“Es imposible competir con la PS4. No hay cantera de nuevos aficionados”. Así resume Emilio Martínez, presidente del Club Reprise Slot de Altea, el presente de su gran pasión, las carreras de coches en miniatura. El universo del Scalextric (nombre popular y comercial de este hobby) es casi un anacronismo en el siglo XXI, donde lo virtual ha logrado arrinconar a lo artesanal.
Dificultades
Emilio y sus compañeros de club, sin embargo, resisten con orgullo los nuevos tiempos. Atrás han quedado los años en los que el Reprise Slot era uno de los clubes más importantes de la comarca, en el que se celebraban campeonatos autonómicos y provinciales que lograban congregar hasta un centenar de participantes.
“La crisis, como a todos, nos ha afectado. Cada vez somos menos socios. La gente no tiene tanto dinero y tiene otras prioridades”, lamenta el presidente del club, cuyo número de socios se ha reducido de forma exponencial en el último lustro. Emilio, de 72 años, admite que se hace difícil en la actualidad hasta hacer frente al alquiler del local. “Nunca fuimos muchos, pero sí llegamos a organizar una carrera al mes y a traer gente de otros lugares de la región y la provincia”, recuerda.
La afición permanece
En el club todos los socios hacen de todo. Desde competir y diseñar las pistas con todo lujo de detalles hasta verificar, reglamento en mano, que los vehículos cumplen la reglamentación para competir en sus categorías. “En el último Open nos juntamos 57 personas, la mitad de las del año anterior”, afirma con pesar Martínez, quien asume que el slot es una afición “cara”.
El número de socios no para de caer. Ya apenas son “seis o siete”, pero la afición permanece. “Nos reunimos todos los jueves, eso no cambia”, asegura. Compiten, charlan y cenan, lo que convierte sus citas en mucho más que hacer correr coches sobre unas guías.
El ritual de las competiciones
La organización de las competiciones es todo un ritual para los socios. Las pruebas se dividen entre velocidad, donde se montan pistas grandes con todo lujo de detalle, largas rectas y hasta ocho carriles; resistencia, con pruebas que llegan a durar hasta 24 horas; raid y rally, la favorita del club alteano, en las que se compite de forma individual contra el reloj.
La competición rally tiene una característica fundamental, ya que el circuito, en el que cada socio diseña a su gusto un tramo, tiene que ser completamente nuevo para la carrera con el objetivo de que ninguno de los participantes cuente con la ventaja de haber ensayado sobre el trazado.
Las carreras de coches a escala tienen, además, el hándicap de que no son una afición barata. “La competitividad te lleva a mayor gasto. Un coche puede costar entre 50 y 60 euros, pero al final solo te vale la carrocería”, explica el presidente, quien añade que en accesorios o complementos para mejorar su velocidad o aerodinámica “te puedes gastar fácilmente 100 euros más, sin contar los 150 del mando”.
Los coches
Emilio confiesa que la parte que más le atrapa del slot es la artesanal. “Yo no soy un ganador. Ya no tengo edad ni reflejos. Lo que me gusta es ajustar los coches para hacerlos correr, cambiarle las llantas, los asientos…”, reflexiona. El afán por ganar ha llevado, sin embargo, a que muchas carreras se disputen “con el mismo coche”, ya que los aficionados acaban por adquirir el último modelo de la misma gama que ofrece el mercado “porque es el mejor”.
“Lo bonito sería ver correr coches de marcas y modelos diferentes, pero eso apenas pasa ya”, lamenta Emilio, quien prefiere acondicionar sus vehículos “con piezas y material del anterior modelo”.
Los jóvenes se interesan poco
El club se mantiene vivo actualmente por las aportaciones económicas de sus socios y la subvención municipal, materializada últimamente en la compra de los trofeos para las pruebas organizadas. El futuro de la afición tampoco es muy esperanzador, según confiesa Martínez, quien lamenta que apenas haya niños que quieran hacer volar sus coches en miniatura por las pistas.
“Ahora internet te permite jugar a carreras de coches cómodamente en tu casa contra otro niño que está en la otra parte del mundo. La afición de los pequeños llega hasta que descubren la tablet y lo virtual”, asume el presidente del club alteano, quien añade que los jóvenes “no suelen ser constantes en sus aficiones, ya que actualmente disponen de una enorme oferta de ocio”.
Tiempos pasados
También asegura que cada vez es más difícil conciliar la vida personal con el slot. “Preparar una competición te lleva todo el día y si al final tienes que viajar a otra localidad supone además un dinero. No todo el mundo tiene tiempo y capacidad en estos momentos para estas cosas”, insiste. Y por si faltara algo, el coronavirus y su ‘nueva normalidad’, con confinamiento y distancia social, tampoco ayuda.
Emilio Martínez habla con pasión de los tiempos en los que el Campeonato de España, con sede en la localidad catalana de Igualada, era un acontecimiento social en el que se daban cita aficionados de toda España. “Veo difícil recuperar esa época, pero mientras nos queden fuerzas y salud seguiremos apostando por lo que nos gusta, aunque cada vez seamos menos”, sentencia.