cuando las medidas de desconfinamiento lo permitieron. Uno de los motivos para hacerlo así fue, precisamente, el mismo que hace pensar a De la Hoz que la policía local no tendrá un gran trabajo extra en los próximos meses para asegurarse de que se cumplen todas las medidas previstas.
“Tenemos la suerte de que, por sus características, las playas de Altea no tienen una gran masificación de bañistas. Por ello, pensamos que se va a mantener igual durante este verano”. En cualquier caso, el responsable del área de Seguridad Ciudadana adelanta que “vamos a estar prevenidos, porque sabemos que esa circunstancia puede ser contraproducente. ¿Por qué? Porque la gente conoce las playas de Altea, sabe que son más tranquilas, y eso puede ejercer un efecto llamada para muchas personas que en 2020 decidan venir a nuestras playas”.
“El año pasado ya comenzamos con la implantación de una patrulla en bicicleta para vigilar de forma especial las playas”, añade en este mismo sentido De la Hoz. “Este año hemos creado la unidad de drones que vigilará desde el aire la afluencia a las playas y estará en directa comunicación con esa patrulla de bicicletas, que será la que pueda controlar, si se producen, esos puntos de masificación”.
La plantilla de la Policía Local se verá reforzada por agentes comisionados e interinos
Optimismo por el turismo residencial
Altea se caracteriza por contar con un turismo de tipo residencial, es decir, de segunda residencia. Eso, que, como reconoce el concejal alteano, “nos hace ser optimistas en cuanto al número de visitantes que tendremos”, se convierte en un quebradero de cabeza a la hora de planificar la seguridad del término municipal, ya que obliga a los agentes policiales a atender una mayor extensión de terreno dada la gran cantidad de urbanizaciones con las que cuenta la Villa Blanca.
“Para este verano va a entrar un agente comisionado de la policía y tres o cuatro más de manera interina, cuya función será reforzar la plantilla, permitiéndonos mantener las patrullas del Casco Antiguo y el Paseo Marítimo y dejando un poco más de libertad a las otras patrullas para controlar urbanizaciones, partidas rurales y demás”, explica De la Hoz.
En cualquier caso, como en los municipios vecinos de l’Alfàs del Pi, La Nucía o Polop, los agentes locales de Altea contarán con la ayuda de “la Guardia Civil. En Altea, como en el resto de poblaciones, tenemos una gran extensión de partidas rurales y urbanizaciones y su colaboración es muy importante. Tenemos una gran relación y coordinación entre la Policía Local y la Guardia Civil”.
La duda del tráfico
La Semana Santa tendría que haber sido el primer gran test de cómo afectará la liberalización de la AP-7 al tráfico rodado por el centro de Altea. El confinamiento ha impedido conocer una imagen real en este sentido y, por lo tanto, esa es otra de las grandes incógnitas a las que se enfrentará la Policía Local de Altea este verano.
“Al no haber sido posible sacar esas conclusiones en Semana Santa”, explica Miguel de la Hoz, “tendremos que ver cómo evoluciona la situación. Dicho esto, sí esperamos que se descongestione bastante la carretera nacional que atraviesa Altea, porque muchos desplazamientos entre la Marina Alta y Baixa se derivarán ahora a la autopista. Vamos a realizar un estudio durante todo el verano, pero lo hacemos esperando que haya una importante descongestión del tráfico”.