Si en algo coincidieron el ruso Boris Spasski y el estadounidense Bobby Fischer, archienemigos sobre el tablero a principios de la década de los 70 en busca del trono mundial, fue en comparar al ajedrez con la misma vida. Para ambos Grandes Maestros este juego o deporte influía directamente en la educación y formación de las personas y en la forma en la que se enfrentan al destino.
Miguel de la Hoz, maestro de profesión, es el impulsor de esta entidad
Lúdico y mental
Este argumento es, precisamente, el que ha trasladado el profesor Miguel de la Hoz a los jóvenes de Altea. Creador de la Asociación de Ajedrez Talaia, ahora convertida en club, De la Hoz utiliza la base pedagógica del juego para mejorar el rendimiento de sus alumnos del colegio El Blanquinal. Su pasión por el ajedrez, adquirida de sus experiencias con un profesor durante su infancia, le animó hace cuatro años a tomar la bandera de esta disciplina en Altea, donde no existía ninguna entidad referente.
“Nos animamos a montar la asociación y, pese a ser jóvenes, hemos logrado tener una buena aceptación”, explica el profesor. Ya cuentan con 25 jugadores, 14 federados, y este año compitieron por primera vez en la Liga provincial, torneo interrumpido por la pandemia cuando estaban situados en mitad de la tabla. Con anterioridad, los alteanos habían competido con Mutxamel o San Juan para ir tomándole el pulso al torneo.
“Desde el primer momento notamos una implicación importante en los alumnos”, confiesa De la Hoz, quien reconoce que tener tan cerca un club de tanto nivel como el que existe en l’Alfàs es un “aliciente para crecer”. “A los chicos los ganamos por la parte lúdica y a sus padres porque desean ayudar a que sus hijos desarrollen sus capacidades mentales”, añade.
Seducción
De la Hoz comenzó esta experiencia como una actividad extra escolar enfocada a mejorar la formación de sus alumnos. Buscó un jugador de nivel y árbitro de la federación, como José Antonio Domínguez, para que explicara los secretos de este deporte. La mayoría de los jugadores no están federados, aunque tampoco importa porque lo que se busca es “formación y un ajedrez educativo”.
El método de De la Hoz para seducir a sus alumnos de las clases de refuerzo con el arte del ajedrez es sencillo. “Aplico términos del juego en cualquier asignatura. En las matemáticas, en historia, en geografía…Aprovecho cualquier circunstancia, como el país de un jugador famoso o una fracción para sacar a relucir el ajedrez”, relata con pasión De la Hoz.
“Este juego es un entrenamiento mental tremendo y existen muchos estudios que correlacionan las buenas calificaciones académicas en matemáticas con el conocimiento del ajedrez”, añade el docente.
«Este juego enseña que un peón puede ser tan importante como el rey» M. de la Hoz
Experiencia vital
Más allá de ganar o perder una partida, el maestro alteano considera el aprendizaje del ajedrez como una experiencia que ayuda al desarrollo de la personalidad del joven, ya que le obliga a pensar, a improvisar y a enfrentarse a situaciones no previstas ni deseadas activando sus reflejos mentales.
“El ajedrez te enseña que cualquier movimiento tiene sus consecuencias. No puedes tirar para atrás. Tampoco importa demasiado quién es el rey o el peón, todos tienen que actuar de forma conjunta. Es un ejemplo de cooperación entre clases y piezas”, reflexiona.
“También no enseña que todos somos importantes en la vida y que un peón puede derrotar a un rey y ganar una partida”, añade De la Hoz.
Edades difíciles
El reciente confinamiento no ha ayudado al desarrollo de actividades en el club, aunque si hay un deporte que ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías es el ajedrez. “De hecho es el único deporte que ha seguido manteniendo durante la parte dura de la pandemia sus competiciones de alto nivel, aunque de forma online”, apunta.
Sin embargo, el profesor reconoce que su método tropieza con los jóvenes de entre 12 y 14 años, una edad siempre difícil. Hay muchas tentaciones por el camino, casi todas tecnológicas (Play Station y demás consolas), y el ajedrez suele pasar a un segundo plano. “Algo habrá que hacer para cambiar eso”, avisa.
A pesar de ser un club joven ya ha organizado numerosas actividades lúdicas
Socializar el ajedrez
A la espera de que se normalice la situación sanitaria, el club proyecta, además de regresar a la competición, actividades sociales para dar mayor notoriedad al ajedrez en Altea. Hace tres años convocaron a un centenar de personas en unas partidas simultáneas entre vecinos de la localidad y varios jugadores del equipo campeón de España sub-21.
También se organizan campeonatos escolares en Navidad con premios simbólicos, como chucherías o un jamón, la conocida ruta de las talayes, torneos en puntos concretos y emblemáticos de Altea, y otros eventos, más sociales que competitivos, en los que se unen en los bares las partidas de ajedrez y el tapeo con cañas.
Todo vale con tal de socializar la práctica del ajedrez y alejarla de estereotipos culturales que nada tienen que ver con su realidad. “El ajedrez es un deporte, una aprendizaje, un juego o una ciencia. Pero por encima de todo es lo que tú quieras que sea”, sentencia De la Hoz.