Expertos vitivinícolas han resaltado el efecto «devastador» y «el palo gordo» que la pandemia de las COVID-19 ha tenido en el sector del vino, que «no debe dormirse en los laureles», dado que “si no hay rebrotes, en uno o dos años se volvería a estar a velocidad de crucero”, por lo que han apelado a “la prudencia de toda la ciudadanía”.
Estas afirmaciones se han defendido en un encuentro online sobre «Situación actual y expectativas de la Industria Vitivinícola. El mercado nacional e internacional”, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y la Federación de Empresas de La Rioja (UNIR).
Los directores generales del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), Rafael del Rey; y de Federación Española del Vino (FEV), José Luis Benítez; el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, Fernando Salamero; y el director de Relaciones Institucionales de la UNIR, Alberto Canals, han participado en este encuentro.
Benítez ha remarcado el “efecto devastador” de la COVID-19 en el sector del vino, ya que dos tercios del vino que venden las bodegas en España se distribuye a través del canal HORECA (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías), espacios que se han dejado de visitar durante el confinamiento por la pandemia.
También se ha referido a que, en el contexto de esta “situación inédita con un impacto grande”, los 80 millones de turistas que visitaron España en 2019 han dejado de llegar a partir del pasado 15 de marzo, “por lo que el daño es inédito”.
Ha indicado que, durante el confinamiento, “al no consumirse nada fuera del hogar, es normal que las personas compren vino, cervezas u otras bebidas, pero hay que decir que en ningún caso ese incremento de ventas ha compensado la caída de ventas en el sector HORECA”.
En un cuestionario realizado por la FEV, con un índice del 20 por ciento de respuestas de sus asociados, el 98,8 % de las bodegas manifestaron que se han visto perjudicadas por la situación actual, de forma especial, las microempresas, ya que, “cuanto más pequeña es la bodega, la diversificación siempre es menor”.
Ha apuntado que, tras la crisis económica de 2008, se produjo “un aprendizaje y el sector del vino salió dañado, pero fue capaz de reinventarse”, un camino que, a su entender, es el que ahora se debe seguir.
El presidente del Consejo Regulador DOCa Rioja ha expresado que la pandemia de coronavirus “ha sido un palo gordo” para este sector, pero “no hay que dormirse en los laureles”, ya que “si no hay rebrotes, en uno o dos años se volvería a estar a velocidad de crucero”, por lo que ha apelado a “la prudencia de toda la ciudadanía”.
“Vemos que puede ser que una situación coyuntural, si no se tratan bien las cosas, se convierta en estructural y ahí está el riesgo”, ha remarcado Salamero, quien ha añadido que mentiría si se mostrase optimista respecto al futuro, ya que “hay elementos externos que afectan muchísimo”, como el Brexit y los aranceles de Estados Unidos.
Ha señalado que el Rioja tiene “un buen posicionamiento exterior” y que su Consejo Regulador apuesta por la diversificación y la diferenciación dentro de los vinos españoles.
Por su parte, Del Rey, ha destacado la caída del 10,7 por ciento en euros de las exportaciones mundiales de vino el pasado marzo, afectado por la pandemia de la COVID-19, respecto al mismo mes de 2019.
La comercialización mundial de vino está en torno a unos 32.000 millones de euros de unos 10.000 millones de litros, de los que Francia importa unos10.000 millones de euros; Italia, unos 6.000; y España sobre los 3.000, ha detallado Del Rey.
Ha diferenciado entre los vinos a granel y los embotellados, de los que los segundos han experimentado “un crecimiento desde 2009”, mientras que, en el mismo periodo, los primeros “han mostrado mayor estabilidad».
Además, ha proseguido, en términos de volumen, los vinos embotellados han crecido de forma razonable y, en los últimos años, “los que ha tirado mucho del comercio mundial de vinos envasados han sido los espumosos”.
Sin embargo, en volumen, los vinos a granel han tenido “un comportamiento diferente, con un crecimiento hasta 2011 y, desde entonces, más estabilidad, con grandes oscilaciones en función de las cosechas”.
Canals ha señalado que la aportación de la UNIR es su disposición hacia todas las empresas del sector para las necesidades formativas que puedan tener, ya que, en el momento actual, “es necesaria la formación y la mejora continua”.
EFE