Entrevista > Alan Bernabeu / Responsable de Salvamento y Socorrismo en la playa Racó de l’Albir (Valencia, 14-diciembre-1978)
A finales de los años 90 la imagen de los socorristas se puso de moda, gracias a una famosísima serie de televisión protagonizada por un actor que poco tiempo antes se dedicaba a dar saltos con su coche por el interior de los Estados Unidos. Aquel programa, aunque sirvió para visibilizar la figura de los que cuidan de nuestra seguridad mientras disfrutamos de la playa, también distorsionó la percepción que la mayoría de nosotros tiene sobre su trabajo.
Estar tantas horas al día al sol, pendientes de que nada ocurra, no es, en absoluto, un día de placer en la playa. Es una labor dura en la que, literalmente, hay que estar preparado para casi todo. Alan Bernabeu lleva casi tres décadas dedicado a esta profesión y es, desde hace años, el responsable del servicio de salvamento y socorrismo en la playa del Racó de l’Albir. En 2020, afronta una nueva campaña que, por motivos evidentes, será muy distinta a otras anteriores.
«En lo que más nos han afectado los nuevos protocolos es en lo relativo al puesto de socorro, el trato entre nosotros y con una víctima»
¿Cómo afecta la actual situación de excepcionalidad, también en las playas, en la prestación de un servicio tan importante como es el salvamento y socorrismo?
Principalmente, en lo que más nos ha afectado es en todo lo relativo al puesto de socorro, el trato entre los propios socorristas y en la intervención y el trato con una víctima. Lógicamente, en todos esos casos existe una gran casuística que, en realidad, no hemos terminado de solucionar del todo.
Hay mucha controversia, muchas ideas… hemos probado, por ejemplo, máscaras completas y no son 100% funcionales porque en un rescate se te puede llenar de agua y puede resultar no sólo más molesto, sino incluso más peligroso.
Entonces, ¿cómo están, al menos, minimizando los riesgos?
Todo se basa en mantener las distancias de seguridad. En cuanto salimos del agua tiene que estar ya presente un compañero preparado con un equipo de protección individual (EPI) aportándonos el material necesario para atender a la víctima. Es algo que nos limita mucho.
Además, cada uno de nosotros tiene que tener su material independiente. En cada puesto tenemos el material necesario para que cada vez que hacemos un cambio de personal se pueda desinfectar todo el material común, como es la silla o la sombrilla.
¿Y cómo afecta eso a las personas que acuden al puesto de socorro para ser atendidas?
También deben de respetar todas estas normas. Por supuesto, es obligatorio que lleve máscara en todo momento. Si no viene con ella, se le proporciona una. Para casos concretos, también disponemos de pantallas protectoras y, ante una sospecha de covid-19, tenemos EPIs completos para poder atender la situación.
«El mayor problema de esta playa está en la entrada y la salida del agua por la ola que se produce»
Más allá de la pandemia, la playa del Racó de l’Albir se caracteriza por su pequeño tamaño y por carecer de arena. Tras tantos veranos atendiéndola, ¿cuáles diría que son los principales riesgos que presenta?
Es una playa que presenta dos caras. La gente suele decir que es peligrosa, porque se forma una ola muy fuerte en el escalón que nos encontramos nada más entrar al agua y que nos lleva a una profundidad de cuatro metros en muy poco recorrido; pero también es una playa muy honesta. Cuando está mal, se ve.
No tenemos corrientes muy fuertes al tratarse de un volumen de agua muy grande. Esa ola que comentaba puede dificultar un poco la entrada y la salida del agua, produciéndose revolcones y golpes porque no deja de ser una playa de piedra.
«Cuando te acostumbras, prefieres la playa de piedra sobre la de arena porque es más limpia»
Desde el punto de vista del socorrismo, para la gente que pueda estar más habituada a las playas de arena, ¿qué precauciones deben tomar los usuarios que visitan la playa del Racó de l’Albir?
La principal dificultad llega a la hora de pisar. La piedra es molesta para el que no está acostumbrado, pero, por otro lado, aquellos que están habituados lo prefieren y una vez que te acostumbras a ello no quieres otra cosa. Es muy limpia. Te vas a casa y no estás lleno de arena por todos lados.
Como he dicho antes, la principal dificultad de esta playa está en la entrada y salida del agua a causa de ese escalón y la ola que se suele formar en él. En cualquier caso, lo más importante es que a la hora de nadar no hay mucha diferencia y, como decía, es una playa sin muchas corrientes.
En definitiva, nada que no se pueda arreglar con un calzado adecuado.
Así es. Hay gente que usa calzado, pero también puede presentar problemas porque se te puede meter alguna piedra pequeña y acabar molestándote. Además, te puede dificultar los movimientos a la hora de nadar.
Ha insistido ya en un par de ocasiones que se trata de una playa sin fuertes corrientes. ¿Puede explicarlo un poco más?
No tenemos, en días normales, corrientes de agua que te alejen mucho de la costa. Te pueden costar un poco más los últimos metros, pero para eso estamos nosotros para echar una mano.
«La playa está bien cubierta. En menos de 800 metros tenemos tres puestos de socorristas más el puesto de socorro»
Pese a que es una playa pequeña, la presencia de socorristas es numerosa.
Sí. Es una playa muy bien cubierta en ese sentido. En menos de 800 metros tenemos tres puestos de socorristas más el puesto de socorro. Por regla general, lo tenemos todo muy cubierto.
«Gracias a la profesionalización del sector hemos conseguido que la imagen del socorrista vaya cambiando»
Desde su gremio se han lamentado en muchas ocasiones de que algunas personas hacen caso omiso a sus recomendaciones y consejos. ¿Es una situación que se da con frecuencia?
Yo llevo muchos años en este sector y hemos conseguido que la imagen del socorrista vaya cambiando. No somos una figura de autoridad, pero sí trabajamos junto a ella y eso hace que nuestra labor informativa se vea apoyada, gracias a Dios, por la policía; algo que antiguamente no sucedía y estábamos completamente ‘vendidos’. Éramos la gente rara que venía a pasar el verano a la playa y, encima, cobraba. Por fortuna, esto ha cambiado gracias a la profesionalización de este sector.
Hay un hecho constatado: la mayoría de los accidentes de producen en zonas sin vigilancia o por no haber hecho caso a las indicaciones de los socorristas.
Así es. La mayor parte de la gente hace caso. Los datos nos dicen que la mayoría de los accidentes ocurren en playas y zonas no vigiladas, lo que demuestra que la labor del socorrista es importante y funciona. ¿Irresponsables? Los tenemos en la carretera, en las discotecas… en todos lados y, por lo tanto, también en las playas.
De hecho, en las proximidades de la playa del Racó de l’Albir hay zonas más o menos accesibles que no cuentan con vigilancia.
Sí, pero nosotros tratamos de mantener cierto control acudiendo con la moto de agua para avisar a aquellos que, por ejemplo, están saltando desde zonas peligrosas. Además, contamos con la colaboración del personal de vigilancia del Parc Natural de la Serra Gelada.
Que en esta zona no se hayan producido incidentes de gravedad no es casualidad, sino el reflejo de un trabajo que se está haciendo bien.
Se ha referido usted a la profesionalización del sector, mientras que la imagen del socorrismo como un trabajo de verano sigue siendo muy extendida. ¿Cuál es el proceso de formación de un socorrista?
Nosotros trabajamos con los Certificados de Profesionalidad de Socorrismo que, junto al Técnico Deportivo en Socorrismo, es lo único que realmente está recogido por reglamentación a nivel nacional. Hay otra gente que trabaja en otras líneas muy buenas como puede ser la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, Cruz Roja o algunas empresas privadas.
La pega es que cada comunidad autónoma tiene su normativa y sus cosas. Hay de todo, pero con profesionalización también me refiero a la hora de la ejecución del servicio. Lo primero: el profesional tiene que estar pagado. Lamentablemente, estamos en una zona en la que hay mucho intrusismo. Me consta que se están pasando presupuestos a instalaciones acuáticas que no cubren ni tan siquiera el coste del socorrista. Ya ni te hablo de seguros, uniformes, material…
Parece la receta perfecta para el desastre.
Al final, una persona a la que le estás pagando poco y mal, a la que le haces hacer más horas de las que debe… no va a responder. La gente se cree que venir a este trabajo es pasar un día en la playa, pero no es así. Es un trabajo duro y, muchas veces, poco gratificado. Si al menos a final de mes se te recompensa económicamente, tienes tu tiempo libre, tu tiempo de descanso… todo ello va a repercutir en el servicio.
Ustedes conocen muy bien la zona en la que trabajan y, de un vistazo, son capaces de interpretar las señales que les da el mar, pero para aquel que elige una zona no vigilada o decide bañarse fuera del horario del servicio, ¿podría dar unos consejos básicos para evaluar la seguridad del lugar?
Es algo que cambia totalmente de una playa a otra. Precisamente, parte de la profesionalización de la que hablábamos antes es conocer muy bien el medio en el que estás trabajando. Nosotros, lógicamente, hacemos indicaciones en base a lo que vemos y sabemos. Un viento de tierra, por ejemplo, puede suponer que una colchoneta se vaya mar adentro y que lo que empieza como un juego acabe en algo serio.
Yo, sobre todo, diría que si no conoces la zona, observes si el mar está muy tranquilo, que entres muy despacio, que te fijes en que no exista una fuerte resistencia de corriente que te impida volver a salir con facilidad. Sobre todo, que si no lo tienes completamente claro no te bañes. Pero, a ser posible, que la gente se bañe en zonas vigiladas y que ante cualquier duda pregunten, que para eso estamos.
¿Se confía la gente que conoce una playa cuando va a otras y piensa que presenta los mismos riesgos?
Sucede con frecuencia. En un medio natural, ya sea río, playa o pantano, no puede saber cómo está la situación simplemente echando un vistazo. Yo llevo muchos años trabajando en muchas playas y cuando llego a un sitio que no conozco lo primero que hago es hablar con la gente y los profesionales locales, que son los que mejor lo conocen.
«Parece mentira que tengamos que discutir con los padres por la seguridad de sus hijos»
La mayor parte de noticias que nos golpean cada verano en relación a los ahogamientos tienen dos protagonistas principales: los niños y las piscinas privadas. ¿Qué tres consejos serían los fundamentales para reducir esa siniestralidad?
Repite esta tres veces: ‘niños solos, no’. Es algo en lo que insistimos mucho. En mi servicio, en esta playa, le insisto mucho a todos los trabajadores que estén muy encima de los padres. Parece mentira que tengamos que discutir con los padres por la seguridad de sus hijos. La respuesta típica es que ‘al niño nunca le ha pasado nada’. Nosotros sabemos que no le ha pasado nada porque, si le hubiese pasado una vez, ese niño no estaría aquí.
Tienen que pensar que, a lo peor, son cosas que suceden en un 0,01% de las veces; pero al final de la temporada pasan por aquí más de mil niños. Si no somos muy estrictos en esto, antes o después vamos a tener un problema.