Jaime Alfonso Juan era un crevillentí normal y corriente de su época. Se dedicaba a trabajar sus tierras, criar ganado y cuidar de su familia; hasta que un día su vida dio un giro radical de 180 grados.
Ocurrió en 1806 que un forajido al que llamaban ‘El Zurdo’ trató de robarle dinero o género en una finca que Jaime poseía en Catral. Ni corto ni perezoso, el crevillentí sacó un trabuco y disparó sobre el ladrón dándole muerte. Así nacía la leyenda. Así nacía el que sería uno de los criminales más temidos de toda España.
Jaime se metió en una banda de bandoleros por protección hacia su familia
Una vida normal truncada
Resulta que ‘El Zurdo’ pertenecía a una banda que juró vengar su muerte. Para proteger a su familia, Jaime tuvo que escapar de su Crevillent natal y refugiarse en las montañas. Aquí encontró a otra banda de forajidos, los ‘Mojica’, a los que se unió en búsqueda de protección.
Con su nueva banda inició una vida de asaltos, robos y asesinatos por las provincias de Alicante y Murcia. Solían refugiarse en la Sierra del Pila, lugar que los Mojica convirtieron en una especie de centro de operaciones.
Todo cambió con el estallido de la Guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica. Jaime participó activamente en los movimientos de guerrilla que se formaron para luchar contra los invasores franceses. Pasó de ser considerado un bandolero fuera de la ley, a ser visto como todo un héroe nacional. Su fama de cruel e implacable guerrillero le hizo ganarse el apodo de Jaime ‘el Barbudo’.
Durante la Guerra de la Independencia pasó a ser considerado un héroe nacional por sus ataques hacia los soldados franceses
Héroe y villano
Vencidos los franceses, al terminar la guerra Jaime no dejó de bandolear por lo que volvió a ser considerado un delincuente. Las autoridades llegaron a ofrecer tres mil duros por su cabeza, toda una fortuna en la época. Decían que la policía no lograba capturarle porque era todo un maestro del disfraz.
Una vez más los acontecimientos políticos le volvieron a convertir de villano a héroe. Durante la Guerra Realista el bandolero crevillentí volvió a apostar por el bando ganador, uniéndose al ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis (irónicamente compuesto sobre todo por soldados franceses) que derrotó a los liberales y permitió que Fernando VII derogara la Constitución de Cádiz (conocida popularmente como ‘La Pepa’) para reinstaurar el absolutismo.
No sabemos si era porque Jaime tenía realmente una ideología política próxima al absolutismo, o si fue porque los absolutistas le prometieron un indulto si trabajaba para ellos y les ayudaba a regresar al poder. Pero lo cierto es que ‘el Barbudo’ se unió a un grupo terrorista conocido como ‘El Ángel Exterminador’ que se dedicaba a perseguir y eliminar partidarios de ‘La Pepa’.
Los absolutistas le traicionaron y terminó sus días siendo ahorcado en Murcia
El final de un bandolero
Sin embargo esta vez su jugada no fue acertada. Cuando los absolutistas ganaron la Guerra Realista no solo no indultaron a Jaime ‘el Barburo’, sino que fue detenido por las autoridades. Al considerar que ya no necesitaban de sus servicios, fue condenado a muerte.
El crevillentí fue ahorcado un 5 de julio de 1824, a la edad de 40 años, en la plaza de Santo Domingo de la ciudad de Murcia. Las autoridades incluso desmembraron su cadáver y pasearon los trozos por varias localidades donde Jaime había hecho fechorías como Sax, Jumilla, Hellín o en su propia Crevillent natal.
Jaime ‘el Barbudo’ no fue desde luego un modelo a seguir. Cometió todo tipo de crímenes y atemorizó a los pueblos de Alicante, Murcia y Albacete. Sin embargo su don para la violencia resultó muy útil durante las guerras, por lo que llegó a ser considerado un héroe nacional por los mismos que luego le traicionaron cuando ya no les servía para sus fines.
Lo cierto es que Jaime Alfonso Juan fue uno de los personajes más trascendentales de su época, así que por el 196 aniversario de su fallecimiento hemos querido recordar en este periódico su agitada vida.