Cuando se creó el Banco de Alimentos de la provincia de Alicante en los años 90, España se encontraba al principio de una época de prosperidad económica. Por aquel entonces la finalidad de estos bancos consistía, sobre todo, en evitar que los supermercados o industrias alimentarias tirasen a los vertederos aquella comida que estaba ya próxima a su caducidad, pero que aún podía aprovecharse para los más necesitados.
En 2008 llegó la gran crisis económica y la necesidad de comida solidaria se multiplicó por todas partes. Tanto fue así que el Banco alicantino tuvo que adquirir nuevas instalaciones en Mercalicante para dar abasto en la distribución. “Cuando por fin parecía que estábamos ya en el camino de superar todo aquello, esta pandemia, en solo dos meses, nos ha hecho retroceder a los niveles más altos de la crisis” nos comenta Juan Vicente Peral, presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos y director del de Alicante.
Con el parón de la hostelería las donaciones de proveedores al Banco aumentaron de 400 a 1.200 toneladas en un trimestre
Tsunami de entrada y salida
En el año 2005 eran unas 14.000 personas las que recibían comida solidaria en la provincia de Alicante. La crisis afectó especialmente a la clase media, por lo que llegó a aumentar hasta 50.000 el número de alicantinos que comían gracias al Banco. Estas dramáticas cifras comenzaron a caer hace unos años. En 2019 fueron 30.000 las personas que solicitaron alimentos en nuestra provincia.
“Desde que comenzó la pandemia de la covid-19 hemos vuelto otra vez a alimentar a unas 50.000 personas. Fue una subida tan repentina que en un primer momento nos vinos desbordados. Afortunadamente hemos podido cumplir con la demanda gracias a que la hostelería ha estado cerrada, y muchos de sus proveedores, al quedarse con la comida en stock, nos la han acabado donando. Al final la desgracia de unos, es la suerte de otros” nos relata Peral.
De hecho fueron tantos los distribuidores que no pudieron dar salida a sus productos alimenticios, que las entregas al Banco de Alimentos se han triplicado durante esta pandemia. “Normalmente recibíamos unas 400 toneladas de donaciones privadas al trimestre, y en éste llevamos ya 1.200 toneladas. Ha sido un auténtico tsunami de oferta, que ha servido para dar respuesta al tsunami de demanda que hemos recibido. No ha sobrado nada, todo lo que ha entrado ha salido” nos dice el director.
Beneficiarios
El perfil de las personas que solicitan comida solidaria es muy diverso. Muchos provienen de la llamada ‘economía sumergida’ como limpiadoras, camareros, obreros, etc. “Cuando ocurre una crisis ellos son siempre los primeros en ser despedidos. El gasto más fácil de recortar es el que oficialmente no existe. Y en la provincia de Alicante superamos claramente la media nacional en trabajadores sin regular” nos comenta Juan Vicente Peral.
También se quedaron sin ingresos multitud de trabajadores reglados cuyo sector laboral tuvo que parar su actividad a causa de la pandemia. Aunque muchos se acogieron a los ERTEs, los subsidios de desempleo han tardado meses en llegar poniendo en jaque a numerosas familias que vivían al día.
“Parece que ahora por fin están llegando los subsidios. Entre esto y el nuevo Ingreso Mínimo Vital, esperamos que el número de familias alicantinas que necesitan recurrir al Banco de Alimentos se vaya reduciendo. Aunque me temo que los de la economía sumergida tardarán bastante más. Es evidente que no vamos a recuperar pronto los niveles anteriores a la pandemia” vaticina el director.
«Me preocupa mucho que durante los siguientes meses nos quedemos sin género suficiente» J. V. Peral (director Banco Alicante)
Labor del Banco de Alimentos
El Banco de Alimentos de Alicante es el sexto que más cantidad de comida mueve en toda España (por detrás de los de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Málaga). Colaboran en su funcionamiento 15 personas, de las cuales solo dos son trabajadores con nómina (una trabajadora social y el jefe del almacen) y el resto son voluntarios.
Su labor es meramente de almacenaje y distribución. En sus enormes instalaciones guardan toda la comida recibida, que luego es repartida entre las familias necesitadas de la mano de unas 200 entidades benéficas y ONGs que operan por los distintos barrios y municipios de nuestra provincia.
«Los ayuntamientos deberían crear partidas presupuestarias para comida solidaria» J. V. Peral (director Banco Alicante)
Necesidades de futuro
Actualmente hacia el 50% de la comida que recibe el Banco procede de ayudas públicas financiadas por la Unión Europea. Otro 25% viene del excedente de frutas y hortalizas que los agricultores españoles no sacan a la venta para evitar que los precios del mercado caigan excesivamente. En cuanto al 25% restante, son donaciones de empresas o de particulares.
“Algunas marcas como Pascual, Campofrío o Chocolates Valor siempre han sido muy generosas con nosotros, tanto en las épocas buenas como en las malas. Otras que nunca nos habían dado ni los buenos días, ahora de repente se quedaron sin poder repartir a la restauración y han hecho grandes donaciones. Ya veremos qué ocurre conforme la hostelería vaya recuperando su ritmo normal, estoy bastante preocupado. Nos ayudaría mucho que los ayuntamientos alicantinos crearan partidas presupuestarias para comida solidaria” demanda Peral.
El director del Banco de Alimentos de Alicante también demanda a las administraciones ayudas con la logística. “Las entidades benéficas siempre se las ven y desean para pagar los portes de transporte. Los ayuntamientos podrían sufragar esto, o incluso si tienen camiones municipales que están sin usar durante algunos días ponerlos a disposición de estos menesteres. También estaría bien que crearán bases de datos, como ha hecho Elche, para evitar que algunos listillos insolidarios tripliquen su presencia en varias entidades recogiendo más de lo que necesitan” aduce Juan Vicente Peral.