Si todos tenemos un cumpleaños, la ciudad de Alicante no iba a ser menos. Precisamente este mes de julio celebra sus 530 años. Bien es cierto que sus orígenes son mucho más antiguos, pues ya hace dos milenios existía una urbe íbero-cartaginesa por estas tierras llamada Akra Leuka, la cual evolucionaría hacia la romana Lucentum y luego a la musulmana Medina Laqant (o Alicante). Sin embargo hasta un 26 de julio de 1490 no pudo considerarse oficialmente como una ‘ciudad’.
Sucedió aquel día que el rey aragonés Fernando II (casado con la reina Isabel de Castilla, un matrimonio conocido popularmente como ‘Los Reyes Católicos’) reconoció oficialmente a Alicante como una de las ciudades de la Corona. El mayor honor que podía alcanzar una localidad.
El Ayuntamiento medieval envió una delegación para convencer al rey de los progresos de Alicante
Delegación alicantina
Al igual que ocurre ahora cuando un país quiere convencer a los comités para ser elegida como sede de los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol o la celebración de algún importante evento; en aquella ocasión el Ayuntamiento medieval de Alicante constituyó una especie de delegación representativa cuyo objetivo era visitar al rey y convencerle de los progresos logrados por la villa alicantina.
El monarca aragonés por aquel entonces se encontraba en Córdoba junto a su esposa preparando la invasión castellano-aragonesa de Granada, el último reino musulmán que aún restaba en la península Ibérica. Así pues, hasta allí se desplazó la comitiva alicantina.
Cuando se reunieron con Fernando II en Córdoba, los alicantinos hicieron especial hincapié en el momento de prosperidad que estaba experimentando su localidad. Los siglos XIII y XIV habían estado plagados de guerras y epidemias, pero lo cierto es que en 1490 Alicante llevaba ya varias décadas de estabilidad.
La agricultura y la pesca alicantinas ya no eran solo de subsistencia, por lo que el comercio marítimo desde nuestro puerto estaba en franco desarrollo. Como dato a tener en cuenta, según el censo realizado en el año 1418 tan solo vivían 1.539 personas en Alicante, mientras que en 1490 el número de habitantes se había doblado hasta superar los 3.500.
A Fernando II le interesaba especialmente el valor estratégico del Castillo de Santa Bárbara
Valor comercial y militar
Los argumentos de la delegación alicantina terminaron por convencer a Fernando II, quien firmó el nuevo título de ‘ciudad’ para Alicante. En el mismo documento el monarca justificó su decisión en el poderío comercial, industrial y militar que había alcanzado la hasta entonces villa.
“Considerando los muchos y memorables servicios, dignos de todo encomio, prestados por la villa de Alicante, con singular afecto y excelente devoción, disponiendo de un poderoso colectivo de activos mercaderes, laboriosos campesinos, numerosos artesanos e industriales y gran número de hombres de armas de a caballo y de a pie, que la defienden a ultranza y la gobiernan bien, hemos decidido honrarla con el noble título de ciudad” rezaba el escrito real.
Esta condecoración también vino acompañada de diversos privilegios fiscales concedidos particularmente a Alicante como ciudad, sobre todo respecto a las mercancías que entraban y salían por el puerto. Los impuestos reales se reducían, permitiendo un mayor margen de beneficio tanto a los comerciantes alicantinos como al propio Ayuntamiento.
Eso sí, estos privilegios tampoco eran del todo altruistas. Fernando II se preocupó de añadir una especie de cláusula por la que se obligaba a que parte del dinero ahorrado fuera destinado al mantenimiento del Castillo de Santa Bárbara. Ha de tenerse en cuenta que gran parte del valor estratégico que Alicante tenía para la Corona de Aragón recaía en su fortaleza, pues era una de las más difíciles de conquistar por estar ubicada en lo alto de una gran montaña como es el monte Benacantil y al fondo de una bahía. Sin duda un hecho que también favoreció la consecución del título de ciudad.
Algunas grandes urbes, como Madrid, nunca han recibido oficialmente el título de ‘ciudad’
Felicitaciones
Dado a que en aquella época la burocracia no estaba informatizada como ahora, estas decisiones administrativas podían tardar años en consolidarse. Por eso Fernando II quiso presionar a los funcionarios reales dictaminando que todo aquel que se refiriera a Alicante como ‘villa’ en lugar de ‘ciudad’, en documento oficial y a partir de ese momento, se enfrentaría a una sanción de 5.000 florines de oro. Sin duda una manera bastante efectiva de ‘motivar’ al funcionariado.
Imaginamos que este nuevo título concedido en 1490 debió ser celebrado en Alicante como un gran logro, pues por aquel entonces pasar de villa a ciudad era algo así como ascender a Primera División. Con el paso de los siglos este tipo de nomenclatura fue perdiendo gran parte de su importancia simbólica. De hecho algunas poblaciones importantes nunca han llegado a recibir el título de ciudad, siendo el caso más significativo el de Madrid (que sigue siendo solo una villa).
Así que podemos considerar este documento medieval como la primera tarjeta de felicitación que recibió Alicante. Y 530 años después aquí seguimos. Feliz cumpleaños alicantinos, y que cumplamos muchos más.