Nos suele pasar desapercibida, pero lleva ya 102 años observándonos. Hablamos de la mujer petrificada que decora desde todo lo alto la bonita fuente de la plaza Gabriel Miró. Popularmente la conocemos como ‘La Aguadora’, pero bajo esta secreta identidad se esconde una persona auténtica con nombre y apellidos.
Antes de revelar quién es la misteriosa Aguadora, conviene explicar la historia de esta plaza tan simbólica de Alicante. Un lugar que ha sido testigo privilegiado de los profundos cambios que ha ido experimentando nuestra ciudad a lo largo de los siglos.
Hasta el siglo XVII el nivel del mar llegaba hasta la plaza Gabriel Miró
Plaza de las Barcas
Cuesta creer, pero antiguamente el nivel del mar llegaba hasta esta plaza. De hecho los pescadores alicantinos solían dejar aquí sus barcas para que se secaran bajo el sol. Por eso durante siglos fue conocida por los vecinos como ‘La plaza de las Barcas’.
El ataque francés de 1691 lo cambió todo. Una gran flota naval venida desde Francia arribó a nuestra bahía en plena Guerra de los Nueve Años para efectuar un brutal bombardeo desde el mar que duró ocho días. Los alicantinos resistieron aquel infierno e impidieron con bastante heroísmo que los franceses tomaran la ciudad, pero a un precio muy alto. Según las fuentes de la época, hacia el 90% de los hogares sufrieron daños por los proyectiles galos o fueron totalmente destruidos.
Este cruento episodio evidenció la necesidad de construir una gran muralla marítima que protegiera las casas ante futuros ataques navales. Por ello se utilizaron los propios escombros de las casas que habían sido destruidas para ganarle varios metros al mar. Así se creó el Malecón de Alicante (hoy en día lo llamamos Explanada) y por tanto la plaza de las Barcas se quedó sin barcas.
La fuente de la plaza fue construida para conmemorar la llegada del agua potable canalizada a Alicante
Llegada del agua canalizada
Aún así, la plaza mantuvo su antiguo nombre popular durante muchos años. No fue hasta el siglo XIX cuando el Ayuntamiento la rebautizó como plaza Isabel II, en honor a la reina que entonces ocupaba el trono español. Al ser dicha reina expulsada de España por la Revolución de la Gloriosa, pasó a llamarse plaza de la Libertad. Este cambio apenas duró unos pocos años, pues con la caída de la Primera República las nuevas autoridades políticas volvieron a dedicarle la plaza a la antigua monarca emérita.
En 1898 ocurrió aquí uno de los sucesos más destacados de nuestra historia local contemporánea. La Société Anonyme des Eaux d’Alicante (compañía hoy llamada Aguas de Alicante) trajo por primera vez el agua potable canalizada a los hogares alicantinos, y para celebrarlo el entonces alcalde José Gadea (el del Paseo Gadea) mandó construir una gran fuente en la plaza de Isabel II.
Dos décadas más tarde, para conmemorar el vigésimo aniversario del agua canalizada, el Ayuntamiento decidió decorar la fuente de la plaza Isabel II con una bonita estatua. El artista encargado fue el escultor local Vicente Bañuls, quien ya había realizado otras obras de importancia en la ciudad como la estatua de Maisonnave o el monumento de Canalejas.
Susana Llaneras era una adolescente que nunca había posado como modelo para una obra artística
La Aguadora
Bañuls diseñó un monumento dominado por una mujer arrojando agua mediante un cántaro sobre un fauno. Para inspirarse, quiso buscar a alguna alicantina que le sirviera como modelo.
Encontró a su musa en Susana Llaneras, una adolescente de 17 años que nunca había posado para ninguna obra. Por supuesto a la joven enseguida le entusiasmó la propuesta de Bañuls. ¿Quién no querría tener su propia estatua decorando una de las principales plazas de su ciudad natal?
Eso sí, a quien no le hizo tanta gracia la idea fue al padre de la criatura. Por lo visto tuvieron que convencerle entre su hija, Bañuls y su propia empresa; pues para más inri trabajaba como empleado de Aguas de Alicante. Finalmente, acabó dando su brazo a torcer.
Así pues la estatua fue inaugurada en 1918. En un principio se la conocía popularmente como ‘La moza del cántaro’, pero con el tiempo acabó llamándose ‘La Aguadora’. Susana Llaneras ya falleció hace 28 años, pero cada día cientos de personas siguen pasando por delante de su alter ego de piedra.
Un oasis en el centro
La Plaza Isabel II perdió su monárquico nombre con la llegada de la Segunda República, y desde entonces está dedicada al célebre escritor alicantino Gabriel Mir. Aún así muchos alicantinos la conocen como ‘plaza de Correos’, dado que aquí radica, desde hace décadas, la sede de sus oficinas.
Hacia mediados del siglo XX esta emblemática plaza sufrió un serio declive, pues se convirtió en un sitio de delincuencia y prostitución. Afortunadamente ya entrados en este siglo se hicieron importantes esfuerzos por recuperar el lugar, siendo hoy en día un auténtico oasis de árboles y flores en el centro de Alicante.